Triana: "Soy inocente, llevo dos años en la cárcel por la puta cara"

Primera entrevista a Triana Martínez y Montserrat González desde la cárcel en el segundo aniversario del asesinato de Isabel Carrasco (Parte I)

Susana Martín
12/05/2016
 Actualizado a 17/09/2019
presas.jpg
presas.jpg
¿Qué tienen en común dos vascas, un gallego, un portugués, siete gitanos rumanos, dos ponferradinos y una leonesa? Los catorce han madrugado el domingo para estar a las 8:30 en la cárcel de Villahierro (Mansilla de las Mulas, León). Los catorce vienen a  visitar a alguna de las treintaypico reclusas del módulo 10 de esta prisión con cerca de 1.100 reos. Las vascas y el gallego charlan animadamente, los rumanos hablan a voces, la leonesa pasea por la sala de espera. Hay una lámina de Kandinsky y un corcho con noticias que relatan qué ocurre si te pillan metiendo drogas en las visitas a la cárcel.

Un funcionario se dirige a tres visitantes: Locutorios 1 y 3, por favor. La leonesa se acerca por detrás a las vascas y les pregunta cómo va eso, en qué locutorio debe meterse ella: «Tú en el que quieras, es que a nosotros nos graban, ¿nunca has venido?». [«Los terroristas tienen las comunicaciones intervenidas», cuenta Triana después]. Es la primera visita de la leonesa y está un poco perdida. Por eso le hicieron fotos al llegar y registraron su huella digital y le pidieron el DNI, y a los demás no.

No hubo plan. Pero qué superdotada hace un plan a las 5. Yo soy ingeniero, ¿cómo se pueden atrever a pensar eso? (...) Me llamó mamá y lo supe un minuto antes Todo había empezado hace dos años. «Alcanzada una mujer en un tiroteo en Condesa de Sagasta», avanzaba un urgente de la agencia Ical. Minutos después de las 5 de la tarde de aquel lunes 12 de mayo de 2014, una nube de sirenas atronaba en la ciudad. Incredulidad, estupor y poco después una confirmación que nadie terminaba de creerse: «Asesinada a tiros Isabel Carrasco».

El crimen de la entonces presidenta de la Diputación y el PP leonés conmocionó a la sociedad leonesa y a medio país. Tres disparos, a plena luz del día, en el centro de la capital leonesa. Y más aún cuando pocos minutos más tarde fueron detenidas dos mujeres en relación con el asesinato: una extrabajadora de la institución provincial, Triana Martínez, y su madre, Montserrat González. Dos mujeres ‘bien’, hija y esposa del comisario jefe de Astorga, vinculadas al Partido Popular (Rajoy, ya de camino a León el día del crimen, se dio la vuelta al conocer que una de ellas, la hija, era afiliada).

En el juicio más mediático de la historia de León, en enero y febrero, se juzgó también a una policía local amiga de Triana, Raquel Gago, detenida dos días después del crimen por su presunta colaboración en los hechos.

El veredicto del jurado popular –20 de febrero de este año– fue el más duro posible. Cinco hombres y cuatro mujeres decidieron por unanimidad que las tres mujeres acusadas eran culpables de asesinato, atentado y tenencia ilícita de armas.

Yo me merezco salir ya, porque ya he acompañado a mamá dos años y ya no puedo más. Por intentar evitar una cosa me ponen veinte años, ¿estamos locos? 19 días después, el 10 de marzo, el magistrado Carlos Álvarez corregía al jurado: absolvía a Gago de asesinato y la condenaba –«encubridora»– a una pena mínima de 5 años, la mitad de lo que pedía su propia defensa. A madre («autora») e hija («cooperadora necesaria» les impuso una pena de 22 y 20 años. La sentencia del presidente del tribunal no es firme: las tres –Gago, en libertad bajo fianza tras 8 meses en prisión– esperan mejores noticias en el fallo del recurso que han presentado sus defensas en el TSJCyL de Burgos.


