– ¿Y cómo sabes lo que necesita en cada momento, si no puede hablar?
– Me mira y sé exactamente lo que quiere.
En julio de 2013, tras una fiebre muy alta, Pablo perdió la movilidad y el habla. Sigue sin diagnóstico El pequeño Pablo tiene ahora 7 años. Estos días visita a su familia leonesa. En Valencia, donde vive ahora con sus padres y su hermana María, las vacaciones de Semana Santa comenzaron este lunes. Aquí nació (su madre quería que fuera ‘cazurrín’, como ella), y le encanta venir y estar con su familia materna. Este verano hará dos años desde que la vida de Pablo cambió para siempre. Le subió mucho la fiebre, no conseguían bajársela, y días después perdió la movilidad y el habla.
Comenzó entonces un larguísimo periplo por varios hospitales que comenzó en el de León, donde aquel verano de 2013 pasó 40 días en la UCI. De ahí, a La Paz, en Madrid, y luego a La Fe, en Valencia. Le hicieron decenas de pruebas y todas dieron negativo. Pese a los temores iniciales, lo de Pablo no fue una parálisis cerebral, ni una encefalomielitis aguda, ni el síndrome de Leigh...
Casi dos años después, sus padres siguen esperando la ayuda de la ley de dependencia, que no llega Lo que fuera que le ocurrió a Pablo «ya no importa», dice su madre, que con una sonrisa se enfrenta cada día a la necrosis que quedó en su cerebro como secuela, una zona muerta que no tiene cura. Sin embargo, cuando Pablo regresó a su casa valenciana volvió también al colegio e inició un sinfín de terapias que han hecho que pueda volver a controlar el movimiento de su cuello y que, aunque de momento no ha recuperado el habla, ya pueda emitir algunos sonidos.
A Pablo, que mejora cada día, le encanta disfrutar de la vida y sonríe sin parar. Mientras su madre cuenta a La Nueva Crónica la dura peripecia que han vivido, Pablo se parte de risa cada vez que se acerca su tío y le habla al oído de chicas. «Le encantan», dice Beatriz. Y la sonrisa de Pablo se hace aún más enorme cuando se acerca su hermana María, de año y medio, se sube encima y le llena de besos. Y Pablo sonríe mucho y mira a su madre, que le guiña un ojo.
‘Superhéroe de ojos verdes’ busca apoyo económico en redes sociales
Las terapias que necesita Pablo para seguir recuperando movilidad son costosísimas. Juan yBeatriz han tirado de ahorros pero éstos se van terminando, así que hace unas semanas sus compañeros de la comisaría –ambos son policías nacionales– iniciaron una campaña de apoyo en las redes sociales.
Su repercusión les ha emocionado. «Nunca pensamos que tanta gente se interesaría y querría ayudar», dice Beatriz. Su pequeño necesita terapias como el Therasuit, una terapia de fisio intensiva; el Lokomat, un robot que le ayuda a mover las piernas; y varios logopedas. Todo ello supone un gasto mensual que supera los 2.400 euros.
Juan y Beatriz no se resignan y su esfuerzo sigue dando frutos. El niño cada vez se comunica más y la evolución de su movilidad les da muchos ánimos.
Y al conocerse el caso de Pablo en Internet, llegó la ayuda desinteresada de Arancha, una madrileña que se ofreció a hacer pulseras para venderlas y recaudar fondos para Pablo.
Tiene una parte del cerebro dañada, no anda ni habla, pero ya ha recuperado la movilidad del cuello Quienes quieran conocer todos los detalles sobre el caso de Pablo y deseen ayudar a su familia, pueden encontrar toda la información en la página de Facebook ‘Superhéroe de ojos verdes’. En ella explican detalladamente cómo hacerse con una pulsera para contribuir a esta causa solidaria. Cuestan 10 euros y hay que enviar el justificante del ingreso al email lapulseradepablo@gmail.com para recibirla. La cuenta de Caixabank es ES20-2100-4493-72-0100342997.