Proconsi cumple 35 años y acaba de abrir un Centro de Operaciones en Ciberseguridad en el edificio ‘Nuevo Milenio’, que se encuentra en la localidad de Villarrodrigo de las Regueras. Fue allí donde la firma tecnológica que dirige Tomás Castro comenzó a crecer de una manera exponencial después de haber echado raíces en pequeñas oficinas de Padre Isla y el Polígono X y antes de trasladarse al Parque Tecnológico. El empresario repasa en esta entrevista la trayectoria de la compañía, la necesidad de hacer compatible la tecnología con el humanismo y la situación del sector.
– Cuando nació la empresa, quizá necesitaría más tiempo en explicar a qué se dedicaba que a vender sus productos...
– En las charlas que tengo de vez en cuando con estudiantes, se lo suelo contar. Se habla de la crisis del año 2008, de los problemas que está generando el mundo globalizado… pero cada época ha tenido lo suyo. En aquellos días, cuando comenzamos a montar este proyecto, la informática era el futuro, pero todavía se utilizaba la máquina de escribir, la Olivetti, que era el presente. ¿Quién compraba ordenadores? Pues empezaban a utilizarse en la Universidad, en Caja España y en alguna que otra empresa del mundo de las asesorías para llevar las declaraciones de la renta. Pero claro, de aquella un ordenador valía un millón de pesetas y tenía menos potencia que el móvil de gama más baja que cojamos ahora mismo.
– ¿Qué fue lo que supuso un mayor esfuerzo a la hora de conseguir poner en marcha la compañía?
– Diría dos cosas. La primera, salir y darte a conocer en otras ciudades de España donde León prácticamente no se conocía desde el punto de vista tecnológico. Igual ibas a La Rioja o a Barcelona y se sorprendían al ver que en León hacíamos proyectos de este tipo. Eran muy habituales comentarios de ese tipo. Y también diría la poca valoración que había del software. Parecía que lo que costaba era la máquina en sí, el hardware, que era por lo que se pagaba dinero, mientras que el software era algo residual que tenías que regalar. Se hablaba de futuro, pero nadie pagaba lo que valía el trabajo de la persona que hacía que esa máquina funcionase. Miguélez empezó vendiendo equipos informáticos y se dio el caso de llegar algún cliente que compró un ordenador para facturar, se lo llevó, lo enchufó y volvió diciendo que no funcionaba. Era entonces cuando había que explicar que hacía falta un software. Era el futuro, pero nadie te lo compraba.
– Proconsi ha inaugurado esta se mana un Centro de Operaciones en Ciberseguridad como una muestra más de su crecimiento, pero ¿cómo ha sido la trayectoria hasta llegar hasta aquí?
– El proyecto empezó cuando yo tenía 22 años y la evolución ha sido muy interesante, pero sólo te das cuenta cuando paras y reflexionas sobre todo el tiempo que ha pasado y que se ha ido rapidísimamente. Ves por ejemplo cómo desde aquella fecha has tenido que ir abriendo nuevos proyectos basados en creatividad, visión e investigaciones. Se te tienen que ocurrir las ideas, pero también tienes que visionarlas en el mercado y hacerlas tuyas para llegar a la conclusión de que pueden suponer una posibilidad de crecer. La empresa se ha expandido en diferentes etapas. La primera fue el desarrollo de nuestros sistemas ERP para el control logístico, de facturación y de contabilidad general de la propia empresa. Pero el mayor éxito comenzó cuando a toda esa parte de desarrollo le dábamos una capa de integración, que pasaba por saber colocar dispositivos hardware o elementos software externos de otros que, unidos a lo que tú haces, dan soluciones que no se encuentran en el mercado. Y creo que eso se convirtió en la especialidad de Proconsi. La inversión que nosotros hicimos desde el principio en I+D o en marketing no era habitual en el sector. Fuimos de las primeras pequeñas empresas que teníamos un enfoque de este tipo y eso fue lo que nos hizo ir creciendo y logrando visibilidad en determinados sectores. Es el caso de la logística del hidrocarburo. Hoy día los camiones siguen llevando litros de combustible en sus cisternas a las estaciones de servicio, a la maquinaria que trabaja en carretera o a las calderas de los consumidores de calderas. En 1992 salió una normativa europea que regulaba el impuesto especial sobre los hidrocarburos, que mueve mucho dinero, y fuimos la primera empresa española que automatizó los procesos de captura de datos que figuraban en aquella normativa y que se centraban en cuestiones administrativas que eran engorrosas y llevaban tener a gente trabajando en temas muy rutinarios y a cometer fallos por los cuales muchas veces te multaban. Por eso implementamos los primeros terminales de captura de datos de este tipo y muchos nos decían que dónde íbamos, porque eran más propios de un preventista de productos de alimentación que del sector del hidrocarburo. Sin embargo, pusimos en marcha las conexiones con las cisternas diseñando circuitos electrónicos que permitirían la captura de los sensores y nos daban información sobre temperatura o litros suministrados. Eso lo optimizaba todo y garantizaba que no había falsificación en los datos. Y todo ello se comunicaba en tiempo real. Al principio hubo algunos problemas, porque algunas compañías mueven muchos camiones y descargaban mucha información, pero se solventaron y desde León desarrollamos un sistema que luego ha sido copiado por otros competidores pero que nos permite seguir siendo líderes en este sector.