Carta a Montserrat


El primer contacto con estas mujeres fue una carta dirigida a la autora confesa del crimen, la madre. El objetivo, indagar sobre cómo es la vida después de matar. Durante mucho tiempo, la carta no tuvo respuesta. Hubo otra carta después para madre e hija, y tampoco. Pero un día, hace unas semanas, la llamada que uno jamás imagina que recibirá: «Soy Triana, queremos hablar contigo».

Carrasco sabía que tenía novio porque soy una chica normal, maja, y lógicamente tengo que tener novio, pero soy reservada en mis cosas. Ella no sabía quién era él La historia continúa en prisión, casi dos años y muchas conversaciones después. 8:30 de la mañana, y hay que pasar los controles de seguridad. El bolso, en la taquilla, y no puede meter tabaco, ni comida o bebida, ni llaves, ni móvil, ni medicamentos, advierte un funcionario. Ponga la huella aquí, quítese el abrigo, dice otra. Y más controles, y pitidos cada vez que se cierra una puerta y se abre otra, hasta cinco. Son casi las 9 ya. El grupo llega al edificio de Comunicaciones con dos funcionarios. Dos mujeres abrigadísimas, con gorro, bufanda y guantes, a las que apenas se les ve los ojos me saludan con los brazos. Locutorio 10. Hay cuatro sillas, dos a cada lado.  

40 minutos. Cero contacto físico. Ellas hablan a través de un auricular blanco. Yo, por un telefonillo tipo portero automático en la parte inferior del cristal. Se escucha muy bajito. En medio, un cristal grueso. La madre lleva los labios pintados. Sonríen al principio, luego lloran desconsoladamente, y cuando se calman muestran recortes, etiquetas de comida y hasta un kiwi de tamaño diminuto. «No sabes lo que es estar aquí, en este módulo de castigo, nos tratan fatal, van a por nosotras». Tienen los ojos hinchados.
Montserrat no tiene ganas de hablar de cómo es su vida después de matar. Coge el telefonillo al principio e insiste en lo que ya declaró en el juicio el 19 de enero: Que a Carrasco «había que cargársela porque era una mala persona». Que no hubo ensayos, «no hacía falta».  Que «le daba igual dónde matarla» y nunca intentó hablar antes con ella sobre lo que supuestamente le estaba haciendo a su hija, «para qué». «Con gente así, matar era la única solución, hay que ver cómo estaba mi hija». «O ella o Triana», había dicho ante el jurado popular.

Fuimos novios muchos años, hasta el último día que estuvimos fuera (...) Él me quiere... Como personas, pero aisladamente, porque le importa más el tema social «Estoy que no puedo más. Llevo dos años aquí y quiero irme a otra cárcel donde se puedan hacer cosas. Aquí se portan muy mal con nosotras, no tienen nombre, no lo entiendo…», pide la madre.

– Han pedido el traslado, ¿van a estar mejor en otra prisión?
– Por lo menos hay actividades, pero nosotras en este módulo 10 no tenemos nada. Vienen a hacer cursos y cosas y no nos llaman a nosotras. Vinieron para un curso de la Cruz Roja y sólo llaman a quien quieren: tú, tú, tú, y ya está, y nosotras que nos apuntamos, no. Nos apuntamos a todos, también a uno de cocina, pero para nosotras nunca hay, nunca nos llaman.



– Van a misa los sábados…
– A misa ahora sí nos dejan ir, porque tenemos derecho. Pero estuvieron ocho meses sin dejarnos ir, ocho meses que decían que no podíamos salir, ni siquiera a misa. No íbamos ni a misa.

– ¿Son creyentes?
– Sí, claro, de toda la vida.

Le pasa el auricular a Triana. «No quiero hablar más ya». Se queda con la mirada perdida escuchando el relato de su hija. Se quita los guantes, lleva dos anillos que parecen buenos. A veces llora.

Habla la hija: «Si supiérais lo que es ese módulo… Y yo que estoy sin dar un ruido para que no me metan un empujón. Están todo el día pasando porros, haciendo esto y lo otro y cosas ilegales, y van contra mí por nada».

