«Entonces se fumaba en clase» o «cuando llegué a La Robla tuve una sensación un poco deprimente, las calles aún no estaban asfaltadas, era puro barro».
Son dos de los testimonios de antiguos profesores (uno de ellos del primer Claustro, incluso antes) del IES Ramiro II de La Robla en un emotivo acto celebrado el viernes en la Casa de Cultura, conducido por Patricia Aláez, con dos estrenos singulares, el de un documental de Javi de la Viuda y el himno del Instituto, creado hace bastantes años por Sanjo pero aún sin estrenar de manera oficial.
Han pasado cincuenta años. Todo ha cambiado. Lo de fumar o no en las aulas ya nada tiene que ver con el centro, son leyes de rango superior, pero las calles asfaltadas… la autora de la frase, Mary Lis (María Luisa Viñuales) ya la puso en contexto con una frase muy gráfica: «Ya no digo ahora cómo está ahora, cuando yo me fui a otro destino La Robla que dejé era Nueva York comparada con la que encontré».
Mary Lis, así la llamaban todos, contó que ella –profesora de Historia en el primer claustro- fue pionera del centro ya que «el alcalde de entonces, el farmacéutico Benito Díez, había pensado que para que el centro arrancara con todas las garantías tenía que asegurar la presencia de alumnos y, además, formados; para ello, puso en marcha una Academia cuya dirección me encomendó». También recibió con el tiempo, ya como profesora de Historia, el encargo de pronunciar una conferencia sobre Ramiro II pues «el director, José María Baz, tenía mucho interés en ponerle el nombre de este rey leonés, no sé muy bien los motivos».
Eran los precedentes y los primeros pasos de este IES Ramiro II de La Robla que este sábado celebró su 50 aniversario, ésa era la noticia. El equipo directivo actual, que comanda Jorge de Prada —con la colaboración del AMPA, que preside Iván Tuñón y cuya portavoz fue Ángeles González— preparó una celebración cargada de momentos emotivos a la que acudieron desde profesores y alumnos de aquel curso 1972-1973, a profesores de cursos posteriores, alumnos de todas las épocas, trabajadores del centro y diversas autoridades, desde los alcaldes de la comarca (La Robla, La Pola, Villamanín, Matallana de Torío...) a un director general de la Consejería de Educación, Luis Domingo González. El AMPA ha preparado en la Casa de Cultura una exposición que podrá visitarse desde el lunes.
Los momentos más emotivos estuvieron ligados a la aparición en el estrado o, sobre todo, o en la pantalla del documental que se estrenaba en el acto de históricos profesores del centro, algunos recibidos con cerradas ovaciones, como cuando lo hizo el entrañable profesor de gimnasia José Antonio González Quintanilla ‘Quinta’, Pilarina la de inglés o, por citar a tres, Antonio Olazabal que, decía un alumno reciente, «muy bueno tenía que ser para que le aplaudan siendo de matemáticas». El profesor de gimnasia hablaba de la escasez de medios y los que había... en fin: «Teníamos algunos aparatos y en un salto un alumno salió por los aires y pensé: ‘se me mató’. No pasó nada pero dije, ‘fuera los aparatos’». De la escasez de medios habló asimismo otra alumna de aquella primera época, Rosa ‘Entrepeñas’, que recordó cómo «se puso el cartel de Laboratorio, y sería el laboratorio pero dentro no había nada».
"Se movió como una lagartija"
La ya citada Mary Lis, precursora del centro desde la Academia, hizo una encendida reivindicación de la figura del alcalde de la época, Benito Díez, al que también había reconocido su trabajo el actual regidor, Santiago Dorado. La profesora utilizó una expresión muy gráfica: «Benito se movió como una lagartija, viajó, negoció, hasta que logró el instituto… y era un alcalde que no cobraba, que él vivía de la Farmacia».
Están documentados los desvelos de aquel alcalde, que encontró la colaboración de personajes tan significativos como un joven que empezaba a despuntar en la política nacional, Rodolfo Martín Villa, que apostó por el instituto. El que después fuera ministro en diversos gobiernos y el ministro de Educación de la época, Villar Palasí, recibieron de Benito Díez la Medalla de Oro de la Villa Roblana. Cuentan las crónicas de la época que Villar Palasí afirmó al recibir la medalla que «no hay que dar discursos sino aulas», argumento al que se sumarían todos los profesores actuales, no sé si todos los ministros.
