Machín, Manuel Machín Fernández, solo pone una condición innegociable para hacer la entrevista: «Tenemos que ir a los Guindales». Pues para esta finca situada a las afueras de su pueblo, Toral de los Guzmanes, marchamos. Ya va a cumplir 95 años pero él cada día ‘se escapa’ hasta este paraje: «Es que los hijos no me dejan, tienen miedo, como ya casi tengo un siglo... Pero si yo estoy bien y recuerdo tantas cosas cuando vengo ¿Ves esa casa?, era del abogado, don José Robles, ahí viví yo cuando marchó para Madrid y se le murió una hija de meningitis. Tenía dos baños la casa, no te digo nada más. Y la finca, cuarenta cargas tenía la finca».
- ¿Son muchas cuarenta cargas?
- Muchas. Cuando yo me casé tenía de capital una carguica y media o dos, así es la vida, pero trabajando fui haciendo capital, no nos fue mal, aunque pasamos cosas, que me quemaron todas las vacas menos una cuando la tuberculosis, ¡cómo lloraba mi madre!
Van enlazando temas sin parar. Salta de un recuerdo a otro, no olvida ningún nombre, lo cuenta con una forma de expresarse tan suya como simpática... Merecía y mucho la pena ir hasta Los Guindales, pocos recuerdos más agradables que una larga conversación con Machín.
Pero «qué solo se quedan los Guindales», dice Teresa cuando da cuenta de su reciente muerte, en el inicio de esta semana, con 100 años ya cumplidos en el mes de mayo, entre los suyos. Se ha ido, pero deja un impagable legado de recuerdos e historias contadas como nadie lo va a hacer ya, que hasta a los pasajes ‘complicados’ le ponía cara buena. «Nos compraba los productos uno de Benavente, que venía de noche, y mi mujer decía, qué señor tan bueno, viene aunque sea de noche. Pero lo hacía para quitarnos peso en la báscula, que ladrones los hubo toda la vida, seguro, te lo dice Machín». Y, como si se arrepintiera, añade: «Y gente muy buena, cuando me quemaron las vacas el señor Jesús me dejó millón y medio (de pesetas)».
Un consejo. Escucha la entrevista en Los Guindales, un buen homenaje a Machín y te divertirás mucho con él: