Reconocimiento y memoria
El presidente de Paradores de Turismo, Óscar López, agradeció la asistencia al acto del último superviviente, Josep Sala, así como de su familia, en nombre de quien se homenajeó “los miles como él que vivieron lo que vivieron en estas cuatro paredes”. Así lo apuntó durante la celebración de un acto de “reconocimiento y memoria”, pero también de “entendimiento y poner en valor la España de hoy”, para ver que “ha cambiado mucho” y que las dependencias de San Marcos “se dedican a que la gente conozca la historia”, que “en Paradores no se oculta”.
Por este motivo, por no ocultar la historia que tiene San Marcos, “no toda ella positiva”, Paradores ha preparado un ‘podcast’ y colocará unas placas conmemorativas que “explican, con toda transparencia, la historia” del Hostal.
También participó en el acto el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, que ha firmado un acuerdo con Paradores para la donación de libros para la biblioteca de San Marcos, se refirió a la democracia como “una manera de entender el orden al servicio de la convivencia y la hospitalidad y no al servicio de la represión” en un edificio que “tiene momentos bellísimos en la literatura, pero también muy tristes”, porque “cuando hay prisiones es porque el país en general es una prisión”.
En este sentido, consideró que celebrar este acto en un Parador es “muy significativo” y permite “no olvidar el pasado”, porque “esa es la manera de reconocer la historia y reparar el sufrimiento”.
Por su parte, el poeta Antonio Gamoneda, puso de relieve que la actual es una época “en la que estamos aprendiendo a ser” y que “todavía no está cerrada”, sino que “hay una España trágica que todavía extiende su sombra sobre nosotros” y en la que “el sufrimiento de todas las personas están abriendo a España para que no sea una prisión como lo fue San Marcos”.
Reivindicación y normalidad democrática
La periodista leonesa Olga Rodríguez, acudió al acto como “familiar de una víctima del franquismo” y recordó a Santos Francisco Díaz, “herrador de Mansilla de las Mulas, padre dos hijas y cinco hijos”, uno de los miles de presos que pasaron por San Marcos cuando fue campo de concentración franquista y que “sigue desaparecido en una fosa común junto a 70 personas en Villadangos del Páramo”.
Rodríguez puso de relieve que en España “no hubo Guerra Civil porque el golpe triunfó a pocas horas del inicio ni hubo bandos enfrentados, se produjo una persecución sistemática contra quienes pensaban de forma diferente a los franquistas, un plan estudiado para eliminar a quienes tenían unas ideas políticas determinadas y asesinadas por no apoyar el golpe”.
Después de eso, lamentó, llegaron “años sin que nadie pudiera reclamar los cuerpos de sus desaparecidos y fusilados, que no existían en los relatos de la historia, sino que pertenecen a una historia demasiado subterránea aún no reconocida del todo oficialmente a través de un proceso e verdad, justicia y reparación”. Por ello, consideró el acto de hoy “tan importante”, porque “la reivindicación de las víctimas mejora un país” que sería “indigno” si “nadie hubiera luchado contra el golpe de estado” y en el que “reconocer a las víctimas es reconocer que su sufrimiento deja de estar en el olvido”.
Finalmente, el también periodista Carlos Hernández coincidió con el resto de participantes del acto en que el acto este martes celebrado es “justo, necesario y de normalidad democrática” que “se hace con frecuencia en Italia o Alemania”, mientras que en España “un sector de la sociedad y la política lo ignora y sigue intentando blanquear historia franquista”.
Para Hernández, este martes se dio “un paso más” para “conocer la historia real de San Marcos, muy conocida en León pero muy desconocida en el resto de España” y para “poder sacar del olvido que en este país “hubo un sistema con 300 campos de concentración y más de un millar de batallones de trabajo, por los que pasaron más de un millón de prisioneros entre los que se produjeron decenas de miles de muertos, ninguno acusado de nada ni condenado por nada por aquellos tribunales ilegales e ilegítimos del franquismo”, que se “empeñó en falsificar la historia, blanquearla y callar con el miedo, el terror y la sangre a las víctima, las familias, los testigos y todos los disidentes políticos”.
El periodista también lamentó que “la democracia no corrigió la situación y decidió no mirar hacia atrás y dejar las cosas como estaban”, de manera que “el peor pecado de los primeros 25 años de dictadura fue no haber corregido esta historia falsificada y haberlas dejado en los libros de texto”, lo que provocó que “generaciones se hayan educado en democracia como verdaderos ignorantes históricos”.