«En los alrededores de Mostar todavía quedan muchas minas antipersona y la detección remota puede ser muy útil, tener un impacto grande en la sociedad», destacó. Y es que las minas terrestres llevan veinte años enterradas, desde el final de la guerra, y liberan unos productos químicos que hacen que no crezca la vegetación en zonas muy reducidas. Espacios imperceptibles para el ojo humano, pero no para las cámaras térmicas.
Aunque, de momento, se trata de un plan de futuro, el presente de los estudios con drones en el campus de Ponferrada para la recuperación vegetal en ecosistemas forestales afectados por grandes incendios ha llamado la atención de un grupo de trece profesores de siete universidades de Bosnia, Serbia y Albania, que han viajado a la capital berciana de la mano del proyecto ‘Geoweb’.
Esta iniciativa, que se desarrollará a lo largo de los próximos tres años, está destinada a la modernización de la educación en geodesia en los Balcanes con la meta de favorecer el desarrollo sostenible y la promoción de la integración regional de los países del este Europa. Está financiada con fondos de la Comisión Europea, que ha invertido más de 968.000 euros -la mayoría para compra de nuevo material en las universidades balcánicas-, y gestionada por el Real Instituto de Tecnologíade Estocolmo (Suecia) en colaboración con la Universidad Politécnica de Viena y la Universidad de León.
Nuevas vías de colaboración
Desde el campus de Ponferrada destacan las ventajas del proyecto de cooperación para «internacionalizar las titulaciones» y abrir nuevas vías de colaboración entre países. Así, tras visitar la comarca, profesores de Bosnia Herzegovina han detectado similitudes entre el Bierzo y la región de Mostar, donde también hay presencia de viñedos y árboles frutales. Algo que, a juicio de la coordinadora de ‘Geoweb' en la ULE, Flor Álvarez Taboada, puede ser útil a la hora de promover proyectos comunes de desarrollo territorial.
Por su parte, Dusan Jovanovic, de la Universidad de Novi Sad (Serbia), recalcó la importancia de la colaboración entre universidades tras la guerra. «Hablamos la misma lengua y compartimos las mismas opiniones sobre la educación superior por lo que no hay razones para no colaborar entre universidades», señaló al recordar que antes uno de los problemas para llevar a cabo este tipo de proyectos de cooperación era la imposibilidad de viajar.