La víctima del crimen de Cembranos presentaba hasta 66 lesiones, fue "amortajada" en vida y murió por asfixia

Existió una lucha con un “importante grado de violencia” y con un “componente defensivo principalmente” por parte de la fallecida, que tenía las facultades mermadas

16/01/2025
 Actualizado a 16/01/2025
Una de las acusadas del crimen de Cembranos a su llegada a la Audiencia Provincial. MAURICIO PEÑA
Una de las acusadas del crimen de Cembranos a su llegada a la Audiencia Provincial. MAURICIO PEÑA

El juicio en la Audiencia Provincial de León por el asesinato de una joven de 20 años el 17 de marzo de 2021 en una vivienda de Cembranos se cerró este jueves a falta únicamente del interrogatorio de los acusados, que declararán a partir de las 9:30 horas de este viernes, las conclusiones de las partes y la entrega del objeto del veredicto a los miembros del jurado popular. La cuarta jornada se centró principalmente en la autopsia realizada a la víctima, así como en los exámenes médico-forenses de los dos encausados, que arrojaron datos reveladores.

El estudio del cadáver reflejó «hasta 66 lesiones» diferentes que indican, tal y como explicaron, que existió una lucha con un «importante grado de violencia» y en la que por parte de la víctima hubo «un componente defensivo principalmente». Sin embargo, los forenses subrayaron que pese a haber recibido múltiples golpes, ninguno de ellos habría sido mortal en sí mismo. La causa del fallecimiento fue la asfixia, aunque descartaron que esta hubiera sido provocada por el «amortajamiento» del cuerpo, cuya cabeza fue envuelta con un cubrecamas que se «impregnó completamente» en sangre debido a que la mujer estaba viva cuando ocurrió, otra colcha por encima y cinta adhesiva de dos tipos.

«Se le presionó la boca. Hubo una sofocación por una presión bastante importante», aseguraron, algo que hizo que en el interior de los labios quedaran perfectamente marcados los dientes de la víctima. Esta presión no descartaron que fuera llevada a cabo con un pie, aunque vieron más probable que se realizara con las manos, ya que con estas, anatómicamente, se permitiría taponar mejor esa parte de la cara. En todo caso, insistieron en que la cinta y los cubrecamas que envolvían la cabeza «no tenían la tensión suficiente para provocar esa sofocación» y que tampoco habrían dejado esas lesiones en el interior de los labios, «muy inflamados».

Capacidad de defensa "mermada"

Añadieron, además, que a la mujer le habían fracturado la nariz, así que su capacidad para poder respirar por ella había quedado anulada y también dejaron constancia de que «presentaba un estado de vulnerabilidad importante», ya que su capacidad de defensa estaba «mermada» debido a los «altos niveles de alcoholemia» hallados en su sangre (2,18), así como a los traumatismos cráneoencefálicos que presentaba, que podrían haberle causado una pérdida de la consciencia o que esta, al menos, quedara «afectada». «Existió una disparidad de fuerza entre el o los agresores y la víctima», zanjaron. 

Los forenses advirtieron que las lesiones en el cuerpo se centraron principalmente en tres zonas: la espalda, donde también había heridas de arrastre; los antebrazos y las antepiernas, «defensivas» y la cabeza, donde destacaron la fractura de la nariz «por la violencia que conllevan este tipo de lesiones». Apuntaron también que recibió «puñetazos y patadas» en la cabeza, donde también registraron «dos impactos en un tiempo bastante inmediato» contra una «pieza de seguridad de la escalera». «Hubo un traumatismo lo bastante intenso como para provocar una hemorragia craneoencefálica, aunque esta de por sí no habría provocado la muerte», insistieron. 

"Importante agresión física"

En resumen, advirtieron que «se produjo una importante agresión física mediante la fuerza corporal con poco componente defensivo» de parte de la víctima, cuya muerte calcularon que se produjo «sobre las 20 horas». Reconocieron que «mover un cadáver siempre es complicado», al igual que tratar de encintar un cuerpo mientras la persona se resiste, pero no quisieron entrar en si esto era necesariamente una tarea de dos o podría haber sido solo de una, aunque reconocieron que sería «más fácil entre dos».

Por último, dijeron que además de haber consumido alcohol en grandes cantidades (su tasa era de 2,18, con la que aseguraron que el cien por cien de las personas estarían intoxicadas, en estado de embriaguez) la víctima también había consumido cocaína «de forma continuada».

La acusada: "Manipuladora y poco empática"

Los forenses que realizaron la autopsia tuvieron también la oportunidad de examinar a los acusados tanto en el momento de ser detenidos, en el propio escenario del crimen, como posteriormente. De sus informes destacaron que ambos estaban «plenamente conscientes y orientados» y que «no presentaban síntomas de alteración de la percepción o de la memoria». Sobre el hombre señalaron que no tenía lesiones» en el cuerpo más allá de una excoriación en el antebrazo sin mayor relevancia, aunque reconocieron que también se podía llegar a golpear sin registrar «lesiones visibles». 

El posible motivo: "Le quería quitar a su chico"

Sí que advirtieron, sin embargo, que la encausada «presentaba sangre evidente en los brazos, antebrazos y pies» y que se encontraba en un «estado de ansiedad, de nerviosismo», aunque «controlado». Destacaron incluso que el que cabría esperar como «lógico» teniendo en cuenta que la Guardia Civil estaba en la casa y dentro de ella había un cadáver. Respecto a sus respuestas, advirtieron que eran «coherentes», que se puso incluso «a fumar un cigarrillo» mientras contestaba y que cuanto le preguntaron por el «origen de las lesiones» dijo que «se habían peleado porque le quería quitar a su chico». Durante el tiempo que duró este encuentro «reiteraba que quería ver» al acusado, «que quería hablar con él» y les indicó que la sangre en su cuerpo, «que estaba seca», pertenecía a la fallecida. 

Los forenses señalaron también que la acusada presentaba hematomas tanto en los antebrazos como en los pies y que tenía los puños «hinchados», «señales de lucha activa». Hicieron hincapié en que si en el caso del cuerpo de la víctima el «componente defensivo era el predominante», en el de la acusada «no». En junio de 2021 los forenses volvieron a examinarla y en ese momento les dijo que el acusado «la maltrataba», que habían mantenido una «relación tóxica» y que le tenía «miedo». Apuntaron, sin embargo, que no tienen más pruebas de ello que el propio testimonio de la mujer y que al referirse al hombre utilizaba «la ironía» y era incluso «mordaz» y que tampoco había podido explicar por qué si tenía miedo al acusado acudió con la víctima a su casa el día del crimen. 

En sus conclusiones remarcaron que la acusada «es una persona manipuladora, poco empática y con escaso sentido de la responsabilidad» y reiteraron que al preguntarle por la víctima les dijo «que no era buena porque le quería quitar a su chico». Por su parte, cuando estos le mencionaban al acusado ella también se refería a él «de una forma poco afectiva» y que tampoco era «típica» de alguien con miedo.

Sin señal de arrepentimiento

¿En algún momento se mostraron arrepentidos? Los forenses respondieron de forma tajante que «no, en ningún momento». Advirtieron la «falta de empatía y la ausencia afectiva en los dos».

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