Revilla: "León tiene entidad suficiente para ser autonomía igual que la tenía Cantabria"

Entrevista a Miguel Ángel Revilla, expresidente de Cantabria

24/11/2024
 Actualizado a 24/11/2024
Miguel Ángel Revilla, expresidente de Cantabria. | PRC
Miguel Ángel Revilla, expresidente de Cantabria. | PRC

Es sin duda uno de los políticos más mediáticos de nuestro país y el próximo viernes visitará a partir de la una y media de la tarde el café Azaila 1930 (ubicado en el número 12 de la avenida San Juan de Sahagún, en el barrio de La Palomera) para inaugurar junto al alcalde de León, José Antonio Diez, su poblado navideño, que es ya un clásico de las navidades leonesas y que este año coincide con el encendido de la iluminación de la ciudad, un acto que el carismático Miguel Ángel Revilla también tiene intención de presenciar. 

– ¿Qué siente cada vez que viene a León?
– Ahora tengo más tiempo y viajo mucho por España, pero León es un sitio muy especial, porque estoy casado con una berciana. Han sido muy frecuentes mis visitas a la provincia, tanto a León como al Bierzo. Me encanta el ambiente que hay y creo que el Bierzo es uno de los parajes más bonitos de España, sobre todo ahora en otoño, con esos colores de las viñas, con toda la gastronomía que tiene… He ido hace poco expresamente a Ponferrada a llenar el maletero de manzanas, que es una fruta me encanta. Soy muy conocido en el mercado de los sábados en Ponferrada y no sé si iré esta vez o me quedaré en el de León, pero soy un habitual consumidor de productos de la provincia. Me encanta el botillo, he sido su pregonero en Fabero y me han invitado a serlo en más sitios, pero no he podido ir. En fin, que en León estoy como en casa, me encanta y la razón fundamental es que tengo una mujer que adora León y El Bierzo. Ella es de Lumeras. Aunque en el carné pone Fabero, porque el padre era minero e inscribían allí a todos los bebés, ella es de Lumeras. Cuando mi suegra vivía allí, porque ahora está aquí en Santander, casi todos los meses íbamos a verla pese a que es un viaje bastante largo. Se tarda más en ir de Astillero a Lumeras que a Madrid, pero la verdad es que León está a un paso. 


 – ¿Y cómo ve la situación de nuestra provincia desde fuera? 
– Ha venido la crisis de la minería y de las centrales térmicas, que ha sido un palo tremendo para la provincia. Y lo peor es que en otros sitios sí se ha intentado paliar de alguna manera una catástrofe como esta, que es fruto de los cambios de ciclo económico que hacen que el carbón ya no sea la materia prima imprescindible que era hace cien años. En otros sitios se ha paliado la situación potenciando actividades de otro tipo que han ido compensando este desastre, pero en León no he visto que haya ocurrido. No he visto un impulso alternativo y se ha quedado un poco al margen dentro de Castilla y León. Y eso me lleva a pensar que León tiene entidad suficiente para ser comunidad autónoma igual que la tenía Cantabria. Yo luché para que fuéramos una comunidad autónoma y creo que nos ha ido bien, porque somos la cuarta o quinta de España con mejor calidad de vida, que es un conjunto de renta, servicios públicos e infraestructuras. Con la autonomía hemos ganado mucho. Tenemos visibilidad y tenemos nombre, porque antes éramos la provincia de Santander y éramos un apéndice de una macrorregión artificial que era Castilla. En la escuela aprendíamos aquello de Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia, Ávila, Valladolid y Palencia. León no estaba en aquella distribución y, pese a haber sido un reino y haber tenido entidad histórica suficiente, no sé por qué razón se quedó al margen de ser una comunidad autónoma, que yo creo que tenía méritos suficientes para serlo. Son cosas políticas que en su momento se determinaron así. A nosotros, que tampoco nos dieron la preautonomía, sí nos abrieron una espitan en el tema de la Constitución para que por referéndum de los ayuntamientos se pudiera reivindicar ser una comunidad y cambiarle el nombre. Y lo conseguimos rápidamente, porque casi todos los ayuntamientos de Cantabria lo acordaron en sesión plenaria. No sé, es una asignatura pendiente que León tenga esa entidad que históricamente se merece.  

