Tres nacimientos en un año son multitud

Lo son si lo habitual en San Román de los Oteros es que, con suerte, nazca un vecino al año y que lo que más se registren sean defunciones. En 2017 tuvieron su particular ‘baby boom’

T. Giganto
24/09/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Juan Carlos Melón, alcalde del municipio de Gusendos, con los vecinos más benjamines a principios del verano. | T.G.
Juan Carlos Melón, alcalde del municipio de Gusendos, con los vecinos más benjamines a principios del verano. | T.G.
Cada día, cuando Marcos llega a San Román de los Oteros después de haber ido al colegio de Valencia de Don Juan, lo primero que hace es ir al gallinero para inspeccionar si hay nuevos huevos que recoger y dar de comer a las gallinas. Es su principal afán al entrar por las puertas de casa de su abuela y uno de sus entretenimientos. Tranquilo y muy espabilado, juega a la rana a las puertas del Teleclub del pueblo con buena predisposición y un certero tino a pesar de que tan solo tiene cuatro años. Tan pequeño, Marcos es el mayor de los niños del pueblo y cuando él nació, en 2014, llevaban 12 años sin registrar un nacimiento en San Román. Hasta hace poco más de un año era el único niño, lo fue hasta que en 2017 nació Julia, su hermana. Un nacimiento que precedió a otros dos, el de Gonzalo y el de Sofía. Tanto nuevo vecino para un pueblo donde hacía 34 años que no nacía más de una persona en el mismo año es una multitud, pero sobre todo es una buena noticia.

Así lo explica Juan Carlos Melón, regidor del municipio de Gusendos de los Oteros, a cuyo Ayuntamiento pertenece San Román. Cuenta que en 2017 fallecieron tres vecinos en esta pedanía y al mismo tiempo nacieron otros tres.«Estamos encantados», afirma acompañado de las tres familias que han hecho posible el ‘milagro’ en este pueblo en el que viven a diario unas 40 personas.

En San Román viven unos 40 vecinos durante todo el año, entre ellos tres familias jóvenes con hijos Las tres se muestran «felices» de vivir en San Román, lugar en el que ya tenían la residencia antes de la llegada de los pequeños. «Nos gusta vivir aquí y aquí queremos estar. Está claro que quien decide como yo venir a vivir a un pueblo tiene que ser porque le gusta estar aquí, no por las subvenciones o las ayuda que puedan dar al medio rural», afirma Vicky, la madre de Sofía, la última en nacer hace ya algo más de un año. Ella trabaja en León, hasta donde se desplaza todos los días, y su marido, oriundo de San Román, es agricultor en la zona.

También son del pueblo los progenitores de Gonzalo, quienes se desplazan a la capital leonesa todos los días para trabajar. «Somos conscientes de las limitaciones de servicios que tienen los pueblos pero tampoco echamos nada en concreto en falta, hoy en día hay que coger el coche para todo, incluso en las propias ciudades, y desde San Román a León tan solo tardamos 25 minutos», explica la madre del pequeño. Menos de media hora a la capital leonesa, la farmacia más cercana a 5 minutos, a Valencia de Don Juan tardan unos 20 minutos en llegar y en Mansilla de las Mulas se colocan en poco más de 10, explican convencidos y acostumbrados a que «hoy en día en un pueblo sin coche no se puede estar». Los padres de Marcos y Julia trabajan uno en Valderas y otra en Mansilla. «Nos organizamos bien», dice Marta, la madre de los pequeños, que reconoce que «sin duda el invierno se hace un poco más duro».

Pero una y otra vez repiten que el pueblo no lo cambian por nada, que en San Román son felices, que quieren que sus hijos se críen allí como lo hicieron la mayoría de ellos, que ojalá vengan más años como el pasado en el que tres nacimientos fueron multitud. Pero de momento, el 2017 fue una excepción ya que este año no parece que vayan a sumar pequeños a su censo. Eso sí, Marcos ya no está solo, ya tiene con quien jugar en el parque de San Román, ese que solo utilizó él durante los primeros años y que ahora con el particular ‘baby boom’ de San Román comparte gustoso.

Villaornate y Castro es el municipio más grande de España sin menores de cuatro años a día 1 de enero del año 2017

Las estadísticas, que van más despacio que la realidad, apuntan a que a día 1 de enero de 2017 el municipio más grande de España y sin niños menores de cuatro años en su censo era Villaornate y Castro, dos localidades de la Vega del Esla, al sur de León. Por aquel entonces el 45 por ciento de su población era mayor de 65 años. Pero ahora, casi dos años después las cosas han cambiado y afortunadamente ya han tenido al menos un nacimiento.

Entre estos pueblos sumaban a principios del pasado año 360 habitantes. Una cifra que está alejada de los 554 que había en el 2000. Estas casi 200 personas menos que hay en su censo son el ejemplo del cambio de vivir en un pueblo por la ciudad, pero tambiéncon la muestra del envejecimiento de la población en el medio rural, tan acusado en la provincia leonesa.

El Instituo Nacional de Estadística (INE) señala que en más de 1.000 pueblos de España no nace al menos un niño desde el año 2012 y es León, junto a la de Salamanca y Valladolid, una de las provincias donde los mayores de 65 años tienen más peso.
Muchos ayuntamientos buscan fórmulas con las que fomentar la natalidad durante los últimos años, con medidas como la entrega de los conocidos como ‘cheques bebé’ que aunque bien no solucionan nada, pretenden ser un incentivo a las familias para que apuesten por quedarse en el pueblo y para así no dejar que el padrón envejezca sin que a él se sumen nuevos vecinos jóvenes. Pero no es suficiente.
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