Un pequeño pueblo nacido a la sombra del castillo medieval de los Quiñones y los Luna con un manantial natural que fuera surtidor de agua para vecinos y caballeros de antaño. Un pueblo que llegó a alcanzar los cien habitantes a mediados del siglo pasado y que ahora cuenta en su censo con seis personas que llevan a sus espaldas una lucha de dos décadas por conseguir dotar a Conforcos, actual pedanía de Laguna de Negrillos, de agua potable.
A la cabeza de la lucha está Manuel Lopes, asturiano empadronado en el barrio paramés, desde donde habla mientras observa cómo, al fin, la maquinaria ha tomado el pueblo para abastecerlo de agua potable. Explica que no es hasta hace cuatro años cuando la conversación al respecto con el Consistorio se torna en un objetivo serio. «Todo esto vino porque el Ayuntamiento perdió una subvención para traer agua al pueblo hace más o menos un año», relata sobre el conocido como Plan de Sequía 2022, un programa de ayudas de la Diputación de León para zonas con necesidad de realizar obras o instalaciones destinadas a garantizar el abastecimiento domiciliario de agua habilitada para consumo humano.
La ayuda fue solicitada por Laguna de Negrillos que, sin embargo, no pudo acceder a ella. El alcalde del municipio, Isidro García, lo atribuye a «algún trámite o documentación que no llegó a tiempo» y que todavía hoy desconoce. «Ahora que ha aparecido esta ayuda de cohesión de la Junta de Castilla y León, la hemos aprovechado y la obra ya está en marcha», añade. Y es que los trabajos para llevar el agua potable a Conforcos cuentan con la financiación del Fondo de Cohesión Territorial 2024 del organismo autonómico, que aporta 14.986,87 euros. El resto de la inversión, hasta llegar a los 45.000 euros que –se estima– supondrán las obras, lo aporta el Ayuntamiento de Laguna de Negrillos.
Cuentas pendientes
Con cinco años de experiencia como regidor del Consistorio, Isidro García asegura que la primera noticia que tuvo sobre la falta de agua potable en la pedanía se remonta al año 2019. «Fue cuando vinieron las sanitarias a comprobar dónde teníamos los pozos porque se quería poner en marcha la depuradora», cuenta. Después de eso, se reunió con los vecinos afectados para empezar a tratar el asunto.
Aunque las obras para llevar el agua apta para el consumo humano hasta Conforcos arrancaron el pasado miércoles y, en palabras del alcalde, tienen previsto ser finalizadas en un máximo de cuatro días, esta no es la única carencia con la que cuenta el enclave, que no presenta sistema de alcantarillado. «Me has dado agua, ahora dime dónde la puedo tirar», cuestiona Manuel Lopes.
El regidor, consciente de la problemática, confiesa tener entre sus planes proveer a la pedanía de la red de tuberías que recojan y transporten las aguas residuales. «Ahora lo que urge es el agua sanitaria», asevera: «El tema del alcantarillado habrá que empezar a tramitarlo por medio de alguna subvención o ayuda». A su modo de ver, se trata de algo «delicado» –sobre todo a razón del coste que supondría para el Consistorio paramés– y, debido a ello, no hay previsiones de ejecución de las obras correspondientes por el momento, pero sí se espera solucionarlo. Lopes se mantiene positivo al respecto, pero con algunas dudas: «Quizá sea el próximo paso, pero ojalá no tengamos que esperar otros veinte años».
Tanto vecinos como alcalde reciben la llegada del agua potable como una buena noticia. «Es una pena porque, si en otros pueblos hay agua desde hace sesenta o setenta años, a Conforcos le llega en 2024... Llegó antes la fibra óptica que el agua potable», indica García. A finales de esta semana, tres años después del estreno de la fibra, Conforcos dejará de ser un enclave sin agua potable. Un cambio esencial para mejorar la habitabilidad de la zona y hacer de la vida de sus vecinos una más sencilla.