– Precisamente ésa era la siguiente pregunta, cómo valora el movimiento leonesista desde un partido de carácter regionalista como el suyo…
– Si digo algo en contra del movimiento leonesista, me echa de casa Aurora (ríe). En España hubo un tiempo en que las provincias y las regiones se organizaron de una manera muy artificial y no se tuvieron en cuenta razones históricas y geográficas. Y León es un caso palmario de esa organización artificial. En la etapa en la que se decidió esta distribución autonómica, el interés inicial era juntar Castilla y León y ya entonces hubo algún tipo de enfrentamiento, porque había quien reclamaba el reconocimiento de una realidad histórica y geográfica y defendía que era mejor que se llevasen los asuntos desde un territorio que tiene extensión suficiente. León es mucho más grande que Cantabria. Se hizo una distribución en la que inicialmente no sólo iba León, porque Martín Villa tenía especial interés en integrar a Cantabria y a La Rioja, otra comunidad solvente y que tiene entidad. Y la excusa de la población no vale. "¿Dónde vamos con 560.000 habitantes?", me preguntaba la gente entonces cuando pedía la autonomía. Y yo les recordaba que el país más rico de Europa es Luxemburgo, que tiene la mitad de población que Cantabria. No es un tema poblacional, sino de muchas cuestiones. Es un tema de cohesión y de sentimiento de pertenencia a un territorio y en el caso de León es más que claro. El de León dice que es de León y el de Cantabria dice que es de Cantabria. Nosotros siempre decíamos que íbamos a Castilla a por vino. No había sentimiento de pertenencia a aquella gran comunidad autónoma. Éramos cántabros y españoles y León tiene también esa envergadura histórica, esa cohesión, esas costumbres, esa manera de ser que identifica a las personas que vivís allí y que os da ese sentimiento de pertenencia a un entorno geográfico, que al final es lo que justificaría una autonomía.  

– ¿Sería ahora una solución la autonomía propia o ya es demasiado tarde para que León pueda recuperar el vigor que tuvo entonces?
– Yo soy un autonomista convencido. Siempre he pensado que nadie puede conocer y solucionar mejor los problemas que aquellos que viven en el territorio. Es el gran debate que había en aquella época en España con el centralismo feroz de Madrid, que lo llevaba todo a base de gobernadores. Aquello era un anacronismo, porque eran gobernadores que venían y no sabían ni dónde estaban los pueblos del territorio que tenían que administrar. En principio, la autonomía es buena siempre que quienes estén al frente sean solventes y lo hagan bien, pero León no saldría en absoluto perjudicada por constituirse como comunidad autónoma. Soy un autonomista convencido y es algo que además comparte mi mujer, que es berciana y leonesa.  

– ¿Cree que ha funcionado el Estado de las Autonomías viendo la guerra de competencias que se desata cada vez que hay problemas graves como la pandemia o la Dana? 
– Independientemente del problema que tenemos en España con los nacionalismos desenfrenados, entre los que destacaría fundamentalmente del catalán y su sublevación institucional, porque los vascos están contentos con el marco que les dio la Constitución de tener un concierto económico y administrarse como si fuese un sistema federal, las autonomías han sido un éxito para España. Hemos prosperado de manera increíble. Cualquiera que haya venido a Cantabria hace medio siglo y que pueda comparar aquello con las carreteras que tenemos ahora, con la educación, con la sanidad… El cambio es brutal y para bien. Las autonomías han traído cosas muy buenas para el desarrollo de España. Otra cosa es que pueda haber disfunciones, pero en el caso de la Dana… Creo que está todo perfectamente diseñado en el tema de las emergencias en España. Cuando una autonomía declara el nivel dos de emergencia, que es cuando la cosa está ya complicada, el Estado se pone a su disposición. Y hay otra fórmula. Si el nivel dos te sobrepasa, declaras el tres y entra directamente el Estado a gestionar la emergencia. ¿Quién va a conocer dónde está un incendio o una inundación mejor que la comunidad autónoma? Y el nivel dos pone a todo el Estado a tu disposición, luego está perfecto. Otra cosa es si quien tiene que apretar esos botones no está en el sitio, pero eso no es problema del sistema. El sistema está perfecto. Yo he declarado tres niveles dos en Cantabria cuando he sido presidente. Cuando he apretado el botón, me ha llamado un general para poner el Ejército a mi disposición. No a la del ministro de Defensa, sino a la mía, porque en ese momento soy el representante del Estado y la máxima autoridad en el territorio. «Señor presidente, a sus órdenes», me decían antes de preguntarme cuántos efectivos o qué medios necesitábamos y dónde está la emergencia. Ahora, si yo no estoy en el despacho para apretar el botón, no le puedo echar la culpa al sistema. En el caso de la Dana, ni se apretó el dos, ni se apretó el tres… Y la gente flotando por las calles.  

