¿Rojo o ruso? Cabreirés

Antonio Bayo, Antonio B. en su novelada biografía, es un enigma y una leyenda en la comarca de más leyendas, Cabrera, donde vivió, de donde huyó perseguido, donde sigue estando presente en todos los seranos

21/01/2024
 Actualizado a 21/01/2024
Una de las pocas imágenes del cabreirés, de La Baña, Antonio Bayo, que primero fue ‘El Rojo’ y depués ‘El  Ruso.
Una de las pocas imágenes del cabreirés, de La Baña, Antonio Bayo, que primero fue ‘El Rojo’ y depués ‘El Ruso.

Si hay una comarca leonesa en las que resulta muy complicado elegir un solo personaje «inolvidable», ésa es Cabrera, las Cabreras, una tierra llena de mitos, leyendas, tipos irrepetibles, legendarios, guerrilleros, investigadores, ferrangancheiros e, incluso, históricos.

Cabreirés es, por ejemplo, el Relojero Losada, creador de más famoso reloj de España, el de La Puerta del Sol, que el de Iruela regaló a la ciudad de Madrid; cabreirés de Noceda es el excelente investigador Amable Liñán, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica en 1993; una leyenda cabreiresa  es el más legendario de los guerrilleros llamados maquis, Girón, el hombre que murió tres veces; cabreireses son los músicos tradicionales más recordados, Moisés Liébana, por ejemplo; o si se trata de esos personajes entrañables que recorrían aquellos pueblos, ahí está Colás... se podría seguir, hasta nuestros días. Incluso es de esta comarca, por aumentar sus paradojas, ‘El bandolero de Omaña’, sin duda el ratero más entrañable y el preso fugado al que nadie busca, bueno sí, le está buscando un abogado de un bufete catalán para que cobre una suculenta herencia que le ha dejado la misma madre que le abandonó siendo un niño, pero ni eso seduce a Salvador Cañueto para abandonar el silencio de esos montes a los que parece que ha regresado... 

Pero de casi todos estos, por suerte, se ha hablado y escrito mucho...

No oculto que es muy seductora la idea de que ocupe un espacio de inolvidables un tipo como Colás y los que en estas comarcas leonesas (Cabrera Alta y Cabrera Baja) conocían como ferragancheiros (algo parecido a hojalateros) que recorrían los pueblos, hacían arreglos, contaban historias, dormían con el cielo como techo y encontraban las puertas de todas las casas abiertas pues se habían ganado la confianza de los cabreireses. Gentes como Escuredo o El Gobernador, aunque en el caso de Colasicu no necesitaba ni hacer arreglos pues se beneficiaba de esa otra ‘institución’ solidaria que era ‘la vara los probes’.   

Vidas con gancho, pero hay un personaje, de La Baña, que tiene todos los ingredientes paras ser un inolvidable, de hecho sigue estando presente en numerosas conversaciones y seranos: Es Antonio Bayo. De él también se ha escrito, una extensa novela de setecientas páginas por un reconocido escritor vasco: Ramiro Pinilla, quien publicó en los años 70 un volumen de largo título: ‘Antonio B... El Rojo, ciudadano de tercera. España, España’  que en ediciones posteriores cambió por ‘Antonio B... El Ruso, ciudadano de tercera’, siendo este cambio otro de los muchos enigmas que adornan la biografía del inolvidable cabreirés.

Sobre Antonio Bayo hay certezas y hay incertidumbres, pero las dos alimentan la leyenda.  Entre las certezas de este cabreirés nacido en los complicados y convulsos años 30 está el hecho de que nació en  una familia muy pobre de una comarca pobre, que su madre era su sustento, que sintió muy de cerca las injusticias y se convirtió en un rebelde con causa que acabó siendo perseguido sin tregua ni cuartel, que respondió muchas veces con violencia —llegó a quemar el cuartel de la guardia civil— y que el hecho de moverse por el monte como pez en el agua, ya en la posguerra, hizo que se creyera que podía tener contacto con los maquis, lo que aumentaba la presión sobre él. Bayo, a su vez, describe agresiones y vejaciones sobre su madre, con la guardia civil y el cura como protagonistas, a las que responde con dureza. Algunas las recuerda en el libro con gran crudeza. Marzán, vecino de Pombriego ya fallecido, que conoció a Bayo, recordaba que « siempre se contó por estos pueblos que le hicieron de todo, a él y a su madre, pero se defendía como gato panza arriba, que no era cualquier cosa ni se dejaba avasallar». 

Hay, por ejemplo, una pasaje realmente duro de una ocasión en la que estaba escondido en casa de su madre, con una grave herida en una mano (llegó a perder dos dedos) que le producía un tremendo dolor e, incluso, un fuerte olor ‘a carne podrida’, hasta el punto de temer que pudiera ser descubierto en alguna visita de la guardia civil ‘por el olor a carne podrida’. Así lo cuenta Ramiro Pinilla, que insistía en que era fiel a lo que le narró el cabreirés. 

