Cuando Raquel Díaz y Pedro Muñoz iniciaron la convivencia en Santo Tomás de las Ollas ella estaba “alegre”, aseguró una vecina este miércoles en el juicio en la Audiencia Provincial, pero después se fue “deteriorando”. “La vi llorar más de una vez y le comenté a mi marido que tenía que tener a algún familiar enfermo”, hablaba mucho por teléfono fuera de casa, “llevaba gafas de sol por la noche… mi marido la llamaba medio kilo, cariñosamente”, aseguró, porque se había quedado en los huesos. No obstante, esta testigo remarcó que nunca supo que pasara nada entre ellos ni los oyó discutir porque entre su puerta y la de ellos había distancia.
Esta misma mujer aseguró que el día en el que se produjo el supuesto accidente de Raquel en la finca de Toreno ella vio a Pedro Muñoz salir sobre las nueve de la noche de su casa de Santo Tomás de las Ollas. Indicó que lo sabe con certeza porque ella y su marido tienen la costumbre de cenar siempre a las ocho de la tarde, “sea invierno o verano”, y que después recogía y salía a fumar un cigarro a la ventana. Siempre la misma rutina y ese día, miércoles, vio salir a Pedro Muñoz sobre las nueve menos cuarto o menos veinte del garaje. Dijo estar segura porque conoce bien su coche y que “salía más bien deprisa, no despacio”. Le extrañó, dijo, porque el lunes de esa semana había coincidido allí con Raquel Díaz y tras ver a Pedro Muñoz le comentó a su marido que “igual vienen aquí a vivir otra vez”.
La defensa de Pedro Muñoz le preguntó si estaba segura, ya que ese día se hicieron desde el móvil del acusado varias llamadas desde Toreno que aseguraron que serían incompatibles con que estuviera a la misma hora en Santo Tomás de las Ollas, a “unos 40 minutos de distancia”, dijeron, a lo que ella contestó que sí. “Lo vi perfectamente”.
Sobre el incidente remarcó que ella no supo nada de lo que había pasado hasta el sábado por la tarde-noche y que también le sorprendió que Pedro Muñoz, que entonces no estaba viviendo en esa vivienda de Santo Tomás de las Ollas, sino en Toreno, hubiera tendido un pantalón y una camisa en Santo Tomás esos días. “Si no vive aquí, ¿qué hace un pantalón y una camisa aquí colgados?”, dijo que se había preguntado entonces. También destacó que en días posteriores había visto a gente recogiendo cosas de la casa de Santo Tomás a las 12 o una de la madrugada. “Me levanté de la cama poque pensé que habían venido a hacer un registro”, dijo, y vio sacar “muchísimas cosas” y que había una furgoneta.
Respecto a la relación que mantenía con ellos, subrayó que con Raquel era casi de hola y adiós, mientras que hablaba más con Pedro. “Era amable, yo no puedo decir otra cosa de él”, afirmó, pero “veíamos cosas con Raquel que no nos cuadraban”. Fue en este punto cuando hizo referencia a su “deterioro” físico.