Trobajo cuenta desde el pasado sábado, 20 de enero, con un nuevo establecimiento para endulzar sus días. En su avenida principal, Párroco Pablo Díez, a la altura del número 282, una figura con globos a pie de calle celebraba la última semana el estreno de un negocio: Mi dulce Lucía. El rosa cubre la fachada del local, decorado con detalle y en el que no faltan referencias hacia la niña que le da nombre. Lucía Chamorro es esa ‘dulce Lucía’ a la que se recuerda en esta pequeña pastelería con obrador. Tenía solo siete años cuando le diagnosticaron un tumor de tronco difuso conocido como Dipg, un tipo de cáncer infantil poco común contra el que peleó durante meses sin perder la sonrisa. Murió en agosto de 2017 y sus padres, Luis Ángel y Nieves, y su hermano Rubén son quienes están detrás de esta nueva pastelería en la que han querido que su ‘dulce Lucía’ les acompañe.
"Hemos dado este paso también por Luci. Todo lo que es el local es ella, el rosa representa a mi niña, era su color favorito. Ella era alegría, era vida, así que quisimos hacerlo así y que llevara su nombre como algo para nosotros eterno. Tampoco queríamos utilizar esto, pero nos pareció una manera bonita de que estuviera presente, de recordarla", asegura Nieves. Y Lucía está. Está con su familia y también de forma muy visible a través de fotografías y recuerdos en este negocio en el que se han volcado y en el que han depositado su esperanza.
25 años de experiencia
Luis Ángel no es nuevo en el sector. Ha dedicado toda su vida a él, pero siempre por cuenta ajena y, aunque tenía desde hace tiempo la espinita de emprender y poder montar una pastelería propia, hasta el momento no se había atrevido. "Cuando tienes un sueldo fijo que llevar a casa da miedo dejarlo y también el hecho de arriesgarte y meter tanto dinero en algo que al final tampoco sabes si va a salir bien. Hay que hacer un proyecto, una obra... son muchas cosas las que te piden. Y hemos llorado mucho hasta llegar aquí, hemos tenido muchos disgustos, pero creo que ha merecido la pena", explica Nieves.
Tras 25 años "dejándose la piel en otro trabajo" las circunstancias de la vida les llevaron a un punto de no retorno y, al mismo tiempo, a que se diera la oportunidad de perseguir ese sueño que tenían aparcado. "Veníamos de una temporada muy mala. Para nosotros era el momento de tirar por un camino diferente. Él estaba mal, llegaba a casa con ansiedad y vomitaba... Y había que tomar decisiones", dice Nieves. Así lo hicieron. Luis Ángel dejó el trabajo y entre los tres empezaron a dar forma a lo que hoy es Mi dulce Lucía. "Y aquí estamos los tres juntos, intentando labrarnos un futuro. Es verdad que trabajas mucho y estás cansado, pero al final trabajas para ti y nada más. No nos vamos a hacer ricos, pero al menos intentaremos sobrevivir con ello. Que acabe el mes, que estés contento y poder tirar. A veces no hace falta nada más que eso", asegura Nieves, que se emociona al añadir que desde que han dado este paso ve a Luis Ángel "cantar", ir a trabajar con ganas y "feliz". Eso era justo lo que buscaban, así que están "muy contentos" por haber conseguido ese primer objetivo.
Por el futuro de Rubén
Asegura que también han dado este paso "pensando en Rubén y en su futuro. Tiene 21 años y creemos que si aprende un poco de su padre será bueno para él, una oportunidad. Si más adelante pasan los años y quiere hacer otra cosa, que la haga, pero de momento son unos añines en los que la idea es que gane para él, que sepa lo que es trabajar y madrugar y que no todo es pedir y que le digan ‘venga, toma hijo’. Que sepa lo que es currar y aprender un oficio", explica Nieves. Y Rubén ha recogido las palabras de sus padres y se está volcando como uno más. Amasa, mezcla y sigue a Luis Ángel, que es quien le va marcando el camino.
