Su amigo más joven solo tiene cien mil años

Juan Antonio Álvarez Gaspar cuida en su casa una espectacular colección de fósiles y minerales de todo el mundo y todas las épocas; un tesoro de miles de piezas

29/12/2024
 Actualizado a 29/12/2024
Juan Antonio Álvarez Gaspar muestra una de las piezas de su colección, que lleva reuniendo desde que era un niño en su pueblo, Llama. | MAURICIO PEÑA
Juan Antonio Álvarez Gaspar muestra una de las piezas de su colección, que lleva reuniendo desde que era un niño en su pueblo, Llama. | MAURICIO PEÑA

«Mi padre ya tenía unos pocos fósiles que iba recogiendo por el monte, como Llama y Colle es tan rico en ellos, y yo me fui aficionando. Por supuesto que estaban sin clasificar, ni con los nombres pero te entra el gusanillo... total que llevo con esta afición desde que era niño. A cada uno le da por una cosa a mí me dio por coleccionar fósiles y después la profesión me ayudó a seguir». Así explica Juan Antonio Álvarez Gaspar la impresionante colección de fósiles y minerales que llenan las estanterías del sótano de su casa. «Aquí habrá alrededor de 1.500, pero en esas cajas tendré otros tantos, o más, también clasificados, estudiados... como estos de las estanterías pero que ya no tengo donde ponerlos». 

A la pequeña colección de su padre, su pasión por los fósiles y salir al monte, su profesión de ingeniero de minas... se une un factor que a Toño Álvarez le parece fundamental. «León es un paraíso para los fósiles y los minerales, pero en concreto esta zona de Llama y Colle es la más rica de España en el periodo del devónico». 

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Debajo de las estanterías con fósiles y minerales se pueden ver cajas con otros para los que ya no tiene sitio. | MAURICIO PEÑA

En cada paso de su vida iba encontrando Álvarez Gaspar nuevos alicientes. «Al estudiar Minas cursé la materia de Geología, que me encantaba claro, y ahí fui conociendo más a fondo los periodos, los nombres de los fósiles, documentarlos en definitiva, que es lo más complicado pero también es muy entretenido, te obliga a leer, estudiar, documentarte...».

"La provincia de León es un paraíso de fósiles y minerales"

- ¿Es lo que más te gusta?
- Me gusta, pero lo mejor de esta afición es salir al campo con el bocadillo, recorrer monte, disfrutar. El trabajo de campo es lo que más presta, sin duda, a veces en unos paisajes espectaculares, rebuscando en minas ubicadas en desfiladeros, subiendo allí donde solo van las cabras. Te sientas en el alto, sacas el bocadillo, disfrutas de la vista...

- Ysi, además, encuentras algún fósil o un mineral.
- Ya ni te cuento.

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Clypeaster piramidalis, un equinido (erizo) del mioceno de la rambla de Sangonera. | MAURICIO PEÑA

En la faceta de coleccionista de José Antonio Álvarez Gaspar hay dos etapas diferentes. Primero se centró en los fósiles y en la actualidad está más volcado en los minerales. «No es cuestión mía. Los fósiles fueron lo primero que me atrapo pero ante el expolio que sufrieron en algunas partes las diferentes comunidades fueron sacando leyes, prohibiendo recogerlos en muchos casos y como yo no quiero problemas sino disfrutar pues me volqué en los minerales, que tampoco me son ajenos dada mi profesión vinculada a las minas».

También su profesión ayudó. Al acabar sus estudios trabajó unos meses en La Magdalena, «como ayudante de picador, pero también tuve suerte en este destino pues la zona de La Magdalena es muy rica en fósiles de la época del carbonífero;y aproveché aquellos meses hasta que un compañero de estudios me llamó para ir, ya como ingeniero técnico, a las minas de Guardo, donde estuve más de veinte años hasta que me prejubilé cuando la minería entró en decadencia. En esta etapa hubo muchos desmontes de minas y los desmontes también son un excelente yacimiento para la búsqueda de nuevas piezas para mi colección, más bien para mis colecciones».

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Álvarez tiene piezas de todo el mundo, ésta llegó de Marruecos. | MAURICIO PEÑA

Tiene todos los fósiles y minerales colocados con un pequeño cartel donde figura su nombre, su época, los años que tiene... pero Juan Antonio te los va contando sin necesidad de ‘chuleta’, «son como de la familia o como unos amigos más».

- Pero tienes unos amigos bastante viejos, muy ancianos.
- Buenos, en vez de contar en años contamos en miles de años.

- ¿Cuál es el más joven de todos estos que tienes por aquí?
-  Un cangrejo, italiano, que solo tiene cien mil años, de hecho está considerado un prefósil, demasiado joven para fósil.

- Claro, con cien mil años, ni habrá hecho la primera comunión ¿Y el más viejo?
- Pues los que tengo del periodo cámbrico, que tienen alrededor de 550 millones de años;son los más antiguos documentados pues no los hay anteriores debido a las condiciones, las partes blandas...

- ¿Y al que más cariño le tienes?
- Pues yo diría que a un pequeño cangrejo de la época del Jurásico, que lo encontré en Mataporquera, en Cantabria, que también es una comunidad bastante rica en este aspecto.

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un cangrejo prefósil de unos cien millones de año. | MAURICIO PEÑA

Además de la búsqueda directa, el trabajo de campo que llama Toño, hay una serie de ferias a las que el leonés le gusta acudir para intercambiar, comprar, «vender muy poco», como son las de Madrid, País Vasco, Cantabria o la jornada que se celebra desde hace unos años en el Museo de la Siderurgia y la Minería de Sabero.

- ¿Qué vas a buscar a estas ferias y lugares de intercambio?
- Fundamentalmente ir completando las colecciones, buscar los periodos que te faltan. Por ejemplo, esta zona nuestra de Llama y Colle es muy rica en fósiles de la Edad Terciaria (alrededor de 65 milllones de años) pero no tenemos de la Secundaria (hasta 250 millones de años) y de la Primaria (hasta 570 millones). 

- ¿Has comprado mucho?
- He buscado más pero sí, he comprado minerales de muchos países para ir completando colecciones.

- ¿Y vendido?
- Mucho menos, no me gusta vender. Te lo voy a dejar claro, esta afición me cuesta dinero, pero ya sabes lo de ‘sarna con gusto no pica’, es mi afición, no un negocio, como negocio sería ruinoso.  
Y se prepara para la tarea de cada invierno, ir limpiando pieza a pieza y, de paso, ir recordando sus nombres, su historia, el hallazgo, las anécdotas y, sobre todo, disfrutar del bocadillo en el monte. 

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