Muchos de esos carnavaleros, los que llevan la fiesta de Don Carnal en su ADN bañezano, ya aprovecharon para acudir desde primera hora de la mañana disfrazados a sus puestos de trabajo o para realizar las actividades cotidianas por las calles.
Pero es el desfile del lunes el que el programa del Carnaval de La Bañeza reserva para que los más pequeños de la casa se luzcan y disfruten de una fiesta que está declarada de Interés Turístico Nacional, aunque se sigan viendo en los grupos algunos disfraces industriales, fabricados en serie y disponibles por poco precio en cualquier plataforma de venta por internet.Frente a esos disfraces sin elaboración alguna aún perviven los grupos que trabajan durante meses en la idea del disfraz y en su confección, realizada de manera artesanal y con una dedicación que salta a la vista. Una labor en la que madres, tías o abuelas han dedicado mucho tiempo y que merece su reconocimiento.
El desfile finalizó en la avenida Vía de la Plata con reparto de chocolate para los grupos participantes y los más pequeños pudieron disfrutar de un espectáculo infantil. La cita de la tarde fue la antesala de la fiesta conocida como la Noche Bruja, con miles de jóvenes por las calles del centro llegados desde distintos puntos de la provincia y de otras limítrofes para asistir a un evento que traspasa fronteras y muchas veces los límites de lo permitido y de lo que fue la auténtica noche para disfrute de bañezanos y comarcanos