"Difícilmente se encontrará en toda Europa una región en la que los elementos de la cultura moderna se hallen tan en armonía con los datos de un pasado remoto como León". Así lo escribió Julio Caro Baroja. Este jueves, León rinde homenaje sin quererlo a sus palabras y deja que se fundan las culturas de la Unión Europea, representadas por las 27 banderas que cuelgan de la muralla tardorromana en una mañana de sol que acalora virtuosa en la celebración del Día de Europa.
A la calle Carreras llegan gentes de todo el continente. No faltan autoridades, como la concejala de Juventud y Bienestar Social, Vera López, el concejal de Hacienda y Promoción Económica, Carmelo Alonso, y el vicerrector de Internacionalización, Roberto Baelo. Tampoco puestos de las entidades colaboradoras: el Ayuntamiento de León, Eurodesk León, Ildefe, Fgulem, Asociación Auryn, Aegee León, Apaym CYL y la Escuela Oficial de Idiomas. Ni miembros de centros académicos como la Universidad de León, el IES Padre Isla, el colegio Divina Pastora, la Escuela Oficial de Idiomas y la Asociación Amigos de los Decreta. También, llegados desde otros puntos: Universitá di Cagliari, Politecnico do Porto, University of Szctein, Koblenz University of Aplplied Sciences, University of Presou y University of Iasi.
Cada uno de los participantes se presta a la puesta de largo de los Decreta que llevaron a la Unesco a reconocer esta tierra como la ‘cuna del parlamentarismo’ en 2013, haciendo de esta ‘Carta Magna’ leonesa Memoria del Mundo. Todo a ritmo de clarín y tambor, que, vestidos de ropas tradicionales, interpretan folclóricos la ‘Oda a la Alegría’ al tiempo que la bandera de la Unión Europea es izada como emblema de esta jornada en un gesto a cargo de Vera López y Roberto Baelo.
Presenta la ceremonia Xuasús González, que introduce la lectura de unos Decreta declamados por voces en eslovaco, polaco, alemán, rumano, lituano, italiano, portugués, inglés, francés, croata, húngaro, español y, como no podía ser de otra manera, leonés. Una lectura en la que no falla la presencia de Juan Pedro Aparicio. El escritor sale de su Transcantábrico para dejarse caer en León. Sube a la palestra, folios en mano, y, ante el micrófono, lee: "En el nombre de Dios, yo, don Alfonso, rey de León y de Galicia, habiendo celebrado Curia en León con el arzobispo y los obispos y los magnates de mi reino y con ciudadanos elegidos de cada una de las ciudades…". Y el novelista sigue. Regresa solmene al origen, dando paso a sus compañeros lectores, que festejan armoniosos el origen de un proyecto europeo, común y sin precedentes.