Regreso al horror para ver a una madre

Olena y Vika, una de las familias que llegó a Villamanín en 2022 huyendo de la guerra en su país han visitado a su familia en Ucrania: "La gente está muy cansada, los jóvenes temen morir"

28/07/2024
 Actualizado a 28/07/2024
Olena y Vika con su madre, y abuela, que trabaja en Kiev en un hospital y les ha relatado experiencias realmente  duras con jóvenes heridos.
Olena y Vika con su madre, y abuela, que trabaja en Kiev en un hospital y les ha relatado experiencias realmente duras con jóvenes heridos.

Eran los últimos días de marzo de 2022 cuando dos familias ucranianas, refugiadas de guerra, llegaron a Villamanín. No se puede decir que fuera una fiesta pues en los hechos que les traían a León no cabe esa palabra, pero si una celebración de la solidaridad pues este pueblo se volcó de manera extraordinaria, tanto que uno de los impulsores de la llegada, Pope Álvarez, repetía  a quien le quisiera escuchar: "No puedo estar más orgulloso de mi pueblo".

No le faltaban motivos. Les dieron casa "hasta que haga falta", alimentos, bicicletas, productos de farmacia, Ezequiel siempre estaba ahí, hasta desfilaron en la Semana Santa de Santa Lucía... y mil detalles más.

Pero la vida sigue. El tiempo pasa, incluso falleció hace unos días Julio ‘El Canario’ que fue quién les cedió la casa ‘sine die’. Las familias ya se habían ido a vivir a León con una emotiva carta de despedida al pueblo que las había acogido. "Gracias por no dejarnos sentirnos solos, con todo lo que hemos pasado, y sentir todo su amor y apoyo. Por esto, ahora podemos avanzar. (...) Nunca olvidaremos cuan sinceramente abristeis vuestros brazos y corazones para acogernos en Villamanín. Ahora definitivamente puedo decir que Villamanín no es solo un pueblo pintoresco, con un bonito paisaje, es el lugar donde volvieron las fuerzas y las ganas de vivir".


Se fueron a León buscando un mejor destino laboral, una mejor situación para los  tres hijos de las dos madres ucranianas que habían llegado  con un sentimiento  de orfandad fácilmente entendible. Habían salido del horror, pero  habían dejado allí familia, amigos y a su país invadido y golpeado por Rusia.

Se fueron de Villamanín pero Villamanín no se fue ellos. El entusiasta (seguramente habría que decir solidario y generoso) Pope jamás perdió el contacto para solucionar cualquier problema que surgiera; Luzmar a su lado; Charo, muy importante para que su viaje fuera una realidad, siguió pendiente de su salud y ver sus trabajos actuales nos hace ver que Villamanín sigue cerca aunque ya no estén allí: "Olena y Vika están trabajando en el Ezequiel de Roa de la Vega las dos, la madre es una gran cocinera; y Uliana trabaja en el Ezequiel de la Calle Ancha; ya tienen una vida muy normal, dentro de sus circunstancias, cada una en su piso, con sus vidas, Sonnia sigue entrenando en bicicleta con las instrucciones que le da su entrenador en Ucrania, otra de las niñas tiene novio... en fin", nos cuenta Pope, aunque añade siempre "pero en su país sigue la guerra, aunque va pasando el tiempo y ya sabes lo que ocurre, hay otras noticias, otras historias y se va olvidando aquella tragedia que sigue".

En el regreso a Kiev de Olena y Vika se reencontraron con la familia, disfrutan de unos días... con elhorror al lado.
En el regreso a Kiev de Olena y Vika se reencontraron con la familia, disfrutan de unos días... con el horror al lado.



Olena ha cumplido hace tres semanas un anhelo desde que llegó, que fue creciendo con el paso del tiempo: la necesidad de visitar a la familia, especialmente a su madre. Lo ha hecho, lleva en Kiev casi tres semanas y lo que cuenta, al margen de la felicidad del reencuentro, es bastante desalentador. "La guerra sigue muy activa. La gente está muy cansada, los jóvenes temen morir porque han visto demasiadas muertes a su alrededor. La vida diaria es muy complicada, se va la luz con frecuencia, durante muchas horas, los negocios tienen que tener generadores para poder almacenar productos, pero claro, en las casas eso no es posible. Yo misma, aunque solo llevo aquí unas semanas, estoy muy cansada de lo que me ha tocado ver y vivir".

Y uno de los testimonios más directos lo tiene en su propia casa, con su madre, el principal  motivo de su regreso, que trabaja en un hospital. "Mi mamá sufre mucho en su trabajo, nos cuenta que es muy duro, deprimente, ver cómo llegan con demasiada frecuencia jóvenes a los que las bombas han amputado un brazo o una pierna, con los cuerpos maltrechos. Y la gran mayoría son todavía muy jóvenes, le da mucha pena".

Todo ello al margen de las habituales situaciones que provoca una guerra, y más si se alarga tanto  como esta ocurriendo con esta invasión de Ucrania, que ya supera los dos años. "La comida se ha puesto muy cara. Los salarios actuales son mucho más bajos que los españoles y, sin embargo, la mayoría de los productos de primera necesidad son más caros que en España, lo que nos da una idea de lo complicado que se hace comprarlos". 
De ahí que quiera contar la historia que le ha tocado vivir en su regreso a su tierra, que debería ser feliz pero la realidad es realmente muy dura.

Y resume la situación diaria de la gran mayoría de la población desde un testimonio muy cercano, el de su propia madre: "Para ella está siendo realmente complicado vivir en su país, en Ucrania. Pasa mucho tiempo sin luz en la casa, horas; las alarmas para la población suenan con frecuencia con el temor que provocan, se están destruyendo los trabajos y mucha gente lo ha perdido".
- ¿Cómo está el ánimo de la población?
- Están cansados y muy preocupados por la guerra. A su vez mantienen vivo el sentimiento de defender a nuestro país y todos tratamos de ayudar a nuestros militares a defender nuestra tierra del invasor. No nos olviden. 

 

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