Las llamadas son de gente que se ofrece para ayudar. "¿Qué podemos hacer?", preguntan, "lo que sea, ayudar como sea", insisten, pero los tres ganaderos implicados repiten lo mismo: "Muchas gracias, de verdad, pero ahora no se puede hacer nada. Estamos esperando a que venga Rebisa (le empresa de recogida de los animales muertos) y después ya veremos".
En el sitio donde calcinó a los terneros y vacas nos sentábamos muchas veces a hablar cuando llovía– Y todavía tenemos que agradecer el poderlo contar, el estar vivos, porque ahí, donde ocurrió todo, donde están los animales, ¡cuántas veces nos sentamos a charlar, con los vecinos, cuando llovía o hacía malo! Si nos llega a pillar, no lo contamos; insiste Arsenio, que para hablar de la potencia del rayo señala a una naVe cercana: "Ahí estaban trabajando con las ovejas... se tiraron todos al suelo, asustados por el estruendo que metió".
– ¿Y vosotros?
– Rosana y yo íbamos por Villamanín, con ganado, camino de Casares, cuando nos llamó Geli asustada, que diéramos la vuelta, que se quemaba todo, el ganado, la casa...
Geli, que era la que estaba en la casa, en el molino de Trobajo del Cerecedo, reconoce que va a tardar mucho tiempo en olvidar aquellos momentos de enorme tensión y nervios. "Yo estaba en casa, escuché los truenos y demás, hasta que se me fue la luz. Iba al limitador y no respondía se volvía a ir, no me dejaba subir la llave, hasta que ya vi que empezaba a entrar humo, salí a la calle y a la nave de las terneras y las vacas ya no había nada qué hacer, no se podía entrar".
Algunos vecinos presentes recuerdan que se acercaron y los bomberos, que ya habían llegado, no les dejaron acercarse porque era muy peligroso ante la dimensión del fuego.
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Cierto. Esta misma familia había sido noticia, mucho más feliz, en marzo de 2019, porque una de sus vacas –la llamada Liebre– acababa de tener cuatrillizos, cuatro terneros, en un hecho que, según explicaban entonces los veterinarios, era realmente extraordinario. "Es más difícil que una vaca traiga cuatro terneros que encontrar una ostra con perla".
En aquella ocasión Claudia sí iba feliz hasta el lugar del parto, el mismo de la tragedia del lunes, y rápidamente eligió nombres para los cuatrillizos que, decía ella, son dos chicas y dos chicos: "A las chicas les he puesto nombres de flores: Rosa y Amapola; y a los chicos el de dos de mis amigos del cole: Mario y Juan" que ya no recuerda si les pareció bien o mal.
Me levanté varias veces esta noche obsesionado con que se podía reavivar el fuego, no lo voy a olvidar La niña para su padre, muy querido entre los ganaderos, buena gente, trabajador, que ya piensa en ponerse manos a la obra: "Que venga Rebisa, que verlas así me cuesta trabajo y a desescombrar, limpiar y empezar de nuevo. Lo importante es que lo podemos contar". Aunque el susto tardará en pasar: "Esta noche me he levantado varias veces, obsesionado con que se reavivara el fuego. Y por la mañana tuve que apagar dentro del abono seco".