No queremos públicos lejanos ni conciertos fríos y distantes. Nuestra música fomenta la proximidad Antonio Lizana visitó Cerezales del Condado en 2011, recién concluida su estancia en Musikene, uno de los centros españoles de formación musical de mayor prestigio, y con su proyecto musical, el denominado Antonio Lizana Group, casi en estado embrionario. Cuatro años después regresa al festival de jazz de esta localidad leonesa, este sábado a las 22.30 horas, plenamente afianzada su propuesta, avalado por un disco, ‘De viento’ (2012), y con otro, ‘Quimeras del mar’, ya en el horizonte y aplaudido su talento en numerosos escenarios. "Los últimos cuatro años han sido un camino muy bonito. Desde que estuvimos en Cerezales, hemos andado ya bastante, el proyecto se va conociendo y estamos recogiendo frutos… La verdad es que estamos disfrutándolo mucho", asegura el músico. Natural de San Fernando, el flamenco ha sido siempre algo cosustancial a su propia realidad y desde chico lo ha vivido con especial sensibilidad y pasión. Sin duda, en ese tiempo de infancia germinó una de las principales semillas del proyecto creativo que auspicia su Group y que se funda principalmente en el maridaje íntimo entre flamenco y jazz. El creció abrazado al flamenco y así lo ha alentado a través de una voz que se entrecorta de emoción cuando entona al son de alguno de los palos y ese saxo, extensión de su propio cuerpo, al que se amarró entonces y ya no soltó. La personalidad del instrumento, para el que había recibido formación clásica en el conservatorio, allanó al adolescente su ruta por las particularidades del flamenco y le desveló el reguero de posibilidades sonoras y expresivas que le ofrecía. Jorge Pardo, por aquello de que mezclaba como nadie saxo y flamenco, amparó sus primeras devociones a las que luego se sumarían, de una manera natural, nombres imprescindibles del jazz como Charlie Parker y John Coltrane. Ya matriculado en Musikene, acabaría estrechando en primera persona los muchos lazos que jazz y flamenco se tienden y formalizando una empresa creativa y autoral, en la que involucró a compañeros absolutamente entregados a la causa de la fusión y el riesgo, que ahora mismo sigue ganando en madurez y consistencia.

En Musikene se respira música. Es un cruce permanente de caminos que fomenta el encuentro y la riqueza creativos. Fue allí donde brotó Antonio Lizana Group. El baterista francés Vincent Thomas (al que en Cerezales conocen de sobra al haber visitado el escenario de su plaza con dos de las formaciones que ha impulsado: Gabacho Connection y Gabacho Maroconnection), el bajista canario Tana Santana y el pianista Marcos Salcines son los mismos músicos que participaron en el nacimiento de la banda y que ahora, con el añadido del percusionista Epi Pacheco, siguen acompañando al gaditano. Los cuatro coincidieron en el centro donostiarra. Los cuatro emprendieron un camino común que ha provisto de estabilidad y solidez al grupo. "Todos estamos por la música, lo que significa que no nos importa sacrificarnos por el bien del proyecto. Apostamos por esta propuesta. Tengo la suerte de contar con unos músicos de mucha calidad. Cuando tocamos todos juntos, se nota. Tenemos los temas muy interiorizados y estos acaban dando mucho de sí. Estamos todos muy motivados y más cuando nos encontramos con muchas y muy buenas respuestas ahí fuera".
La música ha sido siempre la gran seña de identidad de Antonio Lizana. Ahí están las abundantes referencias que nutren su biografía para testimoniarlo. Sobresale el Group pero también abundan las colaboraciones con jazzistas tan experimentados como Guillermo McGill o con músicos y grupos tan variados como José Mercé, Chambao (su cantante, La Mari, intervino también en ‘De viento’) o Raimundo Amador, entre otros, su participación en proyectos como la citada Afrodisian Orchestra o la cumbre que supuso actuar con la orquesta de Arturo O’Farrill. La suma de tantos instantes ha ido modelando la personalidad de un artista de vocación abierta e inquietud indoblegable. "Todos somos permeables a muchas influencias y estas acaban apareciendo en lo que hacemos". Ahora vive con expectación la pronta aparición de su segundo disco. Es la consecuencia lógica de la vitalidad de un grupo, el suyo, en continuo latir. "En esta nueva grabación se advierte que la idea de grupo está mucho más clara". No cabe duda de que el hecho creativo es entendido, por parte de Antonio Lizana, desde una concepción absolutamente corporativa, sometida a la percepción grupal y de la que se ausenta la amenaza del personalismo más egoísta. "Yo propongo el tema al grupo. Está compuesto y preparado, pero también abierto al enriquecimiento que puedan hacer los demás. Siempre me imagino que a cada uno se le puede ocurrir algo más ingenioso de lo que hay y ahí es donde se produce un intercambio de opiniones e ideas que, sin duda alguna, son beneficiosas. Nosotros fomentamos la cercanía con el público". Así se expresa a propósito de la relevancia que le da al espectador y a la interacción que busca con él y que sólo el directo proporciona. "No queremos públicos lejanos ni conciertos fríos y distantes, excesivamente intelectualizados. Queremos que haya complicidad, sin renunciar a nada. Creo que el grupo se mueve muy bien en ese sentido. Con momentos más conceptuales a otros donde la gente participa activamente y se arranca incluso a bailar". "El grupo ofrece un directo vibrante, lleno de frescura e intensidad, un viaje de Cádiz a Nueva York, con un mensaje de sobriedad y también de fiesta", asegura el músico gaditano para el que sus estancias en Nueva York ("allí me relacioné con el jazz de otra manera", asegura) se impusieron como auténticos puntos de inflexión en su trayectoria artística.