– Hablaba antes de la reducida cultura informática que había cuando nació Proconsi. ¿Ha pasado algo similar hasta hace poco tiempo en el caso de la ciberseguridad?
– Sí. Pasaba un poco lo mismo, pero la situación ha ido cambiando en los últimos años a base de palos que va recibiendo la gente. Lo que pasa es que entre los propios afectados se habla poco de los problemas de ciberseguridad que están ocurriendo. Parece que tienen vergüenza a comentar que le han atacado por no estar lo suficientemente protegidos. No se sabe, se oculta, pero continuamente estamos recibiendo vulnerabilidades de pequeñas empresas. Estos días hemos visto por ejemplo que un cliente paga a un proveedor que no somos nosotros porque le han extraído las claves y le cambian los datos en todas las facturas que le llegan e ingresa en una cuenta que no es en la correcta.
– Proconsi se distingue además por su atención a la responsabilidad social y al mundo de la cultura. ¿Qué proyectos manejan en este sentido?
– Es una obligación de cualquier empresa que está en un tejido de proximidad como es el de León. Tenemos que estar con la ciudad y es nuestra responsabilidad devolver de alguna manera una parte de nuestros beneficios. ¿Y cómo lo hacemos? Creando una fundación con varios objetivos. Creemos que la tecnología no debe apartar nunca la visión de lo que es el ser humano. El ser humano es quien ha llegado a crear la tecnología, la inteligencia artificial y la ciberseguridad. Pero también es el que hace cultura a través de la literatura, la escultura, la pintura, la fotografía o la música. Y luego está el patrimonio, porque no podemos perder las raíces de lo que sabemos a la hora de saber hacia dónde vamos. ¿Qué es lo que estamos viendo desde nuestra atalaya de la innovación? Que las nuevas generaciones, imbuidas en las nuevas tecnologías, pierden un poco la referencia de esa esencia que debe tener el ser humano. Lo importante es lo que tú eres capaz de crear o inventar, el emprendimiento. Y me da igual de qué tipo: en tecnología, en arte, en cultura, en tradiciones, en conservación de patrimonio, en naturaleza… Entonces, intentamos que la tecnología se utilice para ayudar a quienes piensan que hay que mantener esos valores esenciales del ser humano. ¿Cómo les ayudamos? En fotografía, por ejemplo, a crecer utilizando la inteligencia artificial como una herramienta de apoyo. Y lo mismo como un libro, pero insisto en que sólo como una herramienta de apoyo, no para que te lo escriba la inteligencia artificial, porque el humanismo tiene que ir siempre por delante. Por eso montamos la fundación y hemos creado Yvium, un espacio cultural y artístico. Además, ahora estamos trabajando en un proyecto muy bonito de patrimonio que por el momento no podemos detallar.
– A lo largo de estos 35 años, ha sido usted testigo y protagonista del cambio del sector TIC y de la economía leonesa en su conjunto. Proconsi fue además una de las primeras empresas en instalarse en el Parque Tecnológico. ¿Cómo ve este recinto empresarial en la actualidad y qué necesidades tiene?
