Viviendo con Don Quijote en un lugar de las montañas de León

El ingeniero Fernando Bandera colecciona desde que era un niño todo tipo de piezas que tengan algo que ver con ‘El Quijote’

19/01/2025
 Actualizado a 19/01/2025
Fernando Bandera con un busto de Don Quijote en una habitación en la que se acumulan cientos de piezas del ‘Ingenioso’. | MAURICIO PEÑA
Fernando Bandera con un busto de Don Quijote en una habitación en la que se acumulan cientos de piezas del ‘Ingenioso’. | MAURICIO PEÑA

Cuando Fernando Bandera era todavía un niño, de 12 o 13 años, acudía con frecuencia al estanco que regentaba su padre. Allí conoció a un ingeniero naval que no sabe muy bien cómo apareció por la montaña leonesa, pero a aquel chaval le pareció un personaje fascinante, que contaba historias mágicas, con ese aroma de exótismo que tiene el mar para un habitante de las tierras de la nieve. Pero un día aquel hombre, comenzó a recitar de memoria un pasaje desconocido para él:«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco...».

Era el inicio de El Quijote y también el nacimiento de una pasión, la del niño Fernando, hoy Fernando Bandera, que recita no solo el inicio del más famoso de los libros españoles, sino otros muchos pasajes, dependiendo del objeto que te esté mostrando. Con especial predilección, cómo no, para el inicio del capítulo XXXIX: «En un lugar de las montañas de León tuvo principio mi linaje, con quien fue más agradecida y liberal la naturaleza que la fortuna, aunque en la estrecheza de aquellos pueblos todavía alcanzaba mi padre fama de rico, y verdaderamente lo fuera si así se diera maña a conservar su hacienda como se la daba en gastalla». 

Yen un lugar de las montañas de León, el mismo lugar donde quedó fascinado escuchando al marino recitar El Quijote, vive Fernando Bandera rodeado de los pasajes y objetos más variados que te puedas imaginar. «Es toda una vida coleccionando. Si tenía 12 años cuando escuché a aquel marino y tengo 55... Esos años llevo».

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La variedad de los objetos que ha ido coleccionando desde que era un niño queda patente. | MAURICIO PEÑA

- ¿No han olvidado a aquel hombre?
- No puedo porque está en el origen de todo. Yme gustaría decir su nombre como homenaje y agradecimiento por haberme inculcado esta pasión que me ha dado momentos inolvidables. Se llamaba Emiliano Alonso Oterino». 

Y Bandera cierra el círculo de su pasión por El Quijote con otro momento, importante para él. «¿Recuerdas aquella serie de TVEque protagonizaba Fernando Rey y Alfredo Landa hacía de Sancho Panza, que se rodó en parte en la Cueva de Valporquero?Pues el remate que me faltaba a aquella pasión que había nacido en el marino;no sé si lo vería reflejado en Fernando Rey».
Habla el coleccionista de momentos inolvidables que tienen mucho que ver con cada una de las piezas de su colección, cada una tiene detrás una historia, un recuerdo.

- ¿Cuántas piezas son?
- Ni idea. Mira las habitaciones que has visto, abigarradas de cosas, otras que permanecen en cajas, las que guardo en la que llamo casa de los perros para ir sacándolas, restaurándolas o lo que necesiten. No te sé decir. Ni idea, de verdad. Unas son de hace sesenta años y otras de hace quince días. 

Porque, como todo buen coleccionista, Fernando Bandera es un clásico de los rastros y mercadillos, pero también se les ha abierto un mundo nuevo a través de Internet, la gran ventana. «Sí he comprado muchas piezas, pero me gustan más los rastros, verlas, tocarlas, regatear».

- ¿Y vender?
- No vendo. Bueno, solo algunas piezas que pueda tener repetidas, pero no me gusta vender.

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Para caminar por la casa de Fernando debes ir sortenado todo tipo de recuerdos del Ingenioso Hidalgo. | M. PEÑA

En su colección hay de todo:Ediciones de El Quijote, libros escolares, publicidad en la que se utilizaba la figura del Ingenioso Hidalgo —«le tengo mucho cariño a la que se utilizó como publicidad de la Exposición Universal de Barcelona de 1920», explica—, bustos, cuadros, piezas de cerámica, bitolas, carteles publicitarios de todo tipo, como de chocolate y, sobre todo, numerosas latas de aquellas que «después nuestras madres utilizaban para meter en ellas las lentejas o botones, hilos, muy prácticas;pues muchas tenían como reclamo escenas quijotescas», dice haciendo un repaso que no tendría fin pues son cientos, miles más bien, las que acumula.

- ¿Una que llame la atención?
- Hay una muy curiosa, a la que le tengo cariño, que un aparato de cerámica que servía para filtrar el agua, una especie de depuradora filtradora.

- ¿Es la más valiosa?
- No lo creo, no tengo ni idea de su valor. Le tengo cariño por lo rara que es, no soy consciente de que haya ninguna otra;y he mirado bastante.

- ¿Qué sección sería la más importante de las que tienes?
- Sin duda, la de publicidad, en todo tipo de soportes, latas de membrillo, de chocolate, pastas... es que el mundo de la publicidad también me gusta mucho;entonces se suman las dos pasiones.

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Rincones de una casa que no está en un lugar de la Mancha, sino de la montaña leonesa. | MAURICIO PEÑA

No es Fernando Bandera uno de esos coleccionistas con ‘ansias de esconder para él’, más bien todo lo contrario, destila generosidad: «No. hay nada que me gustaría más que una institución, si es un ayuntamiento de nuestra montaña mejor, dispusiera de un local adecuado y yo la cedería, completa, gratis y la montaría. Solo pretendo un local digno y si pudiera formar parte de una ruta o algo así, mucho mejor».

Yapunta una idea: «¿Porqué no una ruta por el Curueño siguiendo los textos de El río del olvido, de Julio Llamazares, y con paradas como por ejemplo en una escuela restaurada para ver la colección de El Quijote, yo la cedo».

- ¿Nunca temes acabar como Don Quijote con los libros de caballería?
- Como Don Quijote acabamos todos.  
  

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