Su propuesta trata de «buscar una solución ecológica al actual uso de productos fitosanitarios en el cultivo de lúpulo, mediante el uso de esporas de hongos autóctonos de cada parcela que se ofreció a formar parte del estudio!. «He aprovechado los buenos resultados que el Grupo de Investigación y Agricultura Sostenible de la ULE ha aportado sobre nuevas técnicas de biocontrol de enfermedades en cultivos de gran importancia en la provincia como vid, lúpulo y alubia», explica Miguel Sánchez.
La importancia del lúpulo en la provincia de León, supone el 99 por ciento de la producción nacional, y las nuevas políticas europeas encaminadas a un uso sostenible en el control de plagas y de los recursos con el fin de proteger los ecosistemas, han sido factores que han marcado la iniciativa de este joven universitario que ha recibido «una elevada implicación de agricultores de la zona, quienes me han proporcionado muestras de suelo y me han dejado experimentar en sus parcelas con el tratamiento con ‘Trichoderma’». Un hongo filamentoso presente en el suelo de forma natural que ha demostrado ser de gran utilidad en el control de plagas y enfermedades en sustitución de los actuales productos químicos.
Métodos más ecológicos
Los beneficiarios de este proyecto han sido los pequeños agricultores de la provincia de León, incluyendo a agricultores ecológicos de la Asociación de Agricultores y Ganaderos Ecológicos de León que han participado en ensayos de campo y en seminarios divulgativos sobre estrategias de control biológico de plagas. A parte de acercar a los agricultores nuevos métodos ecológicos de control de plagas, Miguel Sánchez explica que también se consigue «una idea sobre la efectividad de cepas autóctonas de ‘Trichoderma’ en la protección de los cultivos de la zona frente a plagas y enfermedades, junto con las respuestas genéticas que desencadena en el lúpulo y los efectos sobre la microbiota del suelo. Esto contribuye al objetivo 9.5 de la agenda 2030 de aumentar la investigación científica y mejorar la capacidad tecnológica de los sectores industriales».
El alumno de la ULE destaca que la beca ‘Ralbar’ está siendo «una gran experiencia, cargada de aprendizaje. «Gracias a la beca estoy tomando contacto con el trabajo en laboratorio, con otros investigadores, algo que durante la vida universitaria y el ajetreo de las clases no da tiempo a hacer de forma tan profesional, y en general adquiriendo habilidades y competencias en diferentes áreas que enriquecen enormemente mi verano», concluye este universitario.