En ese punto de la creación del instituto era inevitable recordar una vieja polémica o, cuando menos, teoría sobre la que se ha debatido mucho. Hay quien defiende que el instituto estaba pensado para Pola de Gordón pero el alcalde de La Robla se movió más, y tal vez mejor, y siempre queda en la sombra de las dudas el papel de La Vasco, Antonio del Valle, pues acababa de abrir su colegio de Santa Lucía y tal vez no veía con buenos ojos ‘la competencia’ tan cerca. Paco Castañón, ex alcalde de Pola, también presente en el acto reconocía que «mucho se ha debatido ese tema y tiene mucha lógica el razonamiento que se hace… pero ahora ya es imposible arrojar luz».
El caso es que el Instituto de La Robla echó a andar. En el acto se desmontó la leyenda urbana de que había sido pensado para Andalucía pues tiene un «diseño exclusivo y singular; realizado por los arquitectos Ángel Mirones y Ceferino Bada, con casi 30 millones (de pesetas) de presupuesto y capacidad final para 840 alumnos (se había hablado de 1200), aunque en el primer curso se quedaron en 170 alumnos; que subieron a 255 en 1973, y veinte profesores. Como curiosidad citar que había más alumnas (133) que alumnos (122) e igual número de profesores y profesoras, 10 de cada»; según recordó Maxi Baena, alumno de aquel primer curso.
La primera directora fue enviada desde Asturias, Isabel de Ron, que venía con la merecida fama de haber realizado con éxito una función similar en Pola de Siero. Estuvo dos años y dejó un gran recuerdo, no así su sucesor, el jesuita José María Baz, que abrió una larga lista de recordados directores: José Luis Cabezas, Isabel Nicolás Crispín, Gloria Rodríguez, Antonio Olazabal, Agustín Casado, Miguel Fernández, Marisa Rodríguez, Valentín Sanz, Marta Prieto, nuevamente Marisa Rodríguez y Jorge de Prada, el actual.
Algunos de ellos estaban en el acto y alguno más participaba en el documental de Javier de la Viuda, alumno del centro en la promoción de 2014, que se estrenó en esta celebración del 50 aniversario, ‘Al pasar el Rabizo’, premiado con una cerrada ovación además de otras espontáneas en diversos momentos de la proyección. Los más jóvenes corrieron con la parte artística, ya que, además del documental, actuó su hermana Marta de la Viuda y el cantante David Jiménez, que interpretó al piano la canción de la serie ‘Física o Química’.
La mayoría de los profesores del centro que ofrecieron su testimonio en el documental o el director en su discurso incidieron en una palabra: «Equipo», todos hablaron de los grupos de trabajo, de que «aquí se deja hacer» y reivindicaron, por ejemplo, el proyecto de Mediación Escolar, pionero en Castilla y León y que nació, según recordó De Prada, «después de un tremendo conflicto, en 2002, cuando aparecieron pinchadas dos ruedas del coche de un profesor. Se partió el instituto y la salida fue aquel pionero equipo de mediación».
La sorpresa final la ofrecieron dos profesores, una de música y otro de física pero muy vinculado a la música, Marisa y Sanjo, que recordaron que estuvieron más de 25 años en el centro aunque «nos sobraban puntos para pedir cualquier destino, no lo hicimos, quisimos quedar en ‘nuestro’ instituto». A Sanjo, integrante del popular grupo folk La Braña, se le debe también la instalación del telescopio pero la noticia era que iban a interpretar ‘El himno del Instituto Ramiro II de La Robla’. “Lo compuse hace años (1997), pero nunca lo cantamos más allá de una cena de profesores. Nació en el 25 aniversario y es buen día hoy para cantarlo, en el cincuentenario».
Y lo interpretaron como emotivo colofón. Aún resuena su estribillo: «Construir con tesón / un futuro mejor, /donde reine el amor y la tolerancia. / Salir de la ignorancia / usando la razón, / haciendo de la vida una lección. // El Ramiro Segundo / me dio mi formación, / por eso yo le canto con pasión».
Otra cerrada ovación cerró la tarde... y dio paso a los pinchos.