Después de 70 años con la Cueva de Valporquero abierta y visitable; después de miles de años con el agua trabajando en ‘construir’ salas… no parece fácil encontrar allí un tesoro. Y, sin embargo, Pedro González y Tania García Miranda, de la empresa Guheko, lo hicieron hace unos días, para sorpresa suya pues no era un tesoro que estuvieran buscando sino que se les apareció. Pedro lo recuerda.
- Pero trabajando en la Cueva de Valporquero y en el Curso de Aguas, habrías pasado por allí cientos de veces…
- Yo diría miles. Después de muchos años currando en la Cueva, enseñando el Curso de Aguas… no puedes esperar que allí al lado pueda haber una sala como la encontrada.
- ¿Y qué cambió el día del hallazgo?
- La casualidad y los nuevos materiales. La verdad es que cuando pasas por allí la mayoría de las veces no vas mirando para arriba, no sospechas que 60 metros más arriba pueda haber una sala inexplorada… Ocurría que está en la parte alta de la galería, hacia la mitad del Curso de Aguas, a 60 ó 70 metros por lo que las luces no llegaban allí con nitidez. Lo que pasa es que últimamente yo llevaba una luz más potente y ‘para probarla’ vas mirando y me fui dando cuenta de que allí había algo, unas sombras, un espacio…
El siguiente paso, y más con el espíritu investigador y curioso de Pedro y Tania, prepararon la escalada a aquellas ‘sombras’ y ver qué era aquello.
- Complicado llegar.
- Bastante. Entre pitos y flautas, llevar material, equipar, preparar la ascensión… tardamos dos o tres días en asomarnos a la sala, y el último día siete horas seguidas de trabajo.
- ¿Cómo fue el momento?
- Lo primero, llegamos reventados, después la sensación de que “merece la pena”. Verte ante aquella sala espectacular cuando se cree que en Valporquero ya estaba todo más visto que el tebeo. Un puntazo.
- ¿Tendréis derecho a ponerle nombre?
- No hay nada escrito, por así decirlo, pero la costumbre en espeleo es que quien la descubre la bautiza.
- ¿Y ya le tenéis elegido nombre?
- Barajamos varios. Lo que sí te puedo adelantar es que no se va a llamar Pedro González. Creo que no queda bien, de poner un nombre propio sería para homenajear a alguien significativo, a un pionero… Tampoco un nombre chorra, que los hay, pensamos en uno que sea acorde al lugar, que no desentone con los nombres de las salas ya existentes.
- Por lo que cuentas lo de hacerla visitable parece complicado.
- Yo diría inviable. Piensa que está como a la mitad del Curso de Aguas, con lo cual ya llegar allí no es cercano a la zona turística; y después hay que hacer una escalada de cierta dificultad, un pasamanos, ir por una cuerda por la pared… no es viable.
- Pero algo habrá que hacer.
- Sería lo propio. Que se sepa que existe, documentarla, amplias el tamaño de la Cueva y seguramente el conocimiento sobre la génesis de la cueva, cómo se formó… tendrán que estudiarla.
Pero Pedro González ya apunta algunas evidencias que se pueden ver “a bote pronto”. Lo más llamativo es el tamaño, seguramente más de mil metros cuadrados, con un techo a más de veinte metros de altura, diferente a las más visitadas por el turismo. "Por otra parte, al estar en el Curso de Aguas está en una zona mucho ‘más joven’ de la Cueva, con muchos menos años para que las estalactitas se formen por lo que hay menos formaciones y, sobre todo, se ve que están en el estadío inicial de las estalactitas, lo que llamamos los macarrones, esos chupiteles finos. Pues hay una zona en la que todo el techo está sembrado de esos macarrones, es superchula, y que abunda en la idea de que es una zona joven de la Cueva de Valporquero".
De toda la experiencia vivida Pedro González se queda con algunas enseñanzas. "Fundamentalmente que hay una nueva sala, que la Cueva crece pues han sido muchas las veces que hemos visto alguna pista como la de este hallazgo y no era nada y, sobre todo, la emoción de ver la sala, su enormidad. He tenido algunos hallazgos pero éste es especial porque para mi Valporquero es algo muy especial, trabajo aquí cada día".