– Denuncian que les tratan mal... ¿Qué les hacen?
– A todos les perdonan todo eso, y a mí no hacen más que fastidiarme. Es porque soy yo, porque me llamo Triana, fijo. Es surrealista lo que hacen aquí: a los más chungos los tienen genial, a los violadores los tienen genial…

– ¿A los violadores, bien?
– Son los que mandan aquí, son los que tienen los trabajos y el dinero y los que les pagan a las chicas para que se la chupen por una tarjeta de teléfono o por un paquete de ‘liao’.

– En ese estado de nervios [lloran sin parar, ahora las dos], ¿tienen algún tratamiento?
– Mamá lleva pidiendo que la vea un psiquiatra desde diciembre, y no quieren atendernos. Tienen como dicen la sartén por el mango y su respuesta es ‘pon una queja al juez de vigilancia’ y que estamos en la puta cárcel. Con nosotras no se está cumpliendo ningún derecho.

– ¿Duermen?
– Mal, muy mal. Mamá ha puesto instancias porque se encuentra mal, y me ve a mí y fatal. Y pasan, son muy sinvergüenzas. Yo esperaba que me dejaran estar fuera esperando el recurso, como a Raquel, porque no me encuentro bien, es que no lo entiendo y ya no puedo más. Mi presunción de inocencia nunca se respetó.

[Técnicos y funcionarios de la prisión confirman que a estas dos mujeres –60 y 36 años– no se les suministra ningún tratamiento. «Ni, inexplicablemente, están dentro del protocolo antisuicidios. Tras la sentencia, nada», reconocen, y cuentan que hay una orden taxativa no escrita de «ignorarlas y no perder tiempo con ellas». Pese a ello, una reconoce que se ceban con madre e hija con los partes disciplinarios, «con faltas que no se sostienen»].

– ¿Pasan pero les ponen muchos partes?
– Yo creo que es indemostrable que hay una ‘mano negra’, pero claro que creo que algo pasa, es imposible lo que pasó… increíble. Yo me merezco ya salir. Porque yo he acompañado a mamá ya dos años, ya no puedo más. Es increíble, este país es así, no lo entiendo, no puede ser. Por intentar evitar una cosa me ponen veinte años, ¿pero estamos locos? Van a por nosotras.

– Una ‘mano negra’...
– Para mí sí, y me suena al partido… ¿Por qué se permite una acusación popular? ¿Por qué el PP estuvo en el juicio haciendo todo el daño que pudo?  Me chocó hasta cuando vino el ministro de Justicia a algún acto oficial que se celebró aquí y en el que nunca suele haber cargos así. ¿Acaso es de León, o a qué vino?  

– ¿Han vuelto a hablar con  sus amigos?
– Algunos amigos del partido nos mandan recuerdos por gente. Con algunos he hablado, sí, los llamé yo. Que nos apoyan, que tranquilas, que un abrazo… A título personal. Pues presta.

– Dicen que están decepcionadas con el PP, su partido, ¿siguen afiliadas?
– Muy decepcionadas. Pues ahora mismo no lo sé… Mamá no era afiliada nunca. Yo sí, pero yo no sé cuál es mi situación en el partido, me suena que algo vi en la prensa, pero nadie me ha escrito una carta diciendo nada. Hasta que no esté fuera y pueda hablar con ellos… Yo para mí somos personas, y ya está. Las siglas son… Yo, con mis amigos.

– Al salir, ¿seguirán siendo sus ‘amigos’?
– Yo creo que sí, somos personas ante todo, que por una situación así hayan cambiado, pues no sé… Algunos del PP se han definido como personas, en el sentido de que primero es un cargo, o un sueldo, o un status… Pero yo a lo mejor soy de otra pasta, yo soy más de otro tipo de persona, está claro, a mí no me importa estar tomando una Mahou en un río y dejar el Dom Perignon en el Hotel Palace… Si no puedo, prefiero tener la compañía, soy más sencilla. Me gusta eso como a cualquiera, pero ni paso por encima de nadie ni nada.

– El día que declaró en el juicio [20 de enero] no se explicó nada bien...

