No existen otros lugares en la provincia de León con tantos merecimientos, siendo todavía un lugar desconocido para muchos leoneses y bercianos. Las Médulas representan un monte vaciado hace más de dos mil años por la colosal fuerza del agua, manejada a su antojo por la inteligencia humana; un inmenso trabajo que desmontó un placer fluvial de enormes dimensiones con sólo un objetivo, recuperar un mineral muy escaso y diseminado en la naturaleza, el metal noble con la doble propiedad de ser el mayor densidad y maleabilidad conocido: el oro.
El paisaje artificial dejado tras la explotación, que combinaba la minería de interior con la de cielo abierto, fue naturalizado de nuevo gracias a la acción de la mano del hombre y a la benignidad de la climatología de la comarca del Bierzo. El paisaje desolado que quedó tras la explotación fue colonizado lentamente por las plantas del entorno, volviéndose a recuperar el paisaje botánico del monte original. La mano del hombre sembró de castaños las zonas ocultas y sombrías que eran propicias para estos cultivos, y el paisaje resultante, una mezcla entre el azar y lo planificado, ha dado como resultado una visión singular e inigualable, imágenes que quedan grabadas a fuego en la retina de todo aquel que lo visita.
El agua, en su proceso erosivo enérgico y cadencioso, consiguió desmontar las estructuras originales, conservándose sólo algunos de los pilares de apoyo de la abigarrada montaña original. Desde el Mirador de Orellán podemos ver el vientre vacío de una terraza fluvial, formada en el pasado remoto por un río de gran caudal y variabilidad hidráulica. Sólo se comprenden los trabajos mineros de Las Médulas mirándolos en la distancia, desde el aire y a cierta altura, escudriñando el paisaje resultante e imaginando siempre la presencia del agua. En realidad el agua lo hizo todo: amasó la montaña original y la desmontó posteriormente.
En ésta excursión podremos ver la explotación a vista de pájaro a través de distintos miradores. Se inicia en el aparcamiento del mirador de Orellán, el más conocido y visitado de nuestro declarado Patrimonio de la Humanidad, desde donde se sobrevuela el pueblo de Las Médulas desde unos doscientos metros de altura. Tras una breve parada, continuamos por una pista de tierra que, en ligera pendiente, nos dirige al Campo de Braña. Un collado situado a la cota 978 msnm, entre el pico Placías (techo de Las Médulas) y La Franca. Constituye el lugar de concurrencia de las aguas de los canales más altos que llegaban a la explotación desde las vertientes de los río Sil y Cabrera.
El mirador de Orellán está apoyado vertiginosamente sobre el borde del barranco de las Furnias. Permite apreciar, especialmente en los atardeceres, la verticalidad y el majestuoso paisaje de contrastes de Las Médulas; si nos giramos 180º, nos encontramos con la mole dolomítica de la Peña de Voces, la de mayor volumen de las conocidas como peñas de Ferradillo; estamos observando las primeras estribaciones de los Montes Aquilianos. En el piemonte de la Peña divisamos el pueblo de Voces, en las antípodas del pueblo de Médulas que anida sobre el vientre de la explotación.
Abandonando el mirador de Orellán, dirigimos muestra pisada hacia el collado del Campo de Braña.
Antes de alcanzarlo, podemos ver, bajo el camino, un tramo señalizado de un canal practicado en la roca conocido como Peña Escribida, donde se pueden apreciar las dimensiones espaciales, muy constantes, de los canales de alimentación de agua a la explotación. El Campo da Braña fue un antiguo depósito de almacenamiento y regulación de agua con destino a la explotación minera, donde concurrían los canales trazados a mayor altitud. Situado en la cota 978 msnm, aquí desembocaba el canal alto de los dos que circulan por el lado septentrional de los Montes Aquilianos con origen en Peñalba de Santiago, así como dos de los canales (canal 4 y canal 5) que discurrían por el lado meridional faldeando las vertientes tributarias del río Cabrera. Este collado tiene habilitado un merendero con fuente y pilón de agua, se trata de un lugar permanentemente húmedo donde los lugareños recuerdan de siempre la existencia de manantiales naturales.
Desde este collado natural, intervenido por la mano del hombre, nos dirigimos a las Médulas de Yeres, conocidas por el diminutivo ‘Medulillas’. Aunque pertenecen al conjunto de la explotación, sólo representan en superficie alrededor del 30% del conjunto y tienen una personalidad diferenciada del resto al estar orientadas al sur, dirigiéndose los abanicos aluviales hacia la cuenca del río Cabrera.
