Jon Hernández es fotógrafo y sus lecciones a través de internet han guiado a aficionados y profesionales no solo a través de su academia sino también a través de un canal de Youtube con más de 250.000 suscriptores. Sin embargo, este barcelonés es sobre todo «curioso» y eso le ha llevado a ser uno de los principales divulgadores del país sobre la desconocida, pero ya muy presente, Inteligencia Artificial. La semana pasada ofrecía en la Universidad de León una charla sobre esta materia que pone delante de los ojos de la sociedad una realidad que ya está entre nosotros con un futuro cuanto menos incierto.
–Hablar hoy de Inteligencia Artificial a la gran mayoría de la sociedad es como tratar de enseñarles un extraterrestre, ¿cómo lo hace?
–Precisamente porque no soy nada técnico, no tengo ni másters en esto ni un ‘background’ tecnológico. Yo soy fotógrafo y mi acercamiento a la Inteligencia Artificial es desde su aplicación, no hacer entender cómo funciona, sino lo que puede hacer por ti y eso es válido para todo el mundo, desde una ama de casa a mis hijos. Yo lo uso en mi día a día, para hacer la compra, para todo, incluso no tanto como debería porque como todos estoy en una fase de adaptación.
–Ya lo comenta usted, ¿cómo de presente está en nuestro día a día la Inteligencia Artificial?
–Lo está en nuestra vida diaria desde antes de que fuésemos conscientes. Es lo que hay detrás de las redes sociales y si ellas están presentes en nuestro día a día también lo está la Inteligencia Artificial. Es lo que define los algoritmos de lo que vas a ver lo siguiente o lo que te sugiere la siguiente palabra cuando estás escribiendo en el móvil. Lo diferente es que ahora lo estamos viendo desde la parte generativa, tomamos el control y no somos simplemente utilizados sino que nosotros podemos hacerlo y eso en primera instancia la convierte en en un aliado increíble. Puedes escribir como Shakespeare, componer como Mozart o cocinar como Ferrán Adrià.
–Precisamente ese acceso global a las herramientas, aunque la gente no sepa aún exactamente cómo hacerlo, es una ventaja y a la vez una cuestión peligrosa
–La democratización de una herramienta tan potente no se ha visto nunca en la humanidad. De repente tenemos por 20 euros al mes e incluso opciones gratuitas que son perfectamente capaces de hacer cosas increíbles y todo el mundo, en cualquier lugar, tiene acceso a ello.
–Estuvo en la Universidad de León acercando a alumnos y profesores esta nueva realidad. En el ámbito educativo ¿quién va a tener el mayor reto por delante?
–El problema es que a los profesores les cuesta más adaptarse que a los alumnos. Ellos lo ven ahora como un gran beneficio, pero lo cierto es que puede serlo también para los profesores. En la charla de la universidad un profesor mostraba algunas quejas y yo le preguntaba si él va a usar la Inteligencia Artificial para preparar sus clases. Hay gente agnóstica, escéptica, que está en contra de la herramienta por el miedo que tiene a que le sustituya, pero la experiencia para el usuario es espectacular. Tienen que hacer que sea útil para ellos, es imposible pararlo, no se le pueden poner puertas al campo y podemos hacer dos cosas, o pelearnos con detectores y cosas que no funcionan para evitar que los alumnos lo usen y tener un problema, o usarlo a nuestro favor. No es un problema de una profesión sino que es transversal a la sociedad, lo más interesante es el uso personal que le pueda dar cada persona.
–¿Cree que es posible regular legalmente el uso de la Inteligencia Artificial?
–Está claro que algo hay que hacer, es tremendamente importante, ahora está la cosa muy complicada porque en Europa se ha intentado crear una legislación muy potente, muy agresiva y limitante, muy bestia, pero que en Alemania o Francia ya parece que se ha cedido a los ‘lobbys’ y no se va a plicar, lo que le va a quitar valor. El principal problema es que es una legislación local y eso va a poner a las empresas europeas en desventaja competitiva con las de Estados Unidos y por ahí no vamos bien. Aquí tiene que haber una legislación para todos, global, no sirve de nada hacerlo a nivel local porque es ponerse palos en las ruedas. No sirve de nada intentar proteger el empleo limitando la Inteligencia Artificial si eso supone que las empresas mueran por falta de competitivad y la gente se va a ir a la calle igual. Si Seat no puede automatizar procesos por legislación y mantener así el empleo, pero Ford sí, se van a vender más coches de esa marca porque serán más competitivos en precio y Seat perderá empleos porque no hay trabajo. Hay que buscar algo más global como se han hecho pactos con el Covid con el tema nuclear o biológico, pero por el momento no parece que se esté apostando por eso especialmente con Estados Unidos y China que van a lo suyo.