-Madre, ¿cuánto tiempo llevo aquí?
-Cuatro meses.
-Ayer me visitó padre.

Madre me mira largo rato antes de suspirar.

-Dios no deja que los cabrones se aparezcan a los vivos.
-Lo tuve donde está usted y me dijo que había venido a conocerme.
-Pues ha venido en mal momento. Se habrá llevado de ti una impresión bastante jodida.
-Yo me largo de aquí, madre. Me estoy muriendo y no quiero morirme como un perro. Me presentaré a los guardias y que ellos me lleven al médico. Si no me puede salvar las manos, al menos me salvará la vida.
-Aguanta un poco más.
-Me estoy volviendo loco de dolores.
-Pues eso se piensa antes, hijo. Has elegido esta vida y tienes que arrear con ella. ¿Por qué no bajas a quejarte a tu madre cuando comes en el monte corzos y codornices? Hay que estar a las duras y a las maduras. ¡Y dichoso tú!, porque yo sólo estoy a las duras. Mira, hijo: en cuanto los guardias sepan dónde has estado escondido y quiénes te han guardado, yo y tus dos tíos seremos acusados de encubridores y nos molerán a palos, para empezar. Aguanta, sigue donde estás, que Dios y la Virgen no te abandonarán, ni nosotros tampoco. 
-Pues a ver cuándo me quitan más gusanos, que me pican.

Cuenta Antonio Bayo cómo escondido en la casa de su madre, herido en una mano, se le estaban cangrenando los dedos y se quiso entregar, pero su madre no le dejó

Así de crudo es el relato de cómo Antonio B., un prófugo que se fue ‘animalizando’ en el monte, de huida en huida, hasta que pudo abandonar Cabrera pero su vida se convirtió en una sucesión de cárceles. «En este país si te conviertes en un maldito ya no hay vuelta atrás».

Curiosamente Bayo acabó en el País Vasco, de guarda jurado en una obra y en esa etapa en Getxo conoció a Ramiro Pinilla (Premio Nacional de Literatura por su trilogía sobre el País Vasco ‘Verdes Valles, Colinas Rojas. La Tierra Convulsa’). 

La publicación del libo ‘resucitó’ la figura de Bayo en Cabrera, que incluso regresó a la comarca (falleció en 1984). Los límites de la realidad y lo novelado centraban las discusiones, sobre todo en lo referente a las posibles exageraciones en algunos pasajes, especialmente los relacionados con la represión ejercida sobre su madre. Julio, singular dueño de uno de los bares de Pombriego y trabajador en las canteras, aseguraba haber hablado «largo con él después del libro» y que había mucho de real en la novela. «Hombre, alguna exageración igual... pero él pasó mucho y su madre más».

Seguramente quien más estudio a fondo el libro y es un gran conocedor de Cabrera es el sacerdote y escritor Manuel Garrido, cura de Quintanilla muchos años, quien en diversos artículos apuesta porque hay en ‘Antonio B. El Rojo (o El Ruso)’ excesiva ficción en uno de los artículos de su libro ‘Escrito en Cabrera’: «Cuando se conocieron, Bayo y Pinilla se utilizaron mutuamente y se hicieron trampa. El cabreirés engordó el relato de sus andanzas con fechorías e historias inventadas (relación con Girón, accidente en la mano) y el vasco le ocultó su intención, que no era escribir una simple biografía sino ilustrar con ella una tesis. Así, Antonio hizo muchas fechorías, pero más aún le contó; si a eso le añadimos lo que éste puso de su propia cosecha, habremos alcanzado las 685 páginas de la primera edición para ilustrar lo que ‘quería reflejar’: ‘un hombre aplastado por las instituciones, la Iglesia, policía, jueces’ (palabras textuales de Pinilla)». Y elige algunos de los pasajes en los que le parecen más evidentes las exageraciones: «En el relleno sobresalen aportaciones, como los favores sexuales de su madre al cura a cambio de unas pocas patatas, sin duda de cosecha propia, pues no parece posible que el hijo, por canalla que fuera, se atreviera con un invento tan denigrante para su pobre madre. Y en cuanto a esa noticia de las siete veces, siete, que fue a comulgar un día (vale decir en la misma misa) para paliar el hambre, no pasa de ser un chiste más bien ramplón».

Hay otras dos claves de una biografía legendaria en el propio título, el cambio de rojo a ruso (que parece que tenía que ver con el color de la piel y no con lo que sugiere a primera vista) parece tener un  simple interés comercial; y en el Antonio B..., con esos tres puntos de Bayo, hay un interés de ocultación del apellido en Antonio pues en aquellos años se hizo famoso el guardia civil Felipe Bayo, condenado a 67 años de prisión por el famoso Caso Lasa y Zavala. 

Y este Bayo, Felipe, era su hijo; él que se había pasado la vida huyendo de otros guardia civiles. De ahí ese B...

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