De todo a nada: El Ferral se quedó sin bares

La localidad del Ayuntamiento de San Andrés, famosa por albergar durante décadas su famoso Centro de Instrucción de Reclutas, ha visto cómo cierra sus puertas el último bar abierto (el Ronro)

30/06/2024
 Actualizado a 30/06/2024
La desaparición del famoso Centro de Instrucción de Reclutas número 12 inició la caída en picado de los bares del Ferral. | L.N.C.
La desaparición del famoso Centro de Instrucción de Reclutas número 12 inició la caída en picado de los bares del Ferral. | L.N.C.

Unas mujeres mantienen una amena conversación en la parte alta del pueblo, al lado del parque... «¿Qué querrá?» se pregunta una al bajar la ventanilla. 

- Señoras, ¿un bar?
- En Montejos, todo seguido hacia arriba.
- ¿Y otro?
- En San Andrés, todo seguido hacia abajo.
- ¿Y aquí?
- Buen tiempo. 

No les gusta nada tener que reconocer que no hay bar en El Ferral del Bernesga, sin duda uno de los pueblos más conocidos de la provincia por aquello de que por allí pasaron miles de jóvenes que cumplieron allí su servicio militar o, cuando menos, hicieron el campamento. 

Al fin, la más joven, Sheyla, lo confiesa. «Que no lo quieren decir, no hay ninguno abierto, desde que cerró Mundo el Ronro no queda ninguno. Que yo me pongo como una cabra cada noche cuando acabo las cosas y no hay donde ir a tomar una cerveza y echar una parrafada».

Ciertamente. Allí en el rincón donde decía la joven están las puertas cerradas de dos de los últimos en cerrar sus puertas. En uno de ellos  —Bar Cafetería Tamara y en otro letrero Casa Manolo— se puede ver un cartel de ‘Se alquila’ —una puerta abierta a la esperanza—, en el otro, el Ronro, solo el conocido cartel y unas sillas apiladas a la puerta delatan que allí hubo un bar, el último en bajar la trapa, que se puede ver cerrada a cal y canto.

El letrero, que se ve desde la carretera y la curiosidad del nombre hacen que sea uno de los más conocidos, pero también es solamente recuerdo. 

El cierre por jubilación de uno de los clásicos del pueblo, el Ronro, sigue a los Tamara, Coto... y deja a un pueblo de más de quinientos habitantes sin ningún bar abierto en la actualidad

Extraña situación pues, al margen de la desaparición de su famoso Centro de Instrucción de Reclutas número 12, El Ferral del Bernesga puede ser uno de los pueblos ‘sin bar’ con una población más elevada, que en el último censo supera los 500 habitantes. En estos días ha sido noticia una iniciativa de la Junta para ayudar con 3.000 euros para reabrir el último bar en pueblos «con menos de 200 habitantes», que se supone que es la cifra por debajo de la cual habría problemas para mantener un bar abierto. Y el número de vecinos de El Ferral tiene casi el triple de esa cifra utilizada como de referencia.

- No aguantaron ni hasta que llegaran las fiestas, Santo Tomás, que son el próximo fin de semana; conceden las mujeres que asumen que por no reconocerlos no se va a solucionar el problema.

- Es que el 30 de junio tienen que hacer la declaración trimestral y si siguen abiertos tendrían que hacerla hasta octubre; explica una de ellas, que parece saber del asunto.

- Me dan ganas de abrir uno; lamenta Sheyla, que reconoce que ya hace tiempo lo había pensado.

- ¿Cuántos bares hubo en el pueblo?
- Uno de cada esquina. 

Y comienzan a decir nombres: El de Mundo (Ronro); Tania, Manolo, el que daba bocadillos cuando estaba el campamento; el Parador; Coto, que fue el último restaurante; el Fernández, los que había allí en la carretera del campamento, para cuando salían los soldados... 

- Hasta un Club.

- ¿Dónde?

