El inicio de la carta no deja lugar a dudas: «Estas flores blancas son para el hombre y la mujer, cuyos nombres desconozco, vecinos de Santa Eulalia de Cabrera, que en los años 50 fueron torturados y asesinados a manos de mi abuelo, Benjamín Rodríguez Cañueto, y de su hermano pequeño, José Rodríguez Cañueto».
En estas primeras líneas, que firma Gema Rodríguez Ballester, ya se percibe que ella ha vivido bastante alejada de los datos de aquellos hechos y de La Cabrera, ya que desconoce los nombres de aquellos asesinados, nombres conocidos en la comarca después de los trabajos de diversos investigadores, fundamentalmente de Santiago Macías para su libro ‘El monte o la muerte’, bastante centrado en la figura de Girón.
Explica la nieta que su abuelo, Benjamín Rodríguez Cañueto, ysu hermano pequeño, José Rodríguez Cañueto emigraron a Sevilla, "como una forma de huida, imagino". Tierra en la que seguramente también creció ella quien, después de esta presentación, redacta un impresionante y sincero testimonio en el que primero dice "lo siento" y después pide "perdón".
En el primer apartado siente los sucesos y también el dolor que causó. Para añadir: "Una pérdida así no se puede reparar pero con este gesto pretendo al menos reconocer la responsabilidad que mi linaje paterno tuvo en estos actos criminales. Y pedir perdón".
Perdón y paz para todos, "que Dios tenga en su Reino a aquellas víctimas que tanto sufrieron", y una petición para quienes lean la carta: "Si alguien encuentra esta carta y conoce a algún miembro de estas familias a las que me dirijo, le agradecería que les hiciera llegar estas palabras".
El texto de la carta
Santa Eulalia. 7 de julio de 2022
Estas flores blancas son para el hombre y la mujer, cuyos nombres desconozco, vecinos de Santa Eulalia de Cabrera, que en los años 50 fueron torturados y asesinados a manos de mi abuelo, Benjamín Rodríguez Cañueto, y de su hermano pequeño, José Rodríguez Cañueto. Ambos emigraron a Sevilla, como una forma de huida, imagino.
A las familias de este hombre y esta mujer, en nombre de mi familia quiero decir:
“LO SIENTO”
- Siento mucho todo lo que sucedió.
- Siento mucho vuestro dolor.
Una pérdida así no se puede reparar pero con este gesto pretendo al menos reconocer la responsabilidad que mi linaje paterno tuvo en estos actos criminales.
Y pedir PERDÓN.
La guerra terminó. Que la paz sea para todos, para los que ya murieron y para los que seguimos vivos.
Que Dios tenga en su Reino a aquellas víctimas que tanto sufrieron sin comprender y a sus perpetradores, haciéndoles reflexionar sobre sus actos y haciéndoles restablecer el equilibrio en el continuum de la vida.
La Guerra terminó.
Paz para todos.
Si alguien encuentra esta carta y conoce a algún miembro de estas familias a las que me dirijo, le agradecería que les hiciera llegar estas palabras.