"Se nos ocurre que el simbólico acto de lanzar capilotes al pantano es una buena forma de recordar, de manifestarnos, rindiendo homenaje al rico pasado anegado de nuestros pueblos, destruidos con brutalidad hace 37 años. Un sentido y sencillo gesto en este señalado y simbólico 'Día del Capilote'. Todos los mozos del pueblo de Riaño y de todos los pueblos anegados, y quien quisiera, por supuesto, caminar en procesión hasta el viaducto con una flor del valle en la mano, lo hizo para, al llegar, arrojarla sobre las aguas del pantano en un gesto tan sentido como lleno de significado". Así explica Fonso, uno de los padres de la celebración del Día del Capilote en Riaño (y el valle) el acto central y más emotivo de una jornada en la que lo destemplado del día no les echó para atrás. Allí acudieron, tiñeron las aguas del amarillo capilote y siguieron con una intensa jornada de actividades de todo tipo.
Una cita abierta a todos los que se quisieran sumar pero, es evidente, con un recuerdo especial para las gentes del valle que se quedaron sin pueblo, pero no sin recuerdos ni sin gentilicio. "Es ésta que este sábado celebramos una propuesta para todos los riañeses, porteños, pedrosianos, ancileños, escarinos, salienses, buroneses, holdenses, y todas aquellas personas que sienten que han perdido algo importante bajo esas aguas; lejos de cuestiones materiales, por supuesto".

No podía faltar un recuerdo para un luchador por el valle que se acaba de ir, Leoncio el de La Puerta, Poncho, el hombre al que tanto daño le hicieron aquellos días de ignominia.