Con la llegada del mes de febrero la provincia de León se prepara para la celebración del carnaval. Disfraces coloridos, originales y con muy buen humor que se darán cita en desfiles a lo largo y ancho de toda la provincia. Mientras tanto en otros puntos de León como Riaño y Omaña se preparan los carnavales más autóctonos, antruidos y antruinos, con máscaras, cencerros y olor a ceniza para el próximo 22 de febrero. Unas celebraciones que comparten similitudes y a las que se une el simbolismo.Con este tipo de manifestaciones se marcaba el fin del invierno y el inicio de la primavera, y predominan los encendidos de hoguera. Lo que pasaba por el fuego se volvía puro, el fuego cerraba el ciclo oscuro y tenebroso del invierno, ahuyentaba a los malos espíritus. Las fuerzas del mal se combatían con él, y tras la oscuridad la primavera resurgía y traía consigo nueva vida.
Estos carnavales de carácter tradicional tienen otros ejemplos en la provincia leonesa en puntos como Villalfeide, Riello, Cimanes del Tejar, Carrizo de la Ribera, Llamas de la Ribera, Velilla de la Reina, Alcoba de la Ribera, Santa Olaja de Eslonza, Alija del Infantado, Burbia, Nogar (Castrillo de Cabrera), Pozos (Cabrera), La Cuesta (Truchas, Cabrera) o Rodiezmo.
En la Montaña de Riaño el Antruido cuenta con personajes típicos como los zamarrones, principales actores en esta tradición, junto a la vieja, el torero, el ciego, el león, el toro o el oso. Personajes que recorren las calles con sus particulares indumentarias y funciones, esencia de esta rica tradición. Los principales protagonistas son los zamarrones, representados por mozos cubiertos de pieles de lana de oveja negra sobre chaquetas de lana basta, cara tiznada de negro, gorro ajustado de lana o paño negro. Bajo las pieles llevaban pantalones oscuros bombachos, botas llamadas escarpines y calcetines largos. Unos cinchos cruzados al pecho sujetaban el cinturón de cuero ancho del que colgaban varios cencerros, que movían con gran escándalo. La función de los zamarrones era correr tras las mozas tirándoles agua y las pelusas de una planta difíciles de quitar. Además, algunos mozos hinchaban vejigas que después explotaban con gran algarabía. Junto a ellos, y completando la tradición, estarán el toro y el torero, la vieja, el oso y las damas. Esta fiesta, que se celebró en la comarca hasta la segunda década del siglo XX, fue recuperada en el año 2009por la Asociación Cultural Montaña de Vadinia-Riaño.
En la localidad omañesa de Riello se mantienen las tradiciones y que la zafarronada se sigue celebrando cada sábado antes del martes de carnaval, recorriendo la localidad para despedir el invierno. No falta el fuego, la simbología y los personajes que hacen que éste sea un carnaval único. Su riqueza y valor cultural, hacen que esta tradición, que se recuperó en 1987, haya sido reconocida como de interés turístico provincial. Encendido de hoguera y zafarronada marcan está jornada que este año contará, además, con la participación de la Asociación Cultural Guirrios y Madamas de Llamas de la Ribera. La zafarronada, que se caracteriza por el encendido de la hoguera en la plaza, es el acto central. En ella, salen a escena los principales actores de esta tradición: los zafarrones. Se trata de uno seres vestidos de blanco que tapan sus caras con máscaras oscuras. Suelen llevar abarcas de piel, cinturón y correas de las que cuelgan cencerros y grandes esquilones, cuyo sonar, alertan de su paso por las calles del pueblo. También portan un saco de ceniza, que esparcen a su paso.
Otros actores de esta tradición son el toro y el torero. Antorchas naturales, de ramas y raíces de urz, son otra de las características de este rito. Encendidas en la hoguera, crean a la luz del fuego retorcidas sombras.
Ritos ancestrales para despedir el invierno
En puntos de la provincia como Riaño y Omaña preparan sus carnavales más autóctonos en los que no faltarán oscuras máscaras, cencerros y olor a ceniza
09/02/2020
Actualizado a
09/02/2020
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