– Hablaba de las ventajas que han supuesto las autonomías en las infraestructuras y en los servicios básicos, pero no es lo mismo prestarlos en Cantabria que en un territorio tan amplio como Castilla y León…
– Claro, pero está pendiente una ley de financiación autonómica, porque la actual se ha quedado antigua ya. Es el gran debate que habrá que afrontar en España en el futuro sobre la base de que la financiación no puede llegar en función de los habitantes, porque es una injusticia que contribuiría a despoblar medio país y a que fuéramos todos a Madrid. La financiación tiene que llegar en función del coste de la prestación del servicio. A mí me cuesta diariamente en Cantabria 120.000 euros el transporte escolar gratuito. Y somos 560.000 habitantes. En Madrid, que son siete millones, el coste es de 80.000 euros. ¿Por qué? Porque yo tengo un municipio que se llama Valderredible con 50 juntas vecinales y 15 niños distribuidos en 50 kilómetros de largo por 30 de ancho. Y todos los días tengo que poner dos o tres coches para llevarlos a la escuela, darles de comer y dejarles después en casa. Y eso hay que hacerlo salvo que alguien les diga que se vayan de allí, pero yo no lo permitiría. Ellos estaban allí hace siglos y tenemos que darles educación, sanidad y buenas infraestructuras. No es lo mismo hacer carreteras en Cantabria o en León que en Castilla La Mancha. Aquí hay que subir alturas de hasta 2.500 metros. Hay que tener en cuenta el coste de los servicios. En Cantabria no hay un kilómetro en el que no haya una casa y tengo que tener un consultorio en esos pueblos. La clave es el coste de los servicios, pero Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia quieren utilizar el criterio de la población, que sería la ruina para nosotros, para Castilla y León, para Cantabria, para Asturias y para Galicia. La gente se iría. Si no hay un médico o un colegio cerca de sus casas, la gente se va. Y luego hay otro factor muy importante, el envejecimiento de la población. ¿Es igual una población vieja desde el punto de vista sanitario que una población joven? No. Yo tengo que tomar nueve pastillas al día y tengo que ir al médico cada tres por cuatro. Cuando tenía 19 años, no sabía ni dónde estaba el consultorio médico. Y esto también hace que el coste de los servicios sea mucho mayor. Y todo eso hay que contemplarlo en la financiación, pero eso no es un defecto de la autonomía, sino que el problema está en España ya no se llega a un acuerdo en nada, porque esto es un gallinero. La autonomía es buena, pero hay que tener esos criterios razonables a la hora de repartir la financiación. Hay una pregunta a la que no me puede responder que no ni usted, ni Pedro, ni Juan. ¿Todo español tiene derecho a que una carretera llegue hasta su casa viva donde viva? Sí. ¿Y a tener cerca un médico o un maestro? También. Pues finánciese todo ello.

– Siempre ha sido muy reivindicativo y cómo presidente de Cantabria convivió con varios inquilinos en La Moncloa. ¿Con cuál se queda?
– Al que más dinero le he sacado ha sido a Pedro Sánchez. Me pagó toda la deuda de Valdecilla y el último año fue muy positivo, porque tenía la suerte de tener un diputado en Madrid que decidía muchas votaciones. En todo caso, estoy muy en contra de toda la deriva que ha llevado en cuanto al incumplimiento de las promesas que hacía en materias de gran calado como el independentismo. Ha dado un giro radical y para mí la falta de coherencia es algo muy grave. Pero a nivel de sacarle dinero, mi último año fue magnífico para Cantabria y les he dejado a estos de ahora el cajón lleno. Y luego el más gracioso y el más simpático era Mariano (ríe). Sí, sí, M. Rajoy era sin duda el más cercano y el más irónico.  

– ¿Acaba de sacar nuevo libro. ¿Qué se va a encontrar esta vez el lector?
– Todos nos hacemos preguntas constantemente. «Oye, Revilla, ¿por qué el rey emérito es un chorizo o por qué Zaplana se llevó no sé cuánto?», me preguntan cada poco por la calle. Son las preguntas que la gente se hace cada día en los bares. Por qué Aldama, por qué Koldo por qué Pedro decía que no y ahora es que sí… En el libro yo me hago diez preguntas y trato de explicar el comportamiento humano a través de las respuestas. Y habrá gente que esté de acuerdo conmigo y gente que no, pero como yo soy una persona libre, digo lo que pienso. Y por eso el libro se titula 'Por qué pasa lo que pasa'. 

– Ha anunciado su retirada de la política en 2027. ¿Qué sensación le dejan todos estos años de servicio público? 
– Estoy muy contento, porque no he robado nunca nada y la gente me quiere allá donde voy. Lo vais a ver en León el viernes. Más allá de que tengamos las mejores carreteras de España, la mejor sanidad de España y quizá la mejor educación de España, de lo que más orgulloso me siento es que en 1975 era director de un banco y profesor universitario, además de tener un chalé y un barco, pero lo dejé todo para luchar por que una tierra llamada Santander recuperara el nombre histórico de Cantabria y pasara a ser una autonomía. Y lo he conseguido, además de haber contribuido con mi gran labor difusora a que Cantabria sea una región respetada y querida, que no es más que ninguna, pero tampoco menos. Y he tratado de conciliar la defensa de nuestra identidad con el amor a la patria común de todos, que es España. Por lo tanto, yo me levanto cada día, con 82 años que hago el día 23 de enero, y me digo: "¡Coño, Revilluca, pues no has hecho poca cosa!".  

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