Con el primer lunes de septiembre vuelve la normalidad en muchos pueblos de la provincia de León, en la mayoría de los casos acompañada de un triste sentimiento que tiene que ver con el adiós de aquellos que han pasado el verano en sus localidades de origen y que con el inicio del curso escolar y el final de las vacaciones regresan a las ciudades devolviendo el adjetivo de ‘vaciada’ o ‘vacía’, según quien lo diga, a esta parte de España.
Porque los pueblos de León tienen mucha vida durante el verano y así lo atestigua que su población crece en 159.811 personas, ‘veraneantes’ que hacen crecer en un 60% el padrón del León rural según señalan los últimos datos facilitados por el Ministerio de Política Territorial del Gobierno de España. Hay que tener que en cuenta que en estos datos no se tiene en cuenta los municipios con más de 50.000 habitantes, es decir León y Ponferrada, que evidentemente aportan buena parte de esos ‘migrantes’ estivales a los pueblos de la provincia sin tener en cuenta a los muchos que también llegan desde otros puntos del país e incluso del extranjero.
Y es que los pueblos de León siguen perdiendo población permanente, estando empadronados en estos últimos datos un total de 266.339 personas (casi un 3% menos que cuatro años antes), a la vez que el número de personas que regresa al verano continúa aumentando (cerca de un 13% en el mismo periodo de tiempo). Tal es así que un importante número de municipios de la provincia consigue duplicar e incluso triplicar durante el verano su padrón, con el pico habitual del mes de agosto que acaba de finalizar.
El padrón de la provincia restando León y Ponferrada pasa de 266.339 personas a una estimación de 426.150
Un pico poblacional que igualmente llena las viviendas de los municipios de la provincia, habitualmente vacías tal y como demuestran las cifras. Así, la Encuesta de Infraestructura y Equipamientos Locales cifraba en 205.027 viviendas las existentes en León fuera de las dos principales ciudades de la misma, es decir, una media de habitantes por casa de 1,3 personas. En verano esa ocupación aumenta hasta por encima de dos personas por casa. A tener en cuenta en este apartado está también el número plazas hoteleras y las que ofrecen las casas de turismo rural. Es similar la cifra en ambos casos, que también contribuyen al aumento de la población veraniega especialmente en lugares donde el turismo tiene más tirón, con 7.826 plazas hoteleras y 6.082 en lo que se refiere a las viviendas habilitadas para el turismo rural, donde destacan especialmente dos municipios, Molinaseca (449) y Santa Colomba de Somoza (519).
Y es que hablando de nombres propios, son varios los municipios que viven especialmente el aumento de población en la época veraniega. En términos absolutos y fuera de las localidades del alfoz, que registran el menor aumento relativo de población estacional, los municipios que mayor población registran son Astorga (15.235, un 42% más del padrón habitual), Villablino (15.377, 82%), La Bañeza (12.768, 24%), Bembibre (11.407, 32%) y especialmente Valencia de Don Juan, que duplica su población habitual hasta las 10.544 personas.
En términos relativos, las cabeceras de comarcas como la Montaña Oriental y Central viven enormes aumentos de población. En Boñar crece un 132%, en La Veclla se multiplica por tres, en Cistierna o Villamanín también se duplica o en Riaño se multiplica casi por 10. Lo mismo ocurre en Babia (San Emiliano pasa de 626 personas en el padrón casi 1.500) u Omaña (Riello prácticamente replica los números), pero sin tener que mirar necesariamente al norte con números sensiblemente mayores en algunas zonas del Páramo (Laguna de Negrillos dobla su población) o el Órbigo (Hospital pasa de 990 empadronados a una población de 2.500 personas).
Un aumento de población que es evidentemente bien recibido, pero suele traer problemas habituales en municipios muchas veces no preparados para el gran aumento de población. Así son habituales las denuncias vecinales de quienes pasan todo el año en los pueblos relacionadas con cortes de agua, recogida de basuras o atención sanitaria, retos que afrontan los ayuntamientos con la balanza en la mano de controlar las inversiones para quienes apenas pasan 2 o 3 meses en sus pueblos de origen.