La Palomera es un barrio nuevo, moderno. Hace apenas unas décadas los terrenos sobre los que se asienta hoy no eran más que prados, campos en los que crecía la maleza. Esta imagen ha cambiado sustancialmente, y donde antes había hierba ahora se levantan edificios, zonas verdes y negocios ya consolidados y que hacen de este espacio –que conecta la ciudad, el centro, con el campus de Vegazana de la Universidad de León– un lugar «muy vivo», en el que una calle que nació «de forma casi provisional para llegar a la Universidad» se ha convertido en su «espina dorsal económica». Así define el presidente de la Asociación de Vecinos Palomera-Quintanilla, José Miguel Debesa, a la Avenida San Juan de Sahagún, que parte de la Plaza Severino Ibáñez y ‘muere’ junto a la rotonda situada frente al Centro de Salud. A ambos lados de esta vía se localizan un gran número de cafeterías, bares y comercios de todo tipo que conviven con aquellos relacionados con el ámbito estudiantil, como papelerías o reprografías. «Somos conscientes de que el barrio debe parte de su vida a la Universidad, al trasiego de profesores y alumnos que residen en él, pero La Palomera es también mucho más», subraya Debesa.
Marta Mejías es la concejala que tiene asignado este barrio, que confiesa que no solo le «gusta mucho», sino que, además, lo frecuenta. Como edil está teniendo la oportunidad de comprender mejor sus entresijos, sus necesidades, pero su conocimiento sobre esta zona es previo a su cargo en el Ayuntamiento. Cursó Derecho en el campus y, además, recuerda cómo se levantó el Centro de Salud, la zona nueva del Polígono de La Torre o los bloques de viviendas que están cerca de la Universidad. «Se ha transformado totalmente y no hablamos de hace tanto tiempo», indica. Por ello, la evolución de La Palomera es para Mejías «muy positiva». El barrio, que describe como «urbanísticamente moderno y con mucha vida», resulta, en su opinión, muy atractivo para vivir, pero también para visitar, para pasar la tarde en sus bares o disfrutar de una cena en alguno de sus restaurantes. «Siempre hay ambiente», dice.Respecto al vecindario, reconoce que existe un volumen muy importante de población universitaria por la proximidad al campus, pero también tienen en él su vivienda personas mayores y familias con niños pequeños, que asegura que han aumentado mucho en los últimos años. Del conjunto de sus vecinos es de quien Mejías recibe las quejas y peticiones que se canalizan a través de la Asociación Palomera-Quintanilla. Las principales, subraya, son que se implante el servicio de urgencias en el Centro de Salud y que se construya el Conservatorio de Música para el que se había asignado ya una parcela. En ambos casos, incide en que resolverlo es «competencia de la Junta, pero el Ayuntamiento los apoya y ha hecho sus deberes dentro de sus capacidades». Los botellones y los desperfectos que provocan los que participan en ellos es otro de los aspectos sobre los que se reclama un mayor control. «Existe una estrecha colaboración con la Universidad y los buenos resultados ya se han ido constatando, aunque seguiremos trabajando para mantener la convivencia del barrio con el ambiente universitario siempre que se produzcan este tipo de fiestas», dice Mejías. Además, la próxima semana mantendrá una reunión con la Asociación a raíz de unas peticiones enviadas por escrito respecto a cuestiones de tráfico. Los técnicos municipales las están estudiando y se sentará con los representantes de los vecinos con el fin de valorar cuáles pueden ser viables y, aquellas que no, poder explicarles los motivos.Cierran el listado las mejoras en las zonas de esparcimiento y parques, para los que se demandan también más juegos infantiles. «No deja de ser un barrio moderno, muy vivo, pero como todos los demás, también tiene unas necesidades concretas que intentamos atender», concluye.Desde la Asociación de Vecinos, que en febrero cumplió 20 años, Debesa confirma que La Palomera es un barrio con muchas virtudes, pero también con alguna carencia sobre la que hay que trabajar para conseguir que el barrio esté a punto. A las citadas por Mejías añade la necesidad de un Centro Cívico. « barrio, el distrito, no dispone de ninguno, mientras que pasando las vías hay tres: el de Mariano Andrés, el de Ventas Este y el de Ventas Oeste», lamenta. Además, reclama que se cumplan las previsiones del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) o, en su defecto, «que se cambie». El carril entre El Espolón y Príncipe de Asturias es algo que llevan años esperando, pero es consciente de que «hay mucha manzana y puede ser caro». Por el contrario, otras actuaciones no tendrían por qué seguir paradas. Entre ellas, reclama que se tiren unas casas antiguas ubicadas en la Plaza Padre Severino Ibáñez. «Están en ruinas y están siendo reocupadas, con los problemas que esto puede suponer de salubridad y peligrosidad», subraya en declaraciones a este periódico. Además recuerda que ahí estaba prevista la construcción de una salida, una calle que conectara con la otra parte del barrio, la de San Mamés. «Hay que seguir luchando para conseguir mejoras. Poco a poco», comenta.
Si quienes hablan son la gente de la calle, las quejas se olvidan para dar paso a todo lo positivo que ofrece el barrio de la Palomera. «Me encanta vivir aquí. Tengo la Universidad cerca y siempre hay gente en la calle y cosas que hacer», apunta Laura, estudiante de Derecho. Luis, que trabaja en el barrio, tiene también una opinión positiva. «Me gusta. Es un barrio tranquilo, pero al mismo tiempo siempre hay ambiente. No tiene nada que envidiar al centro».
Un espacio "muy vivo" y universitario
La Palomera un barrio joven en el que proliferan los negocios a ambos lados de una calle, San Juan de Sahagún, que se ha convertido en su "espina dorsal económica"
26/03/2017
Actualizado a
12/09/2019
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