– Lo hice fatal porque llevaba varios días pidiendo que me asistiera el médico, porque no podía dormir, y estaba temblando. Yo no sé si me vísteis porque creo que cogieron un plano corto. Nos habían quitado la tele cinco días antes, nos habían entrado en la habitación y nos la habían destrozado dos funcionarias… Cuando llegamos del juicio nos dejaron sin comer… Yo no daba crédito, no nos dieron pastillas para dormir y para estar más relajadas. Pero en el juicio me quedé con ganas de decir otras cosas, desde luego. No me salió, pero para mí estaba claro. Soy inocente.

– ¿Qué cosas hubiera querido decir?
– Que no hubo plan. Pero quién hace un plan así, qué superdotada hace un plan a las 5. O sea, yo soy ingeniero, cómo se pueden atrever a pensar eso. Y si hay un plan, cuando yo llego a la esquina y veo a mamá con dos policías locales, cómo voy y me presento yo. Si yo tengo un plan de tres, que me encontré con Ra, llego y veo a mi madre allí y digo: madre mía, se nos cayó una del equipo, vuelvo con Raquel y le digo: arranca. Qué necesidad tenía de meterme en la cárcel, si ahora estoy pidiendo salir. Qué plan, no hubo plan.

– ¿No hubo plan, ni sabía que su madre iba a matar a Carrasco?
– Me llamó mi madre y yo supe algo un minuto antes. Le dije: no, espera, y me colgó. La llamada se produjo antes, y de eso ya se dio cuenta hasta el propio jurado porque le dio vergüenza, cómo va a estar la señora esa Morandeira en la pasarela esperando tres minutos, eso no hay quién se lo crea. Sucedió como se ha narrado. Me llamó mamá antes, me dijo lo que iba a hacer y le dije: ni se te ocurra, espera. Y da la casualidad de que mi padre es policía, y cuando ella tira el bolso, porque claro, mamá cómo no iba a tirar la pistola… Yo no sabía que había eso, yo pensé que había cogido la pistola de papá, y por eso fui a coger la chisma. Es casual, pero mi padre es policía, es que no tengo más que decir, yo… He jugado póker y me ha salido escalera de color de mano, me ha pasado. Y voy al casino y gano dinero. Blackjack, blackjack, blackjack, pues te puede salir, y la banca siempre gana, pero es mentira, yo voy y gano.

– Su defensa pide para usted la libertad. Insiste en que no hubo plan premeditado, y encubrir a un familiar de primer grado está permitido por la ley…
– Es que no voy a denunciar a mi madre…

– Para el fiscal, todo fue un plan premeditado a tres bandas, con Raquel Gago incluida…

– ¿Con Raquel, pero cómo? Si estábamos todo el día tomando café y hablando de mesitas y nos vino a poner las cortinas sus padres... Raquel y yo coincidíamos en que las dos teníamos el mismo tema personal. Y por eso nos apoyábamos y estábamos más juntas.

– ¿En qué tema personal coincidían?
– En que las dos estábamos saliendo con un hombre casado.

– Se habló de ello algo en el juicio. Pero si tenía una relación de años, como dice,  con un hombre, casado o no, ¿por qué no lo dijo?
– Lo dije.

– Se pasó muy por encima sobre ese tema, y en cambio se sembraron dudas sobre una posible relación sentimental suya con Raquel Gago…
– Eso lo dijo la jueza para que pareciera… Ellos ya desde el principio idearon eso…

– ¿Ellos?
– La jueza, la jueza de Sara Calleja [Sonia González]. Pobre Sara Calleja, qué vergüenza, ahora estará encantada. Fue ella la que dijo: claro, es que Raquel y Triana son novias… Pues no, hija, pues no. Y entonces claro, ¿tampoco se quiso acostar conmigo la que ya no existe, no? ¿Y tampoco estuvo enrollada con la mujer del PP  de León con la que vivió en Valladolid? ¿Y tampoco estuvimos las tres en Valencia y me sentí fatal y pensé: uf, cómo me escapo? Pero me escapé, gracias a dios.

– Uno de sus abogados habló de esa mujer en el juicio, aunque no dijo el nombre, pero que tenían una relación Carrasco y ella…

– Claro. Con esa mujer les ponía el barco su padre en Marbella. ¿Tú lo sabías? En ese rollo de gente y en esas cosas que hacen, que más de tres es orgía, yo me salgo total porque a mí me da un miedo y yo no soy así. Carrasco estaba con muchas y con muchos. Qué asco, ¿eh?

