Cuando desde el otro lado de la línea de teléfono surge la voz de una persona muy próxima al abismo, sea cual sea el motivo que le ha empujado a contactar con el Teléfono de la Esperanza, resulta imprescindible saber escuchar con calma y ponderar las respuestas que eviten la hecatombe personal. Y si al final del túnel la luz se abre paso y la palabra gracias surge desde lo más profundo del alma, del espíritu, la satisfacción del trabajo es inmensa. Mercedes Martínez González ya ha experimentado en muchas ocasiones esa alegría que desborda las emoción cuando desde el otro lado de la línea de teléfono llegan con claridad los signos que aclaran que todo ha discurrido por buen camino.
Mercedes lleva algo menos de dos décadas al frente del equipo de voluntarios que trabaja en el Teléfono de la Esperanza en León desde 2005, fundado en Sevilla por Serafín Madrid Soriano, hermano de la Orden de San Juan de Dios, justo ahora hace medio siglo. «Cada vez que logramos devolver la esperanza y las fuerzas a una persona para seguir luchando experimento la misma satisfacción que la primera vez». Y de eso hace ya unos cuantos años, porque Mercedes entró en contacto con la organización en Valencia, en 1992. Sin embargo un accidente una década después le hizo replantearse su vida. Ya tenía el gusanillo metido en el cuerpo y comienza a prepararse para traer a León una forma de ayudar a la gente que funcionaba también en Sevilla y Madrid.
– Imagino que para poner en marcha una asociación tan específica como es el Teléfono de la Esperanza hay que tener las cosas muy claras, porque a él acuden personas de toda condición que tienen algo en común, están desesperadas.
– Conocí a la asociación, que precisamente en este 2021 cumple cincuenta años, en los noventa en Valencia y me quedé asombrada del trabajo que se podía hacer. Luego en 2002, debido a un accidente me planteé volver aLeón, para trasladar la idea aquí. Pero antes debía prepararme porque es imprescindible realizar varios cursos para poder acometer un voluntariado tan especial. Me formé en Valencia donde di los primeros como voluntaria. Y ya en León comenzamos a trabajar en parroquias. En 2007 con la ayuda de la Fundación La Caixa, que nos donó 20.000 euros, abrimos una sede en la calle Padre Isla, en un piso alquilado. Ahora contamos con un espacio propio en el Pasaje de Ordoño.
– Supongo que el objetivo fundamental de la preparación para el voluntariado es como un viaje al interior para conocerse mejor.
– Los cursos de preparación sirven para conocernos mejor, en profundidad, y es un desarrollo personal que nos lleva a reflexionar sobre lo bueno y lo malo que todos tenemos, sobre nuestros defectos y nuestras virtudes. Y trabajamos durante tiempo sobre todos estos objetivos, normalmente los fines de semana, porque el resto de la semana no hay tiempo. Así lo hice en Valencia cuando comencé a prepararme y así lo hacemos también desde que abrimos la sede de León. Ponemos en marcha los seminarios cuando contamos con un grupo. Los primeros años en Valencia de Don Juansolían venir personas de otras provincias que querían ser voluntarios. Ahora cuando reunimos un grupo de 15 o 20 personas los hacemos en León.
– Abordan todo tipo de problemas.
– Autoestima, miedo a la soledad, problemas de pareja o en el seno de la familia, tendencias suicidas… el listado de motivos es muy largo, pero en todos subyace miedo al abismo, incluso también nos preparamos para ayudarles a pasar el duelo, cuando pierden a un ser querido. Es fundamental escucharles con calma, trasmitirles serenidad para hacerles comprender que siempre existe una ventana de esperanza, una salida. Los casos están contabilizados; por ejemplo este último año los 517 casospor problemas de relaciones de pareja o de familia, o las más de 1500 llamadas por problemas de ansiedad o tristeza, nos recuerdan que detrás de los números están las personas que sufren y padecen y que necesitan que les escuchen.
No sólo esperamos a que nos llamen, que lo hacen, cada varios días les llamamos nosotros para saber cómo van, como se sienten, para que no se olviden de que estamos ahí– En una ciudad como León en la que cada vez hay más personas mayores que viven solas supongo que el teléfono es vital.
– Es cierto y es un empeño personal, porque queremos tener una especial atención con los mayores y si cabe aún más con los mayores de sesenta y cinco años. Como la pandemia los ha aislado más, hemos puesto en marcha una operación de contacto. No sólo esperamos a que nos llamen, que lo hacen, cada varios días les llamamos nosotros para saber cómo van, como se sienten, para que no se olviden de que estamos ahí para ayudarles en lo que sea preciso. El año pasado sólo en este capítulo, hubo en total 8.424llamadas en ambas direcciones.
– ¿Qué debe tener una persona que quiera trabajar como voluntario en este teléfono tan especial?
– Toda persona que quiera trabajar emocionalmente y que en definitiva quiera ser feliz y sentir realmente lo que es la felicidad que percibes cuando ayudas a otras personas, tiene un hueco aquí. Un vez que se da el paso, como ya he comentado, viene el proceso de preparación. La alegría que tienes cuando al final del camino te dan las gracias es increíble, porque han vuelto a percibir que están vivos y tienen ganas de seguir peleando.
– ¿Y con cuántos voluntarios cuentan? ¿La plataforma del Voluntariado ha ayudado a darles más visibilidad, ahora además con la sede territorial en León?
– En la actualidad, entre orientadores, psicólogos o expertos para dar cursos y seminarios, contamos con unos treinta y cinco o cuarenta voluntarios, el número total depende del momento en concreto. Sólo tenemos un trabajador contratado doce horas a la semana que se encarga de los trámites necesarios para acceder a las subvenciones. La plataforma nos ha permitido llegar a más gente que sabe qué hacemos y cómo podemos ayudarles.
– La pregunta siguiente es lógica ¿De dónde salen los recursos que hacen falta?
– Sólo contamos con una pequeña ayuda del Ayuntamiento de León de cuatro mil euros al año por convenio. Los talleres y cursos que impartimos son gratuitos y al final cada uno de los participantes puede aportar lo que le parezca oportuno. También contamos con una suscripción anual de 50 euros y a cambio entregamos una revista y un calendario del año.
– ¿Ha merecido la pena el esfuerzo, el trabajo?
– Nunca me cansaré de repetir que cuando ayudas a alguien a recuperar su vida, la recompensa que recibes es inmensa, te sientes muy viva. Es pura felicidad.
"Para poder ayudar a los demás debemos conocer nuestras debilidades"
Mercedes Martínez, del Teléfono de la Esperanza, repasa sus casi dos décadas al otro lado de la línea
04/03/2021
Actualizado a
04/03/2021
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