Rosa Quintano lleva trece años al frente de la organización del Área del Voluntariado del Hospital San Juan de Dios que cuidan y miman a los pacientes que ingresan en el centro y carecen de arropo familiar; están solos. Y en esa casi década y media que ha transcurrido, ha sido testigo de un cambio sustancial. El perfil del voluntariado de San Juan de Dios era, al principio, el de mujer, ligada a la parroquia y cercana a los trabajos de Cáritas. Un legado pegado en esa extraña creencia propia de las sociedades dirigidas por hombres, que daba por hecho que el cuidado de las personas mayores era competencia femenina. Con el paso de los años la espiritual aconfesionalidad de la condición humana ha hecho que ahora se unan al voluntariado todo tipo de personas, sea cual sea su género, su situación social o su formación.
En 2019, cuando aún no había comenzado la pandemia del Covid, el voluntariado en el Hospital San Juan de Dios cumplía 30 años de trabajo en silencio, los últimos trece con Rosa Quintano al frente, sobre todo con las personas mayores ingresadas que están solas. "Sí, nuestro principal trabajo está orientado a esas personas mayores que llegan al Hospital con patologías propias de la edad y que carecen de cobertura afectiva, normalmente no tienen a nadie. Además en muchos de los casos estos pacientes presentan síntomas que alertan de algún nivel de demencia, y por eso en el hospital hay muchos especialistas en geriatría".
–Aquí la labor del voluntariado es básica ¿Cuál es el camino directo para aquellas personas que quieren formar parte de esta nueva forma de entender la vida?
–Aunque la labor se extiende a otras áreas, como el Hogar del Transeúnte, o de apoyo a personas de otras países que son perseguidos por conflictos bélicos, por sus ideas o por su religión, la principal preocupación de la veintena de voluntarios que trabaja en el Hospital tiene como objetivo fundamental el dar ese apoyo físico, anímico, o espiritual a esas personas mayores que, cada día lo vemos como más asiduidad, no tienen a nadie. Queremos que nos perciban como cercanos, como algo parecido a su familia ¿Cómo llegan los voluntarios a nosotros? Fácil. El boca a boca nunca ha dejado de funcionar y ahora las redes sociales y la propia plataforma facilitan mucho el contacto. Una vez establecido, mantenemos una entrevista personal.
–Por cierto, parece que el voluntariado ya no es solo cosa de mujeres, ligadas a la parroquia y encargadas de cuidar a los mayores, como proclamaban los gestores de la sociedad española hasta hace pocos años...
–Cierto. Ahora vemos a hombres y mujeres en paridad, de todas las clases sociales, con o sin preparación universitaria, jóvenes, policías, abogadas… Es una paradoja, vivimos una sociedad muy competitiva e individual, pero cada vez más personas quieren dedicar su tiempo libre a los demás.
–Tal vez sea porque al final nos hemos dado cuenta de que la espiritualidad innata a la condición humana es aconfesional. Y también porque responde a un lema que ustedes reiteran muy a menudo: 'Recibimos mucho más de lo que damos'...
–Sí. No tengo dudas. Todos necesitamos explorar esa vertiente espiritual que es innata a las personas. Y qué mejor forma que ayudar a los demás porque cuando lo hacemos, como es el caso de las personas mayores ingresadas en un hospital y sin familia que les acompañe, siempre recibimos muchísimo más de lo que damos. Y es muy reconfortante y, si me permite la expresión, es aditivo y sin efectos secundarios ni daños colaterales.
–Además forman parte de la Plataforma del Voluntariado de León que lleva 20 años trabajando y ahora, recientemente, de la Plataforma de Castilla y León con sede en León...
–La plataforma de León siempre ha funcionado muy bien, y los asociados trabajan, coordinan actividades, enseñan, tienen muchos campos de operaciones muy necesarios porque el trabajo está orientado a sectores de la sociedad que viven al margen, o, mejor dicho, marginados, olvidados, abandonados a su suerte. Y necesitan apoyo y consuelo. Y sí, creemos que el que la sede de la Plataforma del Voluntariado de Castilla este aquí, y dirigida por una leonesa, nos dará más visibilidad y será un buen reclamo para muchas personas que se están pensando muy en serio en los beneficios físicos y sobre todo anímicos del voluntariado.
–¿Se puede pensar que el voluntariado es una forma de entender la vida, de hacer frente a una sociedad tan competitiva, feroz e individualista?
–La pandemia nos ha dado un buen ejemplo de la contradicción en que vivimos. Frente a los insolidarios, fuimos testigos de cómo muchísimas personas anónimas, sin ánimo de protagonismo, dieron lo mejor de manera espontánea, tal y como concebimos el voluntariado en San Juan de Dios. Es una forma de entender la vida, de comprender y priorizar qué es lo importante y de qué podemos prescindir.
–Los voluntarios ayudan a los mayores mientras dura la estancia en el Hospital ¿Piensan dar un paso más? ¿La pandemia ha paralizado algún proyecto en esta dirección?
–La verdad es que la pandemia no ha permitido a la Orden de San Juan de Dios una reorganización de la división canónica de España, ahora en tres zonas de trabajo. El objetivo es trasformar esta estructura en una única provincia. Este cambio nos permitiría desarrollar el siguiente paso, una vez que nuestros mayores se restablecen; acompañarles en su vida cotidiana, ya fuera del Hospital. En León cada vez son más las personas mayores que viven solas. Y sólo cabría añadir un apunte más; muchos de ellos no sólo viven, también mueren solos.
Rosa Quintano: "El voluntariado ya involucra a personas de todas las edades, sexo o condición"
La responsable del Área del Voluntariado del Hospital San Juan de Dios analiza este tipo de ayudas altruistas
27/01/2021
Actualizado a
27/01/2021
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