Un paisano de uno de sus pueblos, un viejo conocido de los aluches, me lleva con mucho misterio a su casa.
-¿Qué quieres?
-Nada, que me escribas una cosa, a ti que no te conocen la letra, como escribes a máquina.
-Tú dirás.
Saca todas las candidaturas y me explica. “Les he prometido el voto a todos y a mí me gusta cumplir lo que prometo.Voy a meter todas las papeletas en el sobre”.
-Pero será voto nulo.
-Yo no les prometí que valdría el voto, les prometí que les votaba.
-¿Y para qué me quieres?
-Para que pongas una nota explicando esto.
Y la nota dice: “Como soy un tío de palabra y os he prometido el voto a todos: Ahí va”.
Un café, pastas caseras, y allí queda riñendo con la hija: “No hagas el tonto, ¿no ves que al meter todas las papeletas, y encima dobladas, van a notarlo y cuando las saquen sabes que eres tú”.
Allí quedaron ¿Metió la nota?
La respuesta, como casi todo, a las nueve o así.
Por cierto, en el asunto de los acentos, el más curioso es el de Naredo, para la pedanía. Se presentan Roberto Fernández y su hijo Alejandro, pero lo llamativo es que no se apellidan ‘igual’. El padre aparece acentuado, Fernández, y el hijo no, Fernandez.
¿Misterios? A Iker Jiménez, no es esta ventanilla.
La Vecilla: Rosario y relajación china
La Vecilla también se muestra limpia de carteles, a no ser que las banderas de España sean propaganda. Solo dos candidaturas, que los vecinos te citan por sus nombres, no sus partidos: Moíses (PSOE) y Manuela (PP).
Por aquello de que la conozco más aventuro que Manuela es la favorita y hay escepticismo, pero en base a situaciones previas.
-No lo debe tener tan claro cuando ha estado asistiendo a talleres de ejercicios cuerpo/mente y relajación china (Chi kung) y va por las tardes al rosario, reza a todos los dioses.
Le traslado las dudas y explica que el taller ‘chino’ era municipal y lo da el prestigioso Héctor el de La Cándana.
-¿Y el rosario?
-Voy todos los años en mayo, es una tradición del pueblo.
Bueno, pues que sea lo que Dios (o Buda) quiera.
"La primera vez que no me voto a mí"
Muy cerca de La Vecilla, apenas a un kilómetro, está Valdepiélago, donde la noticia es la no noticia, es decir, que su eterno alcalde, Julio González, no se presenta. Y es que lleva siendo alcalde desde 1978, de manera ininterrumpida y con mayorías absolutísimas, llegó a sacar los 7 concejales.
- ¿Y hoy qué haces?
- Pues iré a votar, como siempre, pero es cierto que va a ser la primera vez que no me voto a mí mismo.
- Bueno, votas a la hija, que eso ayuda a la descomprensión…
- Cierto, pero ya he dicho que yo le aconsejé no ir.
Y explica el veterano alcalde que él le recomendó no ir y le contó lo que es ser alcalde de un ayuntamiento pequeño. “Tú no lo sabes, pero tu madre (Goya) sí lo vivió. Que a las tres de la mañana te llame uno que está pariendo una vaca y tiene problemas con el ternero. Vas para allá, sacas el ternero, vuelves a las cuatro y te tumbas un rato en el sofá y a las cinco te levantas para ir a la panadería, que ése era mi oficio. Eso es ser alcalde. Si es lo que quiere…
Pues lo debe querer, ya que va. Con permiso de su rival del PSOE, que también aquí son solo dos.
Una situación parecida a la de Julio González en Valdepiélago la vivió en esta jornada electoral Faustino Sutil, alcalde de Bustillo del Páramo y también muchos años diputado provincial y que después de 40 años votándose a sí mismo también ayer vivió la sensación extraña de no meter en el sobre su papeleta. “Sigo votando a los míos pero no a mí”, explicó un emocionado Sutil que fue saludando a cada miembro de la mesa e interventores, antes de hacerse una foto alejándose de la Casa Consistorial, en una imagen cargada de simbología.