- Tú mira por ahí y donde veas uno que todavía está pintado con los colores de ellos.

- ¿Y qué hay delante para localizarlo?
- Ortigas. 

No es mal consejo pero ayuda poco, en muchos de los establecimientos que han citado, especialmente camino del Campamento, las ortigas y  los carteles borrados son habituales. 

A la pregunta de «¿dónde hay un bar?» te responden de mala gana «en Montejos» y, si insistes, «pues en San Andrés»; cuesta asumirlo y esperan que la situación se pueda revertir 

Sí hay, sin embargo, otros negocios abiertos al recorrer las calles de El Ferral y vecinos que mantienen la esperanza de que la situación sea reversible. Como Paco, que está convencido de que «un bar aquí da para vivir una familia, sin mayores problemas, siempre lo dio, pero la gente se va jubilando y no hay relevo».

Enrique pasea con su perro y no parece demasiado afectado. «Yo vivo en estas casas de la carretera antes de llegar, los chalets que llaman, y veníamos muy poco a los bares del pueblo, algún domingo a la hora del vermú y poco más. Trabajo en León y antes de subir tomo algo allí y ya no salimos».

La gran diferencia entre los recuerdos y la realidad actual es que ya hace un par de décadas que se acabó la mili obligatoria y dejaron de andar por el pueblo miles de soldados que llegaban nuevos en cada reemplazo. Sigue la base Conde Gazola pero son muchos menos y el bar que tienen en sus dependencias se ha convertido en el último reducto, pero los ‘ciudadanos no militares’ no pueden acceder a sus dependencias. 

- Súmale a ello las visitas, los familiares que venían a la Jura de Bandera; ése era el día más importante  para los negocios pues acudían la mayoría de las familias, las novias, comían por los bares del pueblo, recuerdos; nos cuenta Andrés que muestra una foto de un viejo cartel que dice: ‘Bocadillos’: «Solo en la hora del paseo vendía Manolo más bocadillos que se puede vender ahora en una semana».

La familia Flores al completo, con la gran Lola al frente, acudió a la jura de bandera de su hijo Antonio

La Jura de Bandera de soldados llegados desde toda España propició ilustres presencias en el Ferral del Bernesga, de las que quedan un buen número de fotografías por las casas.

- La más famosa es la de Lola Flores, que vino con toda la familia, ‘El Pescailla y to la pesca’ a la jura de Antonio, el hijo que se les murió tan joven. 
Pero también ‘doña Cayetana’, la Duquesa de Alba, acudió con su familia a la Jura de otro hijo. El torero Ortega Cano recordaba en el homenaje que el pasado domingo le hicieron en la plaza de toros de León que él había hecho la mili en León... Todos cumplen, a su vez, con el tópico de asegurar que pasaron mucho frío en el Ferral. Cierto es que algunas veces los tópicos son realidad. Otras  eran las típicas visitas «a nuestras tropas», como ocurrió en el caso de Massiel. 

Hablando con vecinos la lista es mucho más larga: Quini y su hermano Jesús, portero; uno de los cantantes de Mocedades, de la familia Uranga; el boxeador asturiano Gitano Jiménez y un largo etcétera cuyos rastros se pueden seguir en grupos como ‘Yo hice la mili en El Ferral...’ en los que son frecuentes los comentarios de «yo hice la mili con...»; al margen de las interminables anécdotas del cabo Picurri.

Ya hace más de una década que un reportaje de ‘la vieja’ Crónica contaba cómo los bares de El Ferral se habían reducido a menos de la mitad; ahora, ‘La Nueva’ Crónica cuenta cómo no queda ninguno abierto, de momento, si pudiera ser. 

Pero hay una expresión que circula por estas webs que ayuda  a entender lo que era aquella situación y, sobre todo, lo que ha ocurrido veinte años después: «El CIR se ha convertido en una gran ciudad adosada a un pequeño pueblo al que da vida». Ahora habría que decir «al que daba vida». 

 

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