Según las conclusiones provisionales del Ministerio Público, la mujer, «aprovechando las facilidades que le otorgaba su empleo y las limitaciones físicas propias de la avanzada edad de las personas a las que asistía», en febrero de 2017 «se apoderó de diversas joyas» de una mujer para la que trabajaba, tasadas pericialmente en 390 euros y que vendió posteriormente en un establecimiento de compra de oro. Salvo un topacio, éstas no pudieron ser recuperadas, puesto que ya habían sido fundidas.
Además, entre enero y marzo de 2017 también se apropió de diversas joyas pertenecientes a otra usuaria y tasadas pericialmente en 1.380 euros. El procedimiento fue el mismo, las vendió y tampoco pudieron ser recuperadas por haber sido fundidas.
Por último, y siempre según el fiscal, entre octubre de 2016 y enero de 2017, trabajando como asistenta para una mujer enferma de Alzheimer, la acusada también se quedó varias joyas de la señora, tasadas en este caso en 350 euros y que vendió en el mismo establecimiento, del que tampoco se pudieron recuperar.