Desde el Campo da Braña, un camino desciende bordeando la explotación por el lado sur hacia las Medulillas de Yeres. A nuestra izquierda, unos profundos valles labrados orientan sus aguas hacia el pueblo de Yeres, que podemos adivinar desde la altura en algunos recodos del camino. Las Medulillas están constituidas por tres áreas básicas de explotación: Reirigo, Llagua de Yeres y Las Pedrices. En Reirigo existen diversas galerías visitables, algunas de trazado laberíntico, por lo que se aconseja entrar siempre acompañados y provistos de linternas con baterías de repuesto.
Lo más interesante en ésta zona es ascender al mirador de Reirigo, situado a una altura de 979 msnm, equivalente a la cota del Campo de Braña. Este excepcional mirador permite divisar la explotación desde una mayor altura que el propio mirador de Orellán, lo que lo hace más atractivo que éste, y proporciona las mejores vistas de la explotación al no existir ninguna restricción física que impida ver el desarrollo de la mina en sentido E-O. El ascenso al mirador de Reirigo, aun no siendo dificultoso, entraña cierto riesgo. Transita en algunos tramos por el filo escarpado y arcilloso que dejó la explotación como consecuencia de las labores de desmonte hacia las vertientes de los ríos Sil y Cabrera; no obstante, el sendero en estos tramos potencialmente más peligrosos (especialmente en el invierno) está balizado con postes de madera y una cuerda continua a la que es posible asirse durante el ascenso. Este se hará por el borde de un área de explotación de forma concoidea conocida como la Llagua de Yeres (Laguna de Yeres), al formarse en la base de la explotación un humedal o laguna endorreica por acumulación del agua de lluvia.
Una vez hayamos descendido del mirador de Reirigo, alcanzamos el camino principal perimetral que nos dirige, siguiendo el itinerario de la ruta, al mirador de las Pedrices. Situado a corta distancia del mirador anterior, posee unas excelentes vistas hacia la planicie donde está asentado el pueblo de Las Médulas. Desde este mirador, conocido así por las vistas hacia las abundantes acumulaciones de piedras, conocidas aquí como ‘murias’, ‘pedreiras’ o ‘pedrizas’, se puede observar una magnífica panorámica del pueblo de Médulas asentado sobre el paraje de Las Valiñas, el circo principal de la explotación; así como las acumulaciones de estériles a los lados de los canales de desagüe y sedimentación que formaron las lagunas residuales elongadas conocidas como Lago Somido, Laguna Larga, Laguna Pinzáis y Laguna Negra.
Posteriormente, en continuo descenso, nos dirigimos al punto de encuentro de nuestro camino con el que une los pueblos de Las Médulas con Yeres y Puente de Domingo Flórez, donde tomamos dirección hacia el pueblo de Médulas.
Una vez alcanzado el caserío, el camino de regreso al aparcamiento se realizará ascendiendo de nuevo al mirador de Orellán desde la fuente de la Tía Viviana, a través de un sendero que, en trazado zigzagueante, circula entre un bosque de castaño bravo que ocupa el frente norte de la explotación. En apenas un kilómetro, salvamos los casi 140 metros de desnivel al mirador. Durante el trayecto hasta la fuente, observaremos, a los márgenes del camino, unos excelentes sotos de castaños muy cuidados, que, desde tiempo ancestral y con mucho mimo, han sido atendidos por los laboriosos habitantes de Las Médulas. No cabe duda que si el paisaje de Las Médulas es excepcional, no lo son menos los centenarios castaños que ocupan todo el vientre del valle artificial.
La agria luz y el profundo silencio, solo interrumpido por el eco del graznido de los omnipresentes córvidos, y las siluetas de los corpulentos castaños, que parecen fantasmas que deambulan dentro de una atmósfera que lo envuelve todo, hacen que, al menos para este narrador, caminar en soledad por el vientre de la explotación, especialmente en las horas extremas del día, resulte sobrecogedor. Es el tributo que hay que pagar a una montaña a la que se le han arrancado sus entrañas.
Caminando por las Médulas
Las Médulas son desde 1931, Monumento Histórico Artístico,Espacio Natural Protegido desde 1991, Patrimonio de la Humanidad desde 1997, Monumento Natural en 2002
05/02/2017
Actualizado a
19/09/2019
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