Son jóvenes de edades comprendidas entre 16 y 29 años que no estudian, pero tampoco trabajan. Y aunque coincidiendo con n la recuperación económica su número se había ido reduciendo –hace justamente un año se era inferior al de antes de la crisis económica– lo cierto es que se ha producido un repunte.
Los datos facilitados a este periódico por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan que en el primer trimestre del año la cifra de ‘ninis’ leoneses se situó en 9.000. Esto supone un incremento del 28,5% en comparación con la cifra conocida hace justamente un año. Entonces había en la provincia un total de 7.000 jóvenes que ni estudian ni trabajan, 2.000 menos que ahora.
Cabe recordar que fue a partir del año 2008 cuando estalló la crisis económica y comenzó a incrementarse el número de jóvenes que se quedaban descolgados del mercado laboral una vez que acababan su formación o que ni tenían claro cómo afrontar su vida ante la creciente falta de oportunidades.
Fue concretamente en la EPA correspondiente al primer trimestre del año 2012 cuando se alcanzó el número más elevado de ‘ninis’ en la provincia. Se registraron entonces un total de 16.800, siempre según se desprende del análisis de los datos facilitados por el INE y tal y como puede comprobarse en la tabla que acompaña a esta información.
A partir de ese momento, la cifra comenzó a reducirse de forma progresiva al amparo de la recuperación de la economía y del mercado de trabajo. La tendencia a la baja registrada hasta el repunte del último año se atribuía a las numerosas iniciativas que han puesto en marcha en los últimos años las administraciones públicas a la hora de fomentar la formación y la inserción laboral de aquellos jóvenes que no tienen oficio ni beneficio.
La frustración ante la falta de oportunidades y el consentimiento por parte de los padres son las principales causas que se aportan siempre a la hora de explicar la situación de los ‘ninis’. Este fenómeno social se da mayoritariamente en las clases sociales medias y altas. Y ello es así porque suele tratarse de jóvenes que tienen asegurado un techo, la comida, la ropa e incluso las actividades de ocio. En definitiva, los padres les mantienen en ese estilo de vida y los jóvenes acaban pensando que todo esfuerzo carece de sentido.