Consciente de que es la «locura» que desea vivir, Laura Martínez, una joven de 17 años de la localidad leonesa de San Esteban de Villacalbiel, compagina actualmente su pasión por la ganadería con la finalización de sus estudios de la ESO, pero con la clara vocación de que quiere ser agroganadera «lo antes posible».
«Soy joven, pero me encanta trabajar aquí», asevera, a la vez que explica: «me gusta más estar aquí que seguir estudiando. Igual son decisiones que algunos no las aceptan porque dejar los estudios ahora es una locura, pero yo sí lo voy a hacer».
Esta pasión por el campo y por la ganadería de ovino de leche la ha mamado desde pequeña en su familia, que es el principal motivo que le anima a seguir adelante con la agricultura, pero especialmente con la explotación en la que cuenta con unas mil cabezas de ganado. «Me gusta la vida que llevo, el ambiente que hay es entre familia y es muy bueno. Somos mi padre, mi tío, mi hermano y yo. Es todo familiar, nos entendemos y nos sabemos llevar», afirma.
Una joven con las ideas bien asentadas, que por mucho que amigos y conocidos le digan que está loca por querer dedicarse ya a la ganadería, tiene claro el paso que quiere emprender. De hecho, Laura considera que igual están más locos todos los que dudan de ella, aunque reconoce la situación «límite» que vive el sector del ovino de leche: «veo un futuro negro porque yo que me quiero quedar y soy joven, pero no te ayudan a quedarte». Al respecto, explica que «si te quieres quedar en el sector y seguir ampliando, como a mí me gustaría y tener más, no te dejan porque no sacas para los gastos que tienes». «No están pagando la leche a 1,20 euros el litro y pedimos a 1,40, pero las industrias no ceden teniendo ellos el queso vendido al mismo precio que el año pasado», lamenta.
Un trabajo «bastante esclavo» que siempre obliga «a estar al pie del cañón» como reconoce Laura, pero al pasar diez minutos a su lado viendo el dominio y la agilidad con la que realiza las labores cotidianas se observa que es pura vocación, aunque tenga que dejar a un lado su tiempo libre. De hecho, como bien detalla la joven, sus jornadas comienzan como tarde a las siete de la mañana: «todas las mañanas nos levantamos pronto, ordeñamos y, cuando acabamos, los de fuera ya tienen preparada la comida. No vamos para casa un rato, pero luego volvemos para mantener la explotación por si hay que curar, hay que estar también en la nodriza ahora que estamos en paridera, hay que cargar corderos, hay que hacer papeles, etc. Y por la tarde otra vez lo mismo».
De hecho, Laura afirma que no se imagina ya prácticamente dos días seguidos sin atender a su ganado. «Lo acepto porque me gusta. A mí pasar tiempo libre un día, sí. Pero una semana de vacaciones no sabría llevarlo», confiesa.
"Imposible empezar de cero"
Pese a su juventud, ya asume gran parte de la responsabilidad de la explotación, especialmente una de las más complicadas como es la del papeleo que «puede que sea lo más difícil de todo lo que tenemos que hacer, pero tan solo hay que llevarlo al día». No obstante, entiende que es una tarea en la que parte con ventaja porque su padre ya tenía el ganado, pero asegura que empezar de cero ahora es «imposible». En ese sentido, critica que «si empezase de cero no podría tener una instalación ni dar de comer a los animales. Ahora mismo si no trabajásemos la agricultura y tuviéramos que comprar toda la comida, sería imposible empezar porque no te da la leche para comprar todo».
Y es que, tal y como apunta a Laura, además del bajo precio que les pagan por la leche, el gran problema del sector son los elevados costes de producción: «el año pasado aumento todo muchísimo. En nuestro caso, lo producimos todo nosotros. La leche también estuvo muy bien, pero los costes están carísimos todos. El pienso, la alfalfa, la paja era imposible de mullir porque era carísimo».
Sin embargo, cree que el cambio de la situación del sector pasa porque las administraciones medien con las industrias lácteas para evitar el «ilógico» alto precio del queso frente al bajo que perciben por su producto. Al respecto, reitera que «es ilógico porque nos están pagando la leche superbaja, el queso lo tienen igual vendiéndolo al precio del año pasado cuando estaban bien y no ceden». Una situación en la que cree que «la industria podría ceder perfectamente sabiendo que ni tienen leche, ni tienen queso. Tienen todas las cámaras vacías. Están pidiendo leche a los ganaderos como muertos de hambre».
Además, si por algo destaca Laura es por su vena reivindicativa para defender lo que es suyo y, claro ejemplo de ello, es que ha estado presente en las cuatro concentraciones de defensa del sector que ha convocado UCCL en Valladolid frente a las industrias o la Junta. No obstante, ve necesaria más unión en el sector. «Hace falta mucho más apoyo. De los agricultores el respaldo que estamos recibiendo es nulo. Ahora mismo están todos parados y nos hemos recibido ningún apoyo por ellos ni por nadie en las manifestaciones ni nada. Los ganaderos algunos van, pero somos cien en una manifestación cuando deberíamos ser muchísimos», lamenta.
Ganas y motivación por defender el sector le sobran y, mientras tanto, Laura asegura que seguirá día a día disfrutando de su pasión. «Yo no veo esto trabajar. Hay días que son mucho más pesados y llegas a casa y dices que largo ha sido el día y hay días que te levantas y dices que ha sido maravilloso», concluye.