El sacerdote nació el 22 de enero de 1941 en San Martín de Torres, localidad a donde regresaba cada verano o en Semana Santa y estudió en el Colegio San José de Valladolid, pero enraizó en el colegio gijonés de la Inmaculada Concepción desde su llegada al centro católico en 1964. En Gijón dio clases de gramática, latín y griego, pero si llegó a ser una institución fue por su capacidad para atraer a los jóvenes hacia valores humanos universales a través de herramientas tan sencillas como el deporte o la convivencia.
Gracias al padre Pachi, como cariñosamente se le conocía al jesuita, se fundó el Gijón Baloncesto, el equipo colegial infantil que entrenaba se proclamó campeón de España y los campamentos de verano en Santibáñez del Porma por los que pasaron cientos de jóvenes fueron obra del sacerdote de San Martín de Torres, cuya rehabilitación de la iglesia parroquial también fue un empeño personal del cura de la Compañía de Jesús, tal y como destacó en el funeral el José Ángel Cuesta, que presidió la ceremonia.
En el funeral oficiado en San Martín de Torres, antes de depositar las cenizas del jesuita en el panteón familiar, dos sobrinas del padre Ángel destacaron de su tío el hecho de inculcarles desde pequeños el «ser siempre personas buenas» o el «ayudar a los demás es ofrecerles el mismo camino hacia la libertad interior», tal y como apuntó San Ignacio de Loyola. De hecho, no fue esta la única referencia hacia el ‘espíritu ignaciano’ que el sacerdote tan querido en su tierra asturiana de adopción «profesaba a diario».