Sus trabajos se orientan principalmente al noroeste del país: Galicia, Asturias y el norte de la provincia, donde ya han hecho realidad algún proyecto. «Son zonas muy ricas en recursos agrarios y creemos que desde el mundo de la ciencia somos capaces de ofrecer nuevas alternativas», defiende.
Entre ellas, pondrá como ejemplo la recuperación de una zona vitícola «olvidada», un trabajo que empezó hace tres décadas y en el que fue necesario «empezar de cero». Hoy en día, en esa zona de Asturias «hay una denominación de origen, pequeñas empresas se están instalando, se está recuperando de nuevo el viñedo histórico y eso está creando puestos de trabajo a su alrededor», explica.
Lo mismo ha sucedido con el trabajo desarrollado más recientemente en Galicia. Allí investigan la recuperación del antiguo olivar, «que también históricamente es muy importante y estaba prácticamente olvidado», asegura. Una cuestión en la que llevan siete años trabajando, en los que «hemos descrito variedades autóctonas que ni siquiera se sabía que existían y estamos aportando datos para la creación de una denominación de origen Aceites de Galicia, algo que a su vez va a dar y está dando ya lugar a la instalación de pequeñas empresas familiares», confirma.
Ejemplos en ambos casos de «cómo desde la ciencia y utilizando los recursos naturales y agrarios que hay, podemos ayudar a aportar soluciones contra la despoblación», reivindica.
La base principal de estos casos de éxito está en el sector primario, pero hay opciones más allá de la agricultura. Por ejemplo, defiende, «en el tema de la viticultura también estamos haciendo estudios sobre aprovechamiento de residuos para la elaboración de nuevos productos de alto valor añadido, que son utilizados en cosmética o incluso en farmacología o alimentación». Por otro lado, la científica está trabajando con un grupo de investigación de robótica del CSIC para desarrollar robots «que pudiesen trabajar en esas zonas orográficamente muy difíciles y con mano de obra muy escasa o prácticamente nula».
«Digamos que partiendo de los recursos agrarios que hay y aplicando los conocimientos y las nuevas tecnologías somos capaces de dar lugar a que aparezcan nuevas iniciativas empresariales de alta rentabilidad en esas zonas», explica, porque el fin último del trabajo pasa porque estos avanceshagan de los lugares en los que se desarrollan «polos de atracción de población».
Además, asegura, sectores agrícolas como el de la vid y el del olivo «se pueden ligar muy fácilmente con el turismo natural, que también puede dar lugar a otro tipo de empresas diferentes».
Esas serán las principales líneas que Martínez Rodríguez explicará en la conferencia de este jueves en León. En definitiva, «cómo desde la ciencia de una forma multidisciplinar, porque en estos proyectos trabajamos científicos de muchas áreas, desde la agricultura, hasta la robótica pasando por la química orgánica o la física, podemos ser capaces de aportar soluciones».