En los últimos estertores de este irregular invierno, después de una larga y penosa enfermedad, se acababa la vida de una de las montañeras más destacadas en la historia del Montañismo Leonés.
Y, es que Tere Marchán Alonso, comenzó en la década de los años setenta a estar presente, no solo en muchas ascensiones a lo largo y ancho de nuestra privilegiada orografía, tanto en la larga alineación de la Cordillera Cantábrica y los Picos de Europa, como en la mayor parte de las montañas españolas, Gredos, Pirineos, Urbión, Sierra Nevada…, extendiendo su actividad, en esos años y las décadas siguientes, a muchas montañas de más allá de nuestras fronteras.
Con el paso de los años su horizonte deportivo se fue ampliando y sus pies, calzando zapatillas, pies de gato, gruesas botas de montaña y alpinismo, crampones o esquís de travesía, fueron alcanzando con esfuerzo muchas montañas de los más dispares macizos de cuatro continentes distintos.
Cuando allá por los años setenta y ochenta, en nuestra provincia aún era infrecuente la presencia de mujeres en las murallas del Fontún, las Hoces de Vegacervera, Pedrosa, Valdehuesa o Aviados, Tere ponía todo su entusiasmo escalando por varios difíciles itinerarios en estas verticales paredes.
Ascensiones y escaladas invernales como el Peña Ubiña, el Corredor Norte de la Torre Friero (que seguramente fue la primera mujer que lo escaló), el Almanzor en Gredos, o el Mulhacén y el Veleta, en Sierra Nevada, pueden dar buena cuenta de su excelente quehacer montañero. Es de destacar su escalada al difícil Torreón de los Galayos, en la Sierra de Gredos.
En los Picos de Europa, acompañada por Luis, su marido, ya ascendió a difíciles montañas como a Torre Santa en el verano de 1977 o al Naranjo de Bulnes en el otoño de 1979, alcanzando también las cumbres mas características de estas montañas, como el Torre Cerredo, el Llambrión, La Bermeja y un etc. muy largo, participando incluso en la apertura de un difícil itinerario en la cara norte de la Torre de Salinas, escalando también la vertical y poco ascendida Aguja María Luisa, un agudo desgaje de la Torre Friero.
Cautivada por Marruecos, hizo a este país un incontable número de viajes, muchos de ellos a las montañas del Alto Atlas, donde cabe destacar nada menos que doce ascensos a la cima de mayor elevación del norte de África: el Toubkal, de 4.167 m de altitud, la mayor parte de ellos en invierno o comienzos de la primavera, cuando la montaña está cubierta de nieve por lo que en alguna ocasión llevó los esquís de montaña. Hay que resaltar algunos de sus últimos ascensos que hizo subiendo desde la localidad de Imlil, a la cima del Toubkal, y descendiendo otra vez, teniendo que remontar para ello un desnivel de subida de casi 2.500 m, todo ello en la misma jornada, lo que exige un gran derroche físico.
En 1988 ascendió, en Laponia, a las cumbres más elevadas de Noruega y de Suecia, el Galdhopiggen (2.469 m), y el Kebnekaise (2.096 m) respectivamente. Antes ya había subido a la montaña más alta de Grecia, el Myticas (2.917 m) en el Olimpo, o al Triglaw (2.864 m), techo de Eslovenia, y años después subiría a la cima de mayor elevación de los Cárpatos, en el macizo del Tatras, en Eslovaquia, el nada sencillo Gerlachovsky (2.665 m). En Europa también había hecho varias actividades en las Dolomitas y en el macizo del Mont Blanc.
En 1982 participó en la Expedición Leonesa al Kenya, alcanzando la cima de la Punta Lenana, de casi 5.000 metros de altitud, y unos años después también hizo alguna ascensión en Alaska.
En los Andes Bolivianos ascendió por encima de los cinco mil metros llegando a la cumbre del Nevado Tarija, en el macizo de los Condoriris.
También visitó, en varias ocasiones, la parte más septentrional de la India en busca de las montañas del Himalaya en Ladakh.
Todo un recital de montañas y más montañas rellenan su envidiable y abultado historial deportivo.
Escaló Peña Ubiña, el Almanzor, Mulhacén y fue la primera mujer en hacer el Corredor Norte de Torre FrieroPero además fue capaz de inculcar en sus hijos, Luis y Pedro esos valores de los que era portadora y su amor por las montañas y el deporte en general, haciendo que éstos fueran partícipes de muchas actividades montañeras y también destacaran en otras disciplinas deportivas como el Esquí o el Judo, dedicándose profesionalmente a ello, además de regentar y dirigir durante varios años el Gimnasio Centro Gémina de la capital leonesa.
Tuve el privilegio de compartir muchas montañas y muchos momentos con Tere Marchán y su familia, por lo que puedo dar fe, en primera persona, de esa fuerza interior que la impulsaba a superarse en los momentos más complicados.
La contagiosa ilusión que tenía en cualquier actividad, su solidaridad con el trabajo en grupo, su fortaleza y su capacidad de sufrimiento en los duros momentos que a veces hay que afrontar en las montañas, bien fuera por la meteorología o por las propias dificultades que a veces se presentan, hicieron que fuera admirada por la familia montañera leonesa.
Nadie muere del todo mientras les recordemos aquellas personas que las queremos y reconocemos sus valores y su destacable actividad, y por ello, su estela quedará presente de forma intemporal, como un gratificante y fresco ejemplo para las nuevas generaciones.
Tere Marchán, pionera e historia del montañismo leonés
En los últimos estertores de este irregular invierno, después de una larga y penosa enfermedad, se acababa la vida de una de las montañeras más destacadas en la historia de este deporte en la provincia
26/03/2023
Actualizado a
26/03/2023
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