Ha pasado ya una semana de la última decepción de la que hemos vuelto a ser víctimas los moradores de la provincia leonesa. Sea porque ya estamos acostumbrados a los sueños rotos o porque la única manera de sobrevivir es olvidar pronto, la hinchazón inicial de mi yugular ha descendido notablemente. Eso sí, sigo pensando lo mismo que hace siete días, cuando conocimos que nuestra candidatura para albergar el Centro Europeo de Ciberseguridad estuvo a la altura de nuestras últimas participaciones en Eurovisión.
Hay quien dirá que las finales, para perderlas o ganarlas, hay que jugarlas. Que es mejor intentarlo que permanecer de brazos cruzados. Que el que no arriesga, no gana. Y así podría enumerar un sinfín de justificaciones para enmascarar una derrota que era segura, aunque miles de ilusos, entre los que me incluyo, llegamos a pensar que teníamos posibilidades de por fin traernos una victoria para León. Hace meses conversando con una persona experta en negociaciones internacionales, me aseguró tajantemente que tanto a nivel estatal como europeo sólo se consigue instalar en una ciudad un proyecto relevante si hay un compromiso o relación personal o familiar al más alto nivel. Es algo totalmente injusto y que va contra el interés general, pero en nuestra tierra tenemos varios ejemplos en todos los sentidos. A ver si alguien piensa que el INCIBE se instaló en León porque éramos un referente nacional en ciberseguridad o que proyectos que querían instalarse en nuestra tierra, se secuestraron y llevaron a otras provincias.
Precisamente por esto y sin olvidarnos del fracaso, hasta el momento, de la ‘Mesa por León’, pensé que quizás hubiera un compromiso real de las altas instancias por esta candidatura. Pero tras finalizar las votaciones, se pudo constatar que lo que oímos durante los días previos fueron simples cantos de sirena. A lo mejor me equivoco, pero creo que ellos sabían que León no tenía ninguna posibilidad. Los dos únicos votos conseguidos así lo atestiguan. Y aquí es donde me surge la duda sobre el acierto o no de la estrategia de comunicación. ¿No hubiera sido mejor explicar que nuestra ciudad iba de relleno a la votación y así no generar falsas expectativas? No nos engañemos, en este tipo de situaciones lo que se hace es cambiar cromos. Hoy ganas tú y te llevas a Bucarest el Centro Europeo de Ciberseguridad, pero dentro de unos meses cuando votemos por otro proyecto, entonces sí que viene para España. La clave está en la ciudad que recibirá el maná. Quizás repasando el lugar de nacimiento de los que mandan, podamos tener algunas pistas.
No juzgaré yo la intencionalidad real de la cronología de los hechos de este nuevo fracaso, pero lo que es evidente es que una vez más nos hicieron soñar con un futuro mejor, para luego despertar bruscamente y constatar que todo sigue igual. Puede ser que a lo mejor el problema lo tengamos nosotros y es que nos ilusionamos ante cualquier estímulo. O si no, recordemos también lo sucedido recientemente con la ‘Mesa por León’ o si retrocedemos más en el tiempo con la escuela de pilotos del Eurofighter prometida por Aznar. Esta reacción a lo mejor sólo es consecuencia de nuestra desesperación.
Fíjense si nos conformamos con poco que al menos el mal sabor de boca que nos dejó el fracaso europeo se nos ha endulzado en parte con el chocolate de la victoria de la ciudad de Astorga en el concurso de Ferrero Rocher ‘Juntos brillamos más’. Una candidatura apadrinada por el humorista leonés Dani Martínez. Ojalá sea una señal y a partir de ahora nuestra tierra comience a brillar con más fuerza. Y si para ello Dani Martínez tiene que ocupar la Moncloa, mi voto lo tiene.
Chocolate para endulzar un nuevo fracaso
17/12/2020
Actualizado a
17/12/2020
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