La Consejería de Sanidad acaba de formalizar el contrato de asesoramiento técnico y apoyo metodológico para la elaboración del anteproyecto del V Plan de Salud de Castilla y León, por un importe de algo más de 43.000 euros y un plazo de ejecución de cinco meses, lo que implica que este instrumento, que marca la planificación y dirección estratégica del sistema autonómico de salud, no llegará antes del verano. Aunque Sanidad lleva meses trabajando en el documento, ha decidido recurrir a una consultora para que le apoye en las fases de diagnóstico y análisis, así como en la definición del enfoque estratégico y el desarrollo de la hoja de ruta.
Con este nuevo documento, Sanidad quiere actualizar el IV Plan de Salud de Castilla y León, para el período 2016-2020, que debido a la situación generada por la pandemia de Covid-19 se ha extendido hasta la fecha. No en vano, se trata de un compromiso de legislatura, que el propio consejero del ramo, Alejandro Vázquez, adquirió durante su comparecencia en sede parlamentaria para explicar sus compromisos para estos años, donde lo defendió como el instrumento estratégico superior para la planificación y dirección del sistema de salud, “que recogerá las principales líneas que han de regir la política sanitaria los próximos años para hacer efectivo el derecho a la protección de la salud de los ciudadanos castellanos y leoneses”, explicó.
En este momento, ya se ha iniciado el proceso de elaboración de la propuesta del anteproyecto, que incluye una minuciosa planificación de las fases y actividades. También, se ha definido su orientación, de modo que responderá al cambio urgente de paradigma de abordaje de la salud desde la prevención de la enfermedad y la promoción. Este será el punto de partida del documento que establecerá todas las estrategias, planes y programas para lograr las mayores cotas de salud de la población, y se construirá con el punto de mira puesto en los retos demográficos, que se traducen en mayor enfermedad crónica y pluripatologías.
También, se centrará en la transformación digital, una oportunidad cada vez más necesaria al servicio de la salud, y todo sin olvidar que llega tras una pandemia que ha puesto al sistema contra las cuerdas; con signos de agotamiento, déficit de profesionales y que para más de uno tiene que reinventarse.
El documento marco, cuya planificación consultada por Ical ya ha sido sometida a audiencia pública y a participación ciudadana, nacerá de una evaluación previa de la cuarta planificación general sanitaria, para la que la Junta marcó una inversión de 4.969 millones de euros.
‘One Health. Una sola salud’
El texto seguirá lo que se ha dado en llamar los planes de cuarta generación, bajo el concepto de ‘One Health. Una sola salud’, propuesta de la Organización Mundial de la Salud que alerta de la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental. Estos nuevos planes tienen una vigencia más amplia, con metas marcadas de ocho a diez años, y giran en torno al ciudadano, la inversión en salud, sostenibilidad, y la salud y el big data.
De hecho, entre los principios rectores del V Plan de Salud figura el desarrollo de propuestas para el avance de procesos y servicios desde la investigación y la innovación, la formación y las tecnologías, tratando de forma individualizada la salud de las personas bajo una “salud personalizada, predictiva y efectiva” basada en la evidencia. También, incluye acciones prioritarias que permitan disminuir las desigualdades sociales en salud, para lo que se incorporará ‘la salud’ en todas las políticas que influyen en el estado de salud la población con una visión compartida.
El documento, cuyo esqueleto ha conocido Ical, asumirá las tendencias que, en el ámbito de la planificación sanitaria mundial, postula no sólo la OMS, sino Naciones Unidas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, y Europa, a través de la Agenda 2030 y el reglamento UEproSalud, entre otros.
Antecedentes
La evaluación del IV Plan de Salud servirá para sentar las bases del nuevo. Se prolongó de 2016 a 2020; contó con una financiación cercana a los 5.000 millones de euros e introdujo determinantes sociales y marcó el trabajo por áreas de intervención. Profundizó en el cambio organizativo necesario para adaptarse a las nuevas necesidades de los pacientes, cada vez más activos, mejor informados y exigentes, que requiere una adecuada atención en el sistema de salud y la sincronización con los servicios sociales.
Giró en torno a cinco áreas de intervención: equidad y salud en todas las políticas; proteger la salud frente a riesgos de origen ambiental y alimentarios; promover estilos de vida saludable y potenciar la seguridad frente a las lesiones; disminuir la carga de enfermedad, y reorientar el Servicio de Salud hacia un atención integrada y una responsabilidad compartida.
Cambio de paradigma
Castilla y León contó con su I Plan Estratégico de Salud en 1991, con una vigencia de seis años y un marcado carácter patogénico y salubrista. Por ejemplo, como prioridades se marcaron objetivos de vacunación, gripe, enfermedades de transmisión sexual, hepatitis o sida, entre otros.
El II, de 1998-2008, mantuvo este carácter, pero ya introdujo estrategias desde la salud pública. Su vigencia fue de diez años, cuatro más que el III, que se estableció para el período 2008-2012. En ese caso, fue una planificación más clínica, orientada hacia los 16 problemas de salud más prevalentes, como enfermedades cardiovasculares, tumores, diabetes mellitus, EPOC, depresión y suicidio, sepsis y dolor osteoarticular, entre otros. El IV, de 2016 a 2020, ya se alineó con las estrategias definidas por la OMS, en ‘Salud para todos en el siglo XX’, y desde el enfoque de la iniciativa «Salud en todas las políticas», estrategia de política transversal que introdujo la mejora de la salud y la equidad en salud como objetivo compartido de todos los sectores y niveles de gobierno en la ejecución de acciones y programas no estrictamente sanitarios y que, sin embargo, tienen un impacto probado en la mejora de la salud individual y colectiva.