Nieves, por su parte, cogió vacaciones en el trabajo para echar una mano y ahora dice estar convencida de que se va a quedar con ellos. "La idea es coger una excedencia, porque mientras yo estoy en la tienda despachando ellos están aquí trabajando y pueden sacar esto adelante", afirma. Y allí están los tres, tirando de ‘Mi dulce Lucía’. Hace poco tiempo todavía de la apertura, pero aseguran ya que están "muy contentos" y que el público está respondiendo muy bien. "El día de la apertura sabes que siempre va a haber más movimiento, y un domingo puede funcionar bien, pero un lunes esperas que esté todo más parado y no fue así. Vendimos todo, nos quedaron las cámaras vacías y nos quedamos toda la noche trabajando para sacar material para el día siguiente", dice Nieves.
Durante estos primeros días el trabajo y los nervios apenas les han permitido dormir alguna hora suelta, pero repite todo el tiempo que están felices y también se percibe en ellos. "Ver que el esfuerzo está teniendo su recompensa te da la vida y parece que aquí en Trobajo hacía mucha falta un negocio de este tipo. La gente nos lo está diciendo y está viniendo. ¿Que igual es la novedad y esto con el tiempo se pasa? Pues no lo sabemos, pero de momento estamos muy contentos con la acogida que estamos teniendo", afirma. Apunta también que Mi dulce Lucía, que antes fue parafarmacia y tienda, es un negocio muy bien ubicado, en la avenida principal, al lado del estanco y con una parada de autobús junto a la puerta que hace que más de uno entre y endulce su espera.
"Lágrimas de emoción"
Nieves reconoce que aunque su intención era haber abierto mucho antes y aprovechar el tirón de las navidades o Reyes, finalmente esperaron para poder cumplir con todos los requisitos que les pidieron y poder hacerlo tranquilos, sin prisas y sin tener carencias. Hasta el momento han conseguido que en pleno mes de enero, frío para un lugar como León, haya habido incluso colas para entrar en el establecimiento. "No podemos quejarnos. La gente ha venido, ha tenido una palabra amable y se nos caen las lágrimas de emoción, de verdad. El apoyo no se paga con nada y hubo gente también que vino a vernos desde lejos. El domingo, ya casi cuando estábamos cerrando la tienda llegaron un grupo de moteros de Asturias. Pertenecemos a una asociación de moteros, Solidaridad sobre ruedas, y aparecieron todos con las moros. Imagínate, lloramos como perdidos", recuerda Nieves agradecida.
Y con este negocio esperan también devolver un poco de ese cariño que reciben a quienes les visiten. En Mi dulce Lucía se pueden encontrar dulces y pasteles "de los de toda la vida". Hechos de forma artesanal, con cariño y a unos precios asequibles. "Hemos pensado en la gente. Somos todos gente trabajadora y hemos intentado poner precios acordes a eso, cerrados, no al peso, y claritos», señala. También dice tener muchas ideas como la de hacer lotes con cosas que han quedado del día anterior y que puedas llevarte a casa para desayunar «por dos o tres euros", sorteos, detalles con la gente... "Son cosas que no te cuestan nada y que muchas veces se han perdido, como poder darle una magdalena a un niño. Le sacas una sonrisa y también es una forma de darle las gracias a la gente y de que vuelvan. Estamos muy agredecidos con como se ha portado siempre la gente con nosotros y queremos devolver un poco de eso que nos han dado, queremos que aquí sea todo alegría, recibir con una sonrisa y, aunque a veces estés roto por dentro porque tengas tus problemas, que se quede todo fuera», dice Nieves, que asegura que trabajarán por cumplir todos esos objetivos que se han marcado y que lo harán juntos. «Hacemos muy buen equipo. Hay matrimonios que dicen que no trabajarían con el otro o con los hijos, pero la verdad es que nosotros lo hacemos bien. Nos llevamos bien y estamos unidos". Luis Ángel, Nieves, Rubén y también Luci, claro, ella siempre en el recuerdo.