El refranero dice que “al invierno no se lo come el lobo’, y una vez más la sabiduría popular acierta. Ha tardado en llegar, pero la nieve ha hecho acto de presencia. Más allá de los paisajes teñidos de blanco que evocan estampas idílicas, vivir con ella tiene otros matices. Cortes de luz, carreteras y calles sin abrir, fallos en la telefonía… Esa es la otra cara de la nieve a la que los habitantes de la montaña están más que acostumbrados, resignados.
En el municipio de Murias de Paredes, en la comarca de Omaña, viven estos días con problemas de telefonía, aunque en algunos casos las incidencias se remontan a antes de la llegada del temporal. La alcaldesa, Mari Carmen Mallo, explicaba que “en Villanueva de Omaña llevan sin teléfonos desde el sábado. En los pueblos de Fasgar, Vegapujín y Posada de Omaña llevan más de un mes sin teléfono. En Murias de Paredes, desde este lunes por la tarde no tenemos línea móvil, ni Internet y fija solo en algunos casos. Las incidencias abarcan las localidades enteras, por lo que no se pueden dar las incidencias. En los casos en que se consigue dar la avería, no hacen caso, y las respuestas son del tipo ‘como hay nieve los técnicos no pueden ir por si se accidentan’”. Para la regidora omañesa esta falta de interés se traduce en “impotencia” y sensación de “abandono” desde hace años.
Volvemos a encontrarnos con las desigualdades del medio rural, donde algo tan sencillo como coger el móvil para hacer una llamada, es algo imposible. Malas contestaciones y excusas vagas, es la respuesta que los afectados han encontrado en la compañía suministradora. En zonas como este rincón de Omaña, donde a la dispersión geográfica se suma la población envejecida, no contar con un aliado como el teléfono es algo grave. No poder hablar, no poder pedir algo en caso de emergencia o necesidad, es la otra cara de la nieve.
La falta de servicios en el medio rural se hace latente una vez más. Mientras empresas y administraciones parecen mirar a otro lado, los pueblos pierden calidad de vida. Una vez más se repite el cántico no de la España Vaciada, sino de la España que vacían. Mientras unos y otros se echan la culpa y se llenan la boca de buenas palabras contra la despoblación, en muchos pueblos como en el caso de Omaña, sigue sonando ‘El teléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura’.