No es lo habitual, pero, en ocasiones, la pasión por los colores se desborda, normalmente cuando se ve aderezada con un poco de alcohol, algo de mala suerte en el campo y mucho de poco respeto en la grada. Por eso, y porque el deporte ha de vivirse precisamente con deportividad, vale más prevenir que curar. Con ese objetivo se refuerza la seguridad en determinados partidos –hablamos ahora de fútbol, pero lo mismo pasa con cualquier otro evento deportivo– en los que se prevén grandes afluencias de público o que pueda desatarse algún enfrentamiento, que no sea el del campo y con balón. El pasado fin de semana la Ponferradina se medía en casa con el Sporting de Gijón. No se trata de tachar a ninguna afición de violenta, pero sí es cierto que ante la previsión de seguidores que el equipo visitante podía arrastrar hasta la capital berciana, se solicitaba refuerzo a la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional de León.
La unidad al completo se desplazaba desde León a Ponferrada para prestar apoyo al Grupo Operativo de Respuesta (GOR) de la capital ponferradina. Desde primera hora de la mañana del sábado varios vehículos policiales recorrían las calles de la ciudad en busca de la afición que disfrutaba de las horas previas al encuentro. El jefe de la UPR de León, Marcelo Fernández, coordina el dispositivo. Sabe dónde se encuentra cada grupo y cada grupo sabe qué tiene que hacer. Localizada la afición y controlados los horarios de salida del equipo visitante del hotel con destino al campo, la hora del partido se va acercando. Fernández explica que el operativo se divide en tres fases, hasta ahora están en el ‘antes’, por delante queda el ‘durante’ (el partido) y el ‘después’.
A las 16:45 horas tiene prevista la salida el autobús del Sporting hacia el estadio de la Ponferradina. Viajan escoltados por la policía mientras que en El Toralín ya están preparados para su llegada. Dos hileras de agentes forman un pasillo desde la salida del autobús al estadio. En las puertas de acceso se empiezan a amontonar la gente y los miembros de seguridad del club así como los efectivos de las fuerzas y cuerpos de seguridad se colocan en sus puestos. Las puertas se abren y las gradas empiezan a poblarse, comienza el ‘durante’. A pie de campo unos se ocupan del control del equipo arbitral y del centro del estadio, en las gradas centran sus esfuerzos, sobre todo, en las áreas reservadas a la afición visitante, la mareona, que en este caso saldrá victoriosa de El Toralín.
Como ayuda disponen de la Unidad Central Operativa (UCO), una sala policial dentro del estadio que, a través de 36 cámaras, tiene bajo control todos los accesos así como el interior y el exterior del recinto; una sala obligatoria para todos los equipos de Primera y Segunda División ya consolidados, como es el caso de la Ponferradina que cumple con este su tercer año consecutivo en la División de Plata.
El árbitro pita el inicio del partido. El ambiente se va caldeando a pesar de que caen algunos copos de nieve. La afición vive el esfuerzo de su equipo. Animan, abuchean, aplauden, gritan... pone el corazón en los colores y sienten como propia tanto la victoria como la derrota. Al final del primer tiempo el equipo local pierde de uno. En el fondo del Sporting brindan con cerveza y entonan el ‘Asturias, patria querida’, se nota la euforia. Todo discurre con tranquilidad, ya sea porque la afición está dando un gran ejemplo de deportividad o porque la presencia policial disuade las malas intenciones.
Antes de que se cumplan dos minutos de la segunda parte el sportinguista Isma sentencia el partido con el 0-2. Esto gusta más o menos a los que cubren la seguridad, pero desde luego, merma las posibilidades de enfrentamiento. Es uno de esos factores que determina cómo se va a desarrollar la tarde, al igual que el frío aplaca más las ganas de ‘guerra’ que el calor.
Termina el partido y todo parece muy tranquilo, no obstante los agentes de la UPR no bajan la guardia. Hacen salir poco a poco a los aficionados y son los últimos en abandonar el estadio.
Falta el ‘después’, que pasa por escoltar al equipo visitante hasta el autobús. Algunos de sus aficionados aguardan, a pesar del frío, para saludar a su ídolos. Fotos, besos, palmaditas en la espalda y al autobús. Ahora sí, el vehículo se pone en marcha escoltado por la policía y la UPR regresa a León con el deber cumplido. Todo está en orden.
Por la deportividad en el deporte
La UPR de la Policía Nacional de León controla la seguridad en eventos deportivos en los que se prevén masificaciones o altercados. El pasado sábado viajaba hasta Ponferrada
08/02/2015
Actualizado a
07/09/2019
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