El juicio en la Audiencia Provincial de León por el asesinato de una joven de 20 años el 17 de marzo de 2021 en una vivienda de Cembranos se cerró este jueves a falta únicamente del interrogatorio de los acusados, que declararán a partir de las 9:30 horas de este viernes, las conclusiones de las partes y la entrega del objeto del veredicto a los miembros del jurado popular. La cuarta jornada se centró principalmente en la autopsia realizada a la víctima, así como en los exámenes médico-forenses de los dos encausados, que arrojaron datos reveladores.
El estudio del cadáver reflejó “hasta 66 lesiones” diferentes que indican, tal y como explicaron, que existió una lucha con un “importante grado de violencia” y en la que por parte de la víctima hubo “un componente defensivo principalmente”. Sin embargo, los forenses subrayaron que pese a haber recibido múltiples golpes, ninguno de ellos habría sido mortal en sí mismo. La causa del fallecimiento fue la asfixia, aunque descartaron que esta hubiera sido provocada por el “amortajamiento” del cadáver, cuya cabeza fue envuelta con un cubrecamas que se “empapó” en sangre debido a que la mujer estaba viva cuando fue envuelta en él, otra colcha por encima y cinta adhesiva de dos tipos.
“Se le presionó la boca. Hubo una sofocación por una presión bastante importante”, aseguraron, algo que hizo que en el interior de los labios quedaran perfectamente marcados los dientes de la víctima. Esta presión no descartaron que fuera llevada a cabo con un pie, aunque vieron más probable que se realizara con una mano, ya que con esta, anatómicamente, se permitiría cubrir mejor la boca. En todo caso, insistieron en que la cinta y los cubrecamas que le envolvían la cabeza “no tenían la tensión suficiente para provocar esa sofocación”, así como para dejar las lesiones que presentaba en el interior de la boca.
Capacidad de defensa "mermada"
Añadieron, además, que a la mujer le habían fracturado la nariz, así que su capacidad para poder respirar por ella había quedado anulada y también dejaron constancia de que “presentaba un estado de vulnerabilidad importante” y que su capacidad de defensa” estaba "mermada" debido a los “altos niveles de alcoholemia” hallados en su sangre (2,18), así como a los traumatismos cráneoencefálicos que presentaba, que podrían haberle causado una pérdida de la consciencia o que esta, al menos, quedara muy disminuida. “Existió una disparidad de fuerza entre el o los agresores y la víctima”, zanjaron.
El origen de la pelea: "Le quería quitar a su chico"
Los forenses que realizaron la autopsia tuvieron también la oportunidad de examinar a los acusados tanto en el momento de ser detenidos, en el propio escenario del crimen, como posteriormente. De sus informes destacaron que ambos estaban “plenamente conscientes y orientados” y “no presentaban síntomas de alteración de la percepción o de la memoria”. Sobre el acusado señalaron que "no presentaba lesiones" en el cuerpo más allá de una excoriación en el antebrazo sin mayor relvancia, aunque indicaron que se podía golpear sin llegar a "presentar lesiones visibles". Sí que advirtieron, sin embargo, que la encausada "presentaba sangre evidente en los brazos, antebrazos y pies" y que se encontraba en un "estado de ansiedad, de nerviosismo", aunque "controlado". Destacaron incluso que el que cabría esperar como "lógico" teniendo en cuenta que la Guardia Civil estaba en la casa y en ella había un cadáver. Respecto a sus respuestas, advirtieron que eran "coherentes", que se puso incluso "a fumar un cigarrillo" mientras contestaba y que cuanto le preguntaron por el "origen de las lesiones" les dijo que "había estado peleando con una chica, porque le quería quitar a su chico". Durante el tiempo que duró este encuentro "reiteraba que quería ver" al otro acusado, "que quería hablar con él" y les indicó que la sangre en su cuerpo, "que estaba seca" pertenecía a la fallecida.
Los forenses señalaron también que la acusada presentaba hematomas tanto en los antebrazos como en los pies y que tenía los puños "hinchados", algo que indica que "partició efectivamente en una pelea", ya que son "señales de lucha activa". Hicieron hincapié en que en el cuerpo de la víctima el "componente defensivo era el predominante", mientras que en el de la acusada "no". En junio de 2021 los forenses volvieron a examinarla y en ese momento les dijo que el acusado "la maltrataba", que habían mantenido una "relación tóxica" y que le tenía "miedo". Apuntaron, sin embargo, que no tienen más pruebas de ello que el propio testimonio de ella y que al referirse al hombre utilizaba "la ironía" y era incluso "mordaz", por lo que consideraron que "habría respondido ante alguna agresión" o conducta de ese tipo por parte de él, además de no haber podido explicar por qué si tenía miedo al acusado acudió con la víctima a su casa el día del crimen.
La acusada: "manipuladora, poco empática y con escaso sentido de la responsabilidad"
En sus conclusiones remarcaron que la acusada "es una persona manipuladora, poco empática y con escaso sentido de la responsabilidad" y reiteraron que al preguntarle por la víctima les dijo "que no era buena porque le quería quitar a su chico". Por su parte, cuando estos le mencionaban al acusado ella también se refería a él "de forma poco afectiva", que "no es típica" de alguien que siente miedo.
Sin mostrar arrepentimiento
¿En algún momento se mostraron arrepentidos? Los forenses respondieron de forma tajante que "no, en ningún momento". Advirtieron la "fata de empatía sin presencia afectiva en el caso de ninguno de los dos".
(Seguirá ampliación)