Un recorrido electoral por la 'Montaña Vaciada': Lillo y Maraña (IV)

Pocos nervios, más bien ninguno

Fulgencio Fernández
28/05/2023
 Actualizado a 28/05/2023
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La jornada electoral tiene muchas aristas en las que a veces no se piensa, como aquellos a los que le da vidilla en sus negocios. En Puebla de Lillo hay un ejemplo, más bien en Cofiñal, donde trabaja el famoso Cofitaxi de Sonia, la joven que se hizo cargo del ‘negocio’ de su padre Félix y le está dando un nuevo aire, con diseño, redes sociales y nuevos nichos de mercado, que dicen ahora. Por ejemplo, no solo traslada a las personas mayores. Las acompaña. Y en las fiestas de los pueblos lleva a los jóvenes y les vuelve a buscar a la hora convenida, para que puedan disfrutar libremente.

- O traer votantes al colegio electoral de Lillo desde todos los pueblos del municipio.

En ello andaba el Cofitaxi ayer (con la madre de Sonia), ocupada casi siempre, de manera que fue imposible coincidir: “Estoy bajando por Tarna, con viajeros…”.

Mejor así, lo importante es el negocio. En la mesa electoral les pillamos comiendo, era la hora de ello, unos pinchos y esas cosas. La anécdota estaba en que el sorteo había deparado algo inusual, madre e hija en la mesa, de presidenta y de vocal, María y Toña. La primera muy joven pero, insiste, “menos de loque parece, los 18 (años) ya los dejé atrás hace tiempo”.

No tanto tiempo. Y si no, miren la foto. Aunque mejor lo sabrá ella.

Maraña: Pocos nervios, más bien ninguno


¿Qué mejor forma de acabar un recorrido que buscar el rincón más tranquilo (electoralmente hablando) de la provincia? Pues allá vamos. Y éste es, sin duda, Maraña.
No hay más que llegar a la Plaza de los Esquiadores para comprobarlo. Los jóvenes al sol a las puertas del mediático Bar Calleja pero, si de paz se habla, lo mejor es dirigirse al bar de Josu, el histórico de toda la vida, el Riosol.

Josu es posiblemente el cantinero más tranquilo, y bueno, de la Montaña. Nos cuenta que mañana (lunes) tiene cita en Oviedo “para operarme de cataratas, en la Clínica de los Vega, que opera allí un hijo del pueblo de Maraña que es un fenómeno, voy muy tranquilo. El miércoles me opera del otro ojo y para el pueblo otra vez, a leer, que ahora no puedo, y ver los aluches, que me gustan”.

En la mesa electoral se respira paz, buen rollo y tranquilidad: “Hay cinco puestos de concejal, se presentan cinco ¿tú qué crees que ocurrirá?”.

En Maraña, por su bajo censo (110 personas) la elección es directa. La papeleta ofrece cinco nombres y hay que votar a cuatro, pero los cinco serán concejales. Hay cuatro aspirantes del PSOE y uno del PP. “Que son los mismos que están ahora, es decir, aquí no se está jugando nada, está todo el pescado vendido”, explican desde la relajada mesa mientras llegan a votar los electores número 54 y 55, la primera la madre de la presidenta (Elena) y el segundo uno de los concejales: Jesús Tomás Lario.

- Jesús, tú no estás en el censo.
- Míralo bien, que Tomás es apellido.
- Eso ya es otra cosa; explica Carolina, que es la que lleva la lista.
- ¿Y los interventores?
- Aquí no hay de eso, ¿para que?; cuenta el tercer vocal, que es el único varón, Enrique.

Así las cosas Omar Rodríguez Bulnes está tan tranquilo con lo que va a pasar, que repite de primer edil, que en vez de pasear nervioso, como es habitual, marchó a ver a su novia en Acebedo. Omar fue noticia en las pasadas elecciones por ser el último alcalde en tomar posesión, ya que por su profesión entonces (marino mercante) estaba en alta mar y tardó más de un mes en regresar y coger su bastón de mando.

Esta vez no será así pues, nos dice Josu, “ahora tiene un puesto mejor y no se embarca”.

Los jóvenes siguen en la terraza, los miembros de la mesa charlan animadamente sobre montañeros conocidos (Vicente, Isidoro…), el alcalde corteja, Josu siembra tranquilidad. Dan ganas de no volver a la batalla que hay más abajo.
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