Esos doce municipios son los tres ya citados así como Encinedo, Villadangos del Páramo, Cubillos del Sil, Benuza, Soto de la Vega, Valdefresno, Mansilla de las Mulas, Crémenes y León. En el otro extremo de la estadística, los que no tienen ni siquiera una decena de personas en activo y trabajando, se sitúan Escobar de Campos –que como se indicaba anteriormente no tiene ninguno–, Valdemora, Prado de la Guzpeña, Villabraz, Peranzanes, Maraña, San Adrián del Valle y Valdesamario. Un límite, el de los diez afiliados, que sí alcanza Castilfalé que, con apenas 65 vecinos censados puede decir que tiene un 15% de su población ocupada, aunque hay que tener presente que el estar registrado como afiliado a la Seguridad Social en un término municipal no implica que se resida en él.
Estos datos dejan constancia de cómo la industria combate la despoblación, pues a pesar de lo anteriormente señalado los pequeños pueblos en los que se crea empleo tienden a ver crecer, o al menos mantenerse, su población, además de presumir que se rejuvenece, pues el envejecimiento de sus habitantes es uno de los principales problemas del medio rural que vaticinan un vacío próximo de muchos de los pueblos.
Por sectores, y a nivel provincial, los afiliados al régimen general son los más numerosos (118.826), seguidos por los autónomos (cerca de 38.000). En menor número se contabilizan los afiliados al régimen especial del hogar con 3.185 o al sector agrario, con 1.250. Y casi insignificante son los empleos que genera actualmente en la provincia la minería, un sector que tiró de la economía de este territorio durante décadas.