- ¿Y qué hacía saber la señora presidenta en su bando?
- Más que hacer saber invitaba a los vecinos a colaborar en la decoración navideña del pueblo.
- ¿Para el concurso municipal?
- Es cierto que hay un concurso convocado por el Ayuntamiento para todos los pueblos, pero no ha sido eso lo que nos ha movido, lo que queríamos es que se viera que había vida en el pueblo, que lo peor que puede haber es la dejadez.
Quien explica el detonante de la singular decoración que hoy luce Villamejil es su presidenta, Verónica. Realmente sorprende cuando llegas al pueblo, en el que encontró una buena respuesta el bando y se formó un equipo de trabajo que merece la pena: José María aportó muchas ideas, Javi, Quique, Óscar y Lorenzo las hicieron realidad y aportaron otras; María tejió los vestidos y las cabezas de los Reyes Magos; la propia Verónica los vestidos del nacimiento y, añade, «para hacer los recados, que se pasaban el día pidiendo».
cuando vimos el esqueleto del primer Rey ya lo tuvimos claro... esto va. Que echaran cuerpo ya fue más fácil, con sacos. Reciclamos de todo Reconocen que no lo tuvieron muy claro desde el principio, que cuando trataban de montar el armazón no lo acababan de ver hasta que, dice José María, «cuando vimos el esqueleto del primer Rey ya lo tuvimos claro... esto va. Que echaran cuerpo ya fue más fácil, con sacos. Reciclamos de todo».
- ¿Muy artesanal?
- Absolutamente artesanal. Fuimos por varas al río, el armazón lo hicimos a motosierra, la radial también trabajó y sacos de pienso, de patatas, bolsas de basura... hurga en las figuras y verás.
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«Hacemos lo que se puede. Por San Isidro les damos el bollo preñao, hay muchos cursos en las escuelas, ahora mismo hay uno para que la gente mayor se arregle con los móviles... En fin, cosas para que no se mueran los pueblos».
Uno de los jubilados, sentado al sol junto a su gato, muestra el orgullo por el trabajo realizado: «Haga fotos, haga, no es el primero. Se para mucha gente, les sorprende y no es de extrañar».
Ha comenzado una nueva historia. Guardarán estas figuras y cada año irán sumando otras. Acabará Villamejil siendo un lugar de referencia cuando llegue la Navidad, al tiempo.
Es hora de marchar, ganas no hay. Es muy agradable la conversación con esta gente. La verdad es que lo que apetece quedarse en este pueblo que se niega a dejar pasar de largo la Navidad, pero como decía el histórico cantinero cuando quería cerrar: «Esta gente tendrá una casa para la que marchar».