[Triana enumera una retahíla de nombres de cargos políticos y puestos de confianza –hombres y mujeres– que, según dice, habrían tenido relaciones sexuales con Carrasco, algunos de los cuales volverán a salir en siguientes conversaciones].

– ¿Cómo sabe todo eso?
– Había comentarios. Y a mí ella me contaba muchas cosas, muchas, como que se llevaba a mujeres de vacaciones y mandaba a Jesús [pareja de Carrasco] a Madrid.

– ¿Que le contaba ella esas cosas?...

– Cosas como «he tenido un poco de relación íntima», sí, me lo contaba. Una de las veces que yo supe eso fue cara a cara cuando me entró a mí. Uf… Ay, qué asco. No sabes lo que es eso porque a mí sólo me ha pasado cuando yo quiero. Pero fíjate... te mueres de asco, es lo peor.

– Y si sabía todo eso, ¿no tenía miedo de que intentara ligar con usted, antes del acoso en su casa que relató en el juicio?
– Yo estaba ocupada y no me metía en esas cosas ni pensaba en esas cosas. Ella estaba tan pendiente de mí… Pero yo pensaba que yo le atraía en el sentido intelectual… Porque me decía ‘cerebrito’… Yo no tenía ambiciones.

– Y antes del supuesto episodio en su casa, ¿nunca le tiró los tejos?

– Siempre me llamaba muchísimo, pero lo pienso ahora a toro pasado, cuando te pasan las cosas. Si tú no tienes malicia, de entrada no piensas cosas que luego cuando te suceden ya lo ves claro.

– Con ese episodio y las insinuaciones de una posible relación con Gago, muchos creyeron que usted era lesbiana… Y apenas habló de que tenía un novio. ¿Los abogados le recomendaron no hablar de ello, o qué pasó?
– Eso ya lo dijo el abogado, y yo lo dije, que salía con alguien que era un cargo importante de mi  partido. Lo dije. Y yo estaba tomando la píldora.

– La píldora se puede tomar también por otros motivos, por ejemplo médicos…
– Ya, pero es que qué digo de eso… No sé.

– ¿Contar que llevaba años con ese chico del PP no hubiera ayudado a entender lo de su móvil de prepago?

– Sí, estuve muchos años con él. Un hombre, porque de chico ya… Es un señor.

– ¿Para eso tenía el móvil de prepago?
– Claro. Y hablábamos muchísimo después también por el fijo, porque antes mi padre tenía a su nombre también el fijo, pero después lo pude poner yo ya a mi nombre, y él me llamaba mucho al fijo.

– Pero usted tenía 35 años… Tanto miedo a su padre…
– Ay, no, me da vergüenza… Es que papá… Papá no sabe quién es, y no se lo voy a decir. Es que prefiero ahorrarme ese trago.

– ¿Carrasco sabía quién era él?
– Yo creo que no.

– ¿Y no pudo enterarse Carrasco de que tenía novio y que eso no le gustara?
– Ella sabía que tenía novio, porque soy una chica normal, maja, y lógicamente tengo que tener novio, pero soy tímida y reservada en mis cosas. En el partido nadie era afín a ella. Chaqueteros había muchos, que le bailaban el agua.

– ¿Y hasta cuándo salió con ese hombre?
– Hasta el último día que estuvimos fuera.

–  Y después del asesinato, ¿se puso él en contacto con usted?
– No, fui yo. Le llamé.

– ¿Y qué le ha dicho él?
– Que saliera y hablamos. Y por supuesto que hablaremos, pero de ahí a seguir siendo novios… Es que hay cosas que…

Suena un pitido ensordecedor en los locutorios. «La comunicación ha terminado». No se oye nada. Nos despedimos con gestos. «Hasta el domingo», dice Triana.

-------------------------------------
La entrevista a Triana y Montserrat (3 partes) continúa el domingo 15 de mayo.
Lo más leído