Abuen seguro que el obrero que manejaba la excavadora que acabó con la corrala leonesa casi en ruinas de una esquina entre el Polígono X y el Ejido, que en su verja se podía leer ‘Villa Evarista. Año 1932’, no era consciente de que estaba acabando con uno de los lugares con más historia e historias de la hostelería leonesa, un centro de peregrinación en las tardes de buen tiempo durante décadas, un rincón en el que jugar a los bolos o la rana, comer una tortilla, beber un porrón de vino a la sombra de un precioso corredor... y en cualquier momento atravesaban las vacas que regresaban a casa, o entraban los mastines que debieron ser los últimos habitantes del lugar que, cierto es, llevaba muchos años cerrado y, por ejemplo, el tejado estaba a punto de hundirse definitivamente. La que sí se mantenía en pie era una histórica y romántica pintada, a la orilla de la puerta, que luego fue profanada: ‘La mejor curva... es la sonrisa’, decía la original, sobre la que un día pintaron, en negro, como si la imaginación se vistiera de luto: "La mejor curva es... la prima de riesgo". No hay color.
Tenía historia Villa Evarista desde su nacimiento pues su fecha, en la verja escrita (1932), sirvió para desvelar uno de los secretos mejor guardados por aquel Francisco Pérez que en su estancia en León pasó a llamarse Paco Umbral. Escribía el genial columnista en una ‘Crónica de las tabernas leonesas’ que incluía esta Villa Evarista lo siguiente: "Desde 1932 —que es un bonito año en el que se fue el Rey de España y vino al mundo el cronista— Villa Evarista es el Egido bar, situado en el Egido Quintín, casa que fue de la señora viuda de Molleda". Y es que en las biografías de Umbral era habitual leer nacido en Valladolid en 1934, por cosas suyas, y por eso en una reedición realizada por El Mundo La Crónica en el año 2000 el autor solo pidió que «no se incluyera Villa Evarista". Y así se hizo.
En los repasos de los lunes de historias de los años 70 con Fernando Rubio una de las primeras paradas fue precisamente en Villa Evarista, y en los comentarios suscitados ofrecían algunos otros datos, como la presencia aquellos años como responsable de "Anibal, que encetaba ‘la fugaza’ y el embutido" en expresión conjunta de Héctor Luis Suárez y Mabel G. Ulloa. Además, en una de las fotos de bolos aparece el histórico Olegario R. Cascos.
Otros comentarios añaden los ‘menús’ más habituales en este rincón de juego de bolos a la sombra de un espectacular corredor: "Una jarra de cerveza con Casera costaba 25 pesetas"; "pedíamos un bocadillo de sardinillas con cebolleta... y pedíamos que hiciera en tres partes, ya que era generoso". Y no podía faltar el embutido y la tortilla.
Y ahora la piqueta. R.I.P.