– Dije desde el principio que era pequeño. El Parque Tecnológico debería haber crecido antes. No puede crecer cuando las empresas quieren venir porque, si no hay terreno, se van. Yo creo que hay posibilidades de hacer mas cosas en el Parque Tecnológico, pero se necesita que tengamos más terreno. Y también es verdad que hacen falta mejoras como la salida a la ronda, que tendría que estar hecha desde hace tiempo, o más carteles informativos. Tú entras en León y no sabes por dónde ir al Parque Tecnológico. Hay algunos ya más cerca, pero en las entradas de león no hay ninguna indicación. Y hay que cuidar mucho el tema de la seguridad, porque tuvimos problemas que finalmente se resolvieron a través de la tecnología. En todo caso, creo que el Parque Tecnológico en este momento es principalmente un buque insignia de crecimiento de todo lo relacionado con los laboratorios de investigación sanitaria. En la parte tecnológica se ha hecho poco esfuerzo en los últimos años, porque estamos los que estábamos y llegó un momento en que se paró.
– Da a entender que el sector tecnológico no está pasando por su mejor momento en León…
– Estamos en un punto de inflexión hacia abajo. Y me da pena tener que verlo de esta forma. Hasta ahora lo había visto siempre en una curva de crecimiento. El Incibe marcó una referencia muy importante que ha costado mucho y en la que hemos trabajado muchas personas. Yo he sido una de esas personas y podría escribir un libro con muchos detalles sobre ello, pero ha sido una bonita carrera de impulso a un proyecto que hoy en día necesitaría mucho más apoyo. Y no me refiero al presupuesto, sino a la capacidad que puede tener como motor para atraer industria que se focalice en León y desarrolle desde aquí sus proyectos. León se puede vender muy bien.
– ¿Pero por qué cree que ahora el sector está yendo hacia abajo?
– Hace ya algunos años que el Incibe perdió parte de sus competencias y se quedó como apoyo a la industria en la parte de ciberseguridad. Y no estoy viendo por parte del Gobierno o de la Junta se esté impulsando ese polo de atracción que en su día había generado muchos empleos y que se ha ido manteniendo, pero ahora mismo no se está haciendo ningún esfuerzo para que las empresas vengan a investigar aquí. Tenemos una Universidad muy potente y e instalarse aquí va a suponer una serie de ventajas y beneficios para las empresas. León es una ciudad pequeña y no es cara todavía. No es como ir a Madrid o a Málaga a comprar un piso. Hoy los jóvenes piensan de forma distinta. Cuando nosotros empezamos, lo primero que pensábamos era en cuánto íbamos a ganar, porque queríamos vivir, comprar coche, casarnos, tener hijos… Ahora los chavales no están en eso. Lo primero que preguntan es si pueden teletrabajar, el horario, la flexibilidad, las vacaciones… y luego ya el sueldo. Al variar esas prioridades, los chavales lo tienen complicado en las grandes ciudades. León tiene comunicaciones, nos han quitado frecuencias de AVE y deberíamos tener más. En dos horas estás en Madrid y eso no es nada. Vas y vienes trabajando y podrías plantearte incluso ir diariamente. Y una ventaja muy importante. Un piso vale mucho menos en León que en Madrid o en Málaga. Cuando el Gobierno se plantea la puesta en marcha de una fábrica de chips, que me parece adecuado para no quedar desprotegidos y en manos de Estados Unidos o de China, tiene que ver que instalarla en Málaga va a hacer que se siga encareciendo la vivienda o el precio de los hoteles. Eso infla los sueldos en comparación con otras ciudades. Estás pagando a gente mucho más por algo que no vale ese dinero en comparación con quienes trabajamos en otras provincias. León te da un sueldo digno para vivir en ciudades de este tamaño, que puede ser un 20% más barato que en Madrid. Incluso en Madrid están viviendo con sueldos de mil euros. Aquí con mil euros aún te puedes plantear algo. Tenemos que vender estas posibilidades. Tenemos el Incibe. ¿Por qué no lo vendemos? ¿Qué estamos haciendo para volver a la etapa de su primer director, Enrique Martínez, en la que hubo voluntad de atraer empresas para que contratasen, fabricasen y se desarrollasen aquí? Pero no con los profesionales de las empresas que están aquí, sino atrayendo a gente a la que le vendas esa calidad de vida.