–Hilando con el tema de la legislación y su procedencia del mundo de la fotografía, las aplicaciones de la IA en este campo ya han dejado cuestiones cuanto menos peligrosas, ¿cómo lo valora?
–Hay un problema importante en el sentido de que la herramienta es muy potente y es su uso lo que es más o menos ético. No podemos tildar de problema a la herramienta, sino a quien la usa. Se puede generar una teta o un collar con la misma tecnología, si queremos tener los beneficios tenemos que lidiar con los inconvenientes y hay que controlar si los modelos fundamentales son disruptivos a niveles muy bestias y, sobre todo penar. Suena duro, pero dentro de lo que se viene que cuando mi niña vaya al instituto le hagan unos ‘fakes’ desnudos y lo publiquen va a ser jodido, pero en términos globales, ojalá eso fuese todo. Estamos hablando de que puedes pedirle a ChatGPT que cree un virus que radique a todas las personas caucásicas del mundo, cosas muy graves. Hay que penar el uso de una forma ejemplar. Uno de los padres de la Inteligencia Artificial, Geoffrey Hinton, pone el ejemplo del dinero. ¿Por qué no estamos imprimiendo todos billetes en nuestras casas? Porque si lo haces te vas a la cárcel. Si un tío se pone a hacer ‘fakes’ y los distribuye, mételo en la cárcel y el siguiente se lo pensará dos veces. Siempre hay tecnología que permite hacer cosas y hay que penarlo no en proporción a la gravedad del delito, sino por su impacto social. El uso de la IA generativa hay que penarlo muy fuerte. Si creas un ‘fake’ sobre el gobierno, sobre las elecciones, que tiene un impacto social muy fuerte que altera nuestra democracia te tienes que ir 20 años a la cárcel, es la forma de que se lo piensas dos veces y además hacerlo con cosas mediáticas, intentar desanimar a la gente a querer hacerlo porque evitarlo es prácticamente imposible.
–¿Cree que las afectaciones van a ser mayores en cuestiones cotidianas o a nivel macro?
–Es una cosa tan transversal que va a afectar a todos. Va a tener efectos tan mundanos como poder sacarle una foto a la nevera llena, después vacía y que te haga la lista de la compra o que incluso en unos meses te llegue la compra del Mercadona antes de enterarte de que no tenías yogures, hasta cambios radicales para la ciencia o la medicina. Esta pasada semana ya se publicaba que gracias a la IA se puede detectar el cáncer de páncreas en un escáner sin contraste. La Inteligencia Artificial es mucho mejor que nosotros y no solo es eso, sino que puede prevenir problemas pudiendo detectar un tumor que no es visible para un médico tradicionalmente. Lo mismo con el cáncer de mama. En Canadá se ha desarrollado un medicamento viable para el cáncer de hígado en solo 30 días, acelerando procesos que hubieran llevado 6 años. Se van a hacer grandes avances en temas de tratamiento del párkinson... hay muchos científicos que están trabajando ya con estas tecnologías. Alpha Fold, un proyecto de la matriz de Google, trabaja con proteínas y ya los científicos más importantes del mundo han dicho que es una revolución que cambia la forma de entender la ciencia o la medicina. Antes se podía saber con un 73% de acierto si un medicamente podía ser o no viable, ahora aumenta el porcentaje y baja el tiempo de estudio de semanas a minutos. Esos avances son los que nos dan esperanza en cuanto a la cura del cáncer, el potencial es enorme, también en otros campos como el cambio climático. Si todo sigue así va a acabar con nosotros en 30 años al nivel de que no vamos a poder vivir en Barcelona. Si no somos capaces de arreglarlo la única opción es que la Inteligencia Artificial lo solucione por nosotros. ¿Qué valor tiene eso? Es un ‘all in’, hay muchos problemas muy urgentes en el mundo y la IA puede ser la respuesta a ellos. Imagínate que es capaz de dar con la fusión para la energía. ¿Cómo cambia eso el mundo? Son palabras muy mayores.