La Universidad de León ha escrito un nuevo capítulo de su historia, uno cuyo título podría definirse como ‘Ruptura de los techos de cristal’ y en el que la protagonista es una científica sevillana con raíces en Santa María del Páramo. Laura María Lechuga se convertirá en la primera mujer reconocida por la institución como Doctora Honoris Causa, tal y como aprobó el Consejo de Gobierno de la ULE esta semana. Hasta 55 nombres de varón –el último el del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero– conforman el cuadro de honor del máximo reconocimiento que puede recibir una persona en el ámbito académico de la universidad leonesa. La número 56 será, por fin, una mujer y de ciencias.
«Esto es un hito para la Universidad de León y una enorme alegría para mí, soy la pionera y espero que vengan muchas más, quiero ayudar a más mujeres a llegar a lo más alto en la ciencia», declaró ayer a este periódico la investigadora, al tiempo que agradecía «el compromiso del rector, Juan Francisco García Marín, para impulsar este cambio, porque ya era hora de que la sociedad nos reconozca a las mujeres científicas». La doctora Lechuga reconoció que también «son pocas» las mujeres que han logrado ser Honoris Causa en otras universidades, pero consideró que «empezamos a ser visibles tras muchos años trabajando lo mismo o mejor que los hombres».
Laura Lechuga ya sabe lo que es alcanzar el título Honoris Causa de la mano de otra universidad, la de Cádiz, pero el de la ULE tendrá un valor especial al ser la tierra de sus raíces. «Tengo una mezcla andaluza y leonesa, ya que mi familia materna es de Santa María del Páramo, tengo allí mi segunda residencia, y allí pasé mucho tiempo en mi infancia y durante la pandemia», explicó. Tiene así una vinculación personal y cercana con la Universidad de León, con la que además ha colaborado durante años a través de diferentes conferencias y publicaciones.
El currículum de esta doctora en Química es excelso, con 270 trabajos de investigación a sus espaldas y diferentes premios nacionales e internacionales, pero también ha destacado como divulgadora científica en medios de comunicación, para acercar la realidad de su especialidad al resto de seres humanos.
Su trabajo en nanomedicina
Investigadora del CSIC y jefa de grupo en el Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2), Laura Lechuga es experta en Nanobiosensores y Aplicaciones Bioanalíticas. Su trabajo tiene aplicaciones directas especialmente en medicina, con nanobiosensores basados en principios fotónicos, es decir, tests que permiten por ejemplo «diagnosticar infecciones o un cáncer con sólo una muestra mínima de sangre u orina».
Los test de antígenos Covid-19 o las pruebas rápidas de VIH de las farmacias usan esta tecnología, aunque Lechuga matizó que los test que su grupo de investigación han implementado permiten incluso conocer cuántos virus tienes, la carga viral, que es lo más necesitan los médicos». En el caso de las pruebas de VIH, explicó que «unos microchips, por los que pasa la luz, son los que colocan unos receptores con una proteína específica que sólo se une a este virus, cuando lo detecta».
"Ahogados por la burocracia"
Al igual que los agricultores demandan una reducción de la burocracia, la científica lamentó estar «ahogada» por la cantidad de informes y formularios que debe rellenar. «Es tiempo que perdemos los científicos que debería ser tiempo para trabajar por la ciencia», señaló. Además, apuntó a dos dificultades más que enfrenta el sector, como son la consolidación del empleo, porque «no se consigue un puesto hasta ser bastante mayor» y también la fiscalización a la que están sometidos por la financiación pública que perciben, ya que «hasta para gastarse cinco euros tenemos que justificarlo».