Desde su inauguración oficial en el año 1994, la Mina de Tabliza consiguió convertirse rápidamente en un ejemplo a seguir dentro del sector minero y su rendimiento crecía exponencialmente durante el transcurso de los primeros años. La Montaña Leonesa vivía una época de máximo esplendor, los negocios se mantenían y los pueblos y sus gentes transmitían júbilo y esperanza a raudales. En 1993 se realizó la profundización del pozo de Tabliza conocido como "Emilio del Valle", la ejecución de las galerías del Grupo Competidora y el levantamiento del mítico castillete. Las obras se desarrollaban de manera positiva, el 24 de septiembre de 1994 se inauguró el Pozo Tabliza, y en abril del año siguiente, la Hullera Vasco-Leonesa adjudicó la ejecución de las labores de interior del Pozo Emilio del Valle.
En el año 1996, bajo la presidencia de Antonio del Valle, los Rendimientos tipo kilo hombre hora superaban los 634. Otro dato relevante de ese mismo año fueron los 7.800.000 euros de beneficio obtenido como resultado del ejercicio. Los inicios de la mina de Tabliza fueron extremadamente positivos para la empresa y la montaña leonesa en su conjunto vivía una época muy próspera y fructífera tanto a nivel social como económico. En palabras del ex Jefe del Grupo, Antonio Fernández Rodríguez, "la mina de Tabliza parecía que nunca se iba a terminar, el proyecto prometía, todo era ilusionante, teníamos la impresión de que nunca moriría, que sería eterna".
Todo esto choca directamente con la cruda realidad que vivimos desde hace años, ya que tras la disolución de la empresa como consecuencia de las políticas encaminadas a reducir la dependencia del carbón como fuente de energía, a día de hoy las imponentes infraestructuras mineras reflejan el abandono, el silencio y el vacío en su máxima expresión. "Es deprimente, antes todo era vida y ahora es muerte y desolación", comenta Antonio invadido por la nostalgia.
En septiembre de 2018 la Hullera Vasco-Leonesa comunicó el cierre total, con un ERE de 65 trabajadores, y el inicio de un Expediente de Extinción de empleo. El cierre total de las instalaciones de Tabliza se produjo oficialmente el 31 de diciembre del año 2018. A primera hora de la mañana del 22 de octubre de 2021, el mítico castillete de 32 metros de altura del Pozo Emilio del Valle fue derribado de forma cruel, poniendo fin así a la historia de una de las empresas más solventes de España, que durante más de cien años estuvo presente en la actividad minera de la región. En la actualidad, la desolación se va apoderando de manera progresiva de estos lugares, en detrimento de nuestra historia. "Si no se cuidan los símbolos, las próximas generaciones no podrán conocer la historia y desgraciadamente caerán en el olvido", comenta Antonio Fernández.
En las últimas tres décadas el brutal descenso de población de las localidades mineras leonesas ha sido imparable. Según el Instituto Nacional de Estadística, desde 1996 los municipios mineros de la provincia de León han perdido alrededor de 30.000 habitantes, lo que supone un tremendo retroceso a todos los niveles para la Montaña Leonesa. En palabras de Antonio, "la mina de Tabliza lo era todo, mantenía los negocios y la vida de la zona". Arrancar la minería de nuestras vidas ha sido la gota que colmó el vaso para que las localidades leonesas sufran esta irrefrenable regresión.
Apenado, Antonio sostiene, “no sé si Tabliza tuvo que morir o no, pero creo firmemente que no tuvo una muerte digna”. La apariencia actual que reflejan las infraestructuras mineras dista mucho de la época dorada vivida hace años y es la devastación la gran protagonista de esta historia que han dejado